Cr¨®nica y expiaci¨®n
Mu?oz Molina combina en ¡®Como la sombra que se va¡¯ un ejercicio de introspecci¨®n, una narraci¨®n de tintes casi policiacos, una teor¨ªa de la novela y una historia de amor y familia
El 4 de abril de 1968, cinco a?os m¨¢s tarde del magnicidio de Dallas, el l¨ªder negro Martin Luther King cae abatido de un ¨²nico disparo en la parte inferior de la cara. Su asesino se llamaba James Earl Ray. Un hombre del sur americano, blanco y ferozmente racista. Su huida le exige cambiar de identidad y de pa¨ªs. Aparece, como de la nada, a los pocos d¨ªas de su cronometrado crimen en Lisboa. Solo estar¨¢ unos d¨ªas, hasta que sea atrapado en el aeropuerto de Londres. En 1987, un joven funcionario del Ayuntamiento de Granada hace un viaje rel¨¢mpago a la capital portuguesa para terminar la novela que tiene entre manos, la novela que escribe en los ratos libres que le dejan su obligaci¨®n laboral y familiar (mujer y dos hijos peque?os). La novela se titular¨¢ El invierno en Lisboa. Su autor se llama Antonio Mu?oz Molina. Este son los dos soportes argumentales sobre los que se erige Como la sombra que se va, la nueva novela de Antonio Mu?oz Molina.
La novela es un ejercicio m¨²ltiple de ficci¨®n: implacable autointrospecci¨®n, exposici¨®n de la teor¨ªa sobre la novela que defiende Mu?oz Molina, una especie de making of de El invierno en Lisboa, una historia de amor y otra de desamor sin explicitar, un acto de expiaci¨®n respecto a las v¨ªctimas colaterales que la empecinada vocaci¨®n deja por el camino, una cr¨®nica casi policiaca sobre uno de los tres asesinatos m¨¢s determinantes que se cometieron en Estados Unidos durante la d¨¦cada de los sesenta. Para que todos estos niveles queden soldados de manera que el lector no tenga nunca la sensaci¨®n de desequilibrio, ni de falta de unidad, el autor de ?beda otorga las propiedades ventr¨ªlocuas con que suele dotar a sus voces narradoras. La voz que se narra a s¨ª mismo, esa primera persona que designa al autor de El invierno en Lisboa como si fueran dos seres distintos, el del presente y el del pasado, pero arrastrando un mismo posible espejismo y un mismo sufrimiento vital, por momentos parece transformarse tambi¨¦n en la conciencia oscura del asesino de Luther King. Como si nuestro autor volviera a las atm¨®sferas asfixiantes y a aquella cl¨ªnica descripci¨®n del mal que experiment¨® con deslumbrante eficacia en Plenilunio.
Sobre esta materia escribieron Don DeLillo y Norman Mailer con no m¨¢s m¨¦rito que nuestro autor
La novela que leemos se pudo gestar entre el 2 de diciembre de 2012 y los primeros d¨ªas de febrero de 2014 en un Nueva York nevado. El autor de El invierno en Lisboa vuelve a Lisboa a visitar a su hijo, el mismo que en 1987 ten¨ªa un mes de vida. Ahora es cuando recuerda la historia que ley¨® sobre James Earl Ray. Es el comienzo de la novela que leemos, y el comienzo del recuerdo doloroso del pasado privado y la recuperaci¨®n casi arqueol¨®gica de la novela que lo salva, para su propia sorpresa, de la grisura provinciana en que transcurr¨ªa su vida.
Voy a comentar algunas cuestiones que tienen que ver con la novela (que leemos) y con el g¨¦nero seg¨²n lo entiende Mu?oz Molina. La historia del asesino de Luther King, un tipo que disfruta leyendo novelas de James Bond y enciclopedias obsoletas, adquiere su sentido cabal si no se olvida la historia de las ¨²ltimas horas de vida, que tambi¨¦n se cuenta, de la v¨ªctima. Juntas, conforman la cara desoladora de la historia americana. Sobre esta materia escribieron Don DeLillo y Norman Mailer con no m¨¢s m¨¦rito que nuestro autor, pero con igual af¨¢n indagatorio sobre algunos grandes misterios humanos (y pol¨ªticos).
Para esta historia Mu?oz Molina se vale de una ingente documentaci¨®n, de la misma manera que Mailer us¨® el Informe Warren para construir su visi¨®n de Oswald. La ruina moral, la sordidez y la desdichada personalidad que dibuj¨® nuestro autor en el psic¨®pata de Plenilunio, la reencontramos casi intacta en el dibujo del asesino del l¨ªder negro.
Me interesan ahora, sobremanera, dos ideas en la novela: la del punto de vista en las novelas y la del porvenir de las historias que se cuentan, lo que ocurre con las vidas despu¨¦s del final de esos relatos que leemos. Primera idea: Mu?oz Molina tard¨® siete a?os para encontrar la voz narradora de Beatus Ille (1986), su primera novela. Por ello no extra?a que ahora haga menci¨®n de El gran Gatsby, uno de los grandes paradigmas del punto de vista. Dice Mu?oz Molina: Gatsby era un h¨¦roe porque alguien como Nick Carraway lo miraba. Segunda idea: los relatos tienen un final, una exigencia cartesiana de orden. Una mujer o un hombre son un relato mientras los tenemos enfrente; en cuanto se alejan de nuestra existencia, esos relatos han finalizado, como si hubieran muerto para nosotros, pero sus vidas contin¨²an y las nuestras tambi¨¦n. Por ello tampoco extra?a que cite al personaje m¨¢s olvidado de la historia de la narrativa universal, Berta Bovary, la hija de los protagonistas que termina en la novela como obrera.
En Como la sombra que se va vuelve la rigurosa transparencia narrativa de su autor. Y el fraseo medido de la escritura para indagar entre las brumas. A la memoria, atrapada siempre luminosamente entre la verdad y la ficci¨®n, se le suma ahora la urgencia de una reparaci¨®n crucial que no llega tarde. Algunos misterios de la vida se suman a ese misterio que es toda narraci¨®n.
Como la sombra que se va. Antonio Mu?oz Molina. Seix Barral. Barcelona, 2014. 536 p¨¢ginas. 21,90 euros (digital: 10,99)
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