Emilio Lled¨® y su trilog¨ªa de premios
El fil¨®sofo y acad¨¦mico obtiene el Nacional de las letras, el Antonio de Sancha y el Pedro Henr¨ªquez Ure?a de Ensayo. Prepara un nuevo libro sobre los afectos
Algunos rasgos delatan a los fil¨®sofos. Se presentan con preguntas. Hablan de los griegos de la Antig¨¹edad como si se tratase de su panda de barrio. Distinguen el grano (la cultura) de la paja (la tecnolog¨ªa). A menudo, para tener libertad, no llevan m¨®vil. Emilio Lled¨® (Sevilla, 1927) logr¨® ayer el Premio Nacional de las Letras por su dilatada trayectoria literaria como referente intelectual y ¨¦tico, aunque no recibi¨® la noticia desde la Secretar¨ªa de Estado de Cultura sino durante una entrevista con este diario porque Lled¨®, fil¨®sofo donde los haya, no lleva m¨®vil: ¡°Tengo m¨¢s libertad¡±.
Entre abrumado y feliz, el acad¨¦mico ech¨® mano del humor: ¡°Eso quiere decir que ya est¨¢s tan viejo que est¨¢n diciendo ¡®vamos a despedir simp¨¢ticamente a este se?or¡±. El reconocimiento institucional ¡ªque ¨¦l acepta agradecido¡ª le llegaba en la sede de la Asociaci¨®n de Editores de Madrid, que le ha otorgado este a?o el premio Antonio de Sancha por su compromiso con la cultura y la literatura. Y que se suma al que recoger¨¢ en noviembre en M¨¦xico, tras ser galardonado con el primer Premio Internacional de Ensayo Pedro Henr¨ªquez Ure?a, y al que, hace un mes escaso, le otorgaron en Getafe Negro (el Jos¨¦ Luis Sampedro). ¡°Puedo ir al libro Guinness¡±, bromeaba ayer en los pasillos de la asociaci¨®n, adonde lleg¨® para hablar de un premio y donde acab¨® hablando de otro.
D¨ªas de gloria para Lled¨®, que ya tiene una larga ristra (premio Alexander Von Humboldt del Gobierno alem¨¢n o Nacional de Literatura por El silencio de la escritura, entre otros). Nada que ver con ciertos reveses que sufri¨® el pensador en el pasado ¡ªfue ninguneado en 1987 cuando opt¨® a la c¨¢tedra de Filosof¨ªa Moderna y Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense¡ª ni con los d¨ªas tristes de los cincuenta que precedieron a su marcha a Heidelberg ¡ªadonde lleg¨® esquel¨¦tico: 53 kilos¡ª, ni mucho menos con los d¨ªas intensos de la infancia, fluctuantes entre el placer (la lectura) y el terror (los bombardeos). ¡°Pero yo fui feliz en la guerra porque aprend¨ª a leer. Ten¨ªa un profesor en Vic¨¢lvaro que nos hac¨ªa leer un par de veces por semana el Quijote y luego nos preguntaba por sugerencias de la lectura. Hay que ense?ar a leer y a amar la lectura. La tecnolog¨ªa es una ayuda para la cultura, pero no creo que tenga nada que ver con la educaci¨®n¡±, afirm¨®.
Quiz¨¢s porque Lled¨® entiende la filosof¨ªa como ¡°la conciencia cr¨ªtica de su tiempo¡±, va contracorriente de algunos mantras que se extienden como el aceite. ¡°El biling¨¹ismo de los colegios me pone un poco nervioso. No. Lo que se necesitan son colegios monoling¨¹es que ense?en bien otros idiomas¡±. ¡°Obsesionar a los j¨®venes con ganarse la vida es la manera m¨¢s terrible de perderla¡±. ¡°La verdadera riqueza es la cultura. Suena a frase hecha, pero es as¨ª¡±. Tambi¨¦n dice que no dice todo lo que piensa ¡°porque a lo mejor insultaba¡±. Pero cuesta creerle. Lled¨® es un sabio bienhumorado, que solo endurece la mirada cuando se le interroga por la salud del pa¨ªs. ¡°En la dictadura ten¨ªamos la esperanza de que esto cambiar¨ªa, y ahora estamos en el territorio de aquella esperanza y muchas veces desesperanzados¡±.
El fil¨®sofo amante de los griegos vuelve a ellos para reivindicar la decencia como esqueleto de una sociedad sana. Le disgusta profundamente lo que ocurre en el universo pol¨ªtico, pero Lled¨®, que durante medio siglo difundi¨® la Filosof¨ªa en institutos y facultades (La Laguna, Barcelona y la UNED), es un combatiente optimista, que se resiste a dar batallas por perdidas. ¡°La pol¨ªtica es la administraci¨®n de la justicia, de la educaci¨®n y de la cultura con generosidad¡±.
¡°Soy el mismo que con una maletita de cart¨®n que se rompi¨® me fui
Durante sus primeros a?os de profesor de Historia de la Filosof¨ªa no escribi¨® nada. ¡°Ni se me pasaba por la cabeza, no hac¨ªa m¨¢s que preparar clases. Me encantaba porque creas un espacio social¡±. No usaba libros en el aula, aunque con el tiempo ¨¦l acabar¨ªa generando algunos textos esenciales del pensamiento contempor¨¢neo espa?ol: Memoria del logos, El surco del tiempo, Lenguaje e historia o Memoria de la ¨¦tica.
Ahora est¨¢ embarcado en un ensayo sobre los afectos: ¡°Me gustar¨ªa poder aportar algo nuevo aunque sea peque?¨ªsimo. Los afectos no tienen una gram¨¢tica como la Filolog¨ªa, pero eso le da fuerza y libertad. Habr¨ªa que pensar en una gram¨¢tica de los afectos para que el amor no se convierta en odio o la amistad en enemistad. El principio de las relaciones afectivas que tengamos empieza con la relaci¨®n afectiva con nosotros mismos. Y esto te obliga a mejorarte, luchar para mirarte en el espejo y no avergonzarte¡±. Algo que el fil¨®sofo ha conseguido: ¡°Por edad hay un momento en que piensas que te quedan pocos telediarios, pero eso no me entristece para nada porque pienso que soy el mismo que con una maletita de cart¨®n que se rompi¨® en la frontera me fui a Alemania. Me miro en el espejo y no me averg¨¹enzo¡±.
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