Ley divina
Como en cualquier otro asunto de actualidad, la rotundidad de una imagen no evita que exista un cuestionamiento profundo de las actitudes entreveradas
El arzobispo de Granada, Francisco Javier Mart¨ªnez, logr¨® el domingo pasado una imagen de enorme poder medi¨¢tico. Antes de la eucarist¨ªa, se postr¨® en el suelo frente al altar mayor de la catedral acompa?ado de otros cinco miembros de su archidi¨®cesis para pedir perd¨®n por el caso de los abusos sexuales que ha trascendido en la provincia. Por fin en manos de la justicia, la denuncia de una v¨ªctima contra una docena de implicados entre sacerdotes y seglares lleg¨® de manera directa al papa Francisco despu¨¦s de que fuera ignorada por otros altos representantes de la Iglesia espa?ola. El posado fotogr¨¢fico evoca la enorme potencia visual del cristianismo, algo que evidencian muchas obras de arte desde Fra Ang¨¦lico a los estudios de Francis Bacon sobre el magistral retrato de Vel¨¢zquez del papa Inocencio X.
Como en cualquier otro asunto de actualidad, la rotundidad de una imagen no evita que exista un cuestionamiento profundo de las actitudes entreveradas. Es cierto que la firmeza del Papa deja en entredicho la falta de contundencia de muchos altos jerarcas, ya sea de la Iglesia o de algunos partidos pol¨ªticos, frente a la corrupci¨®n. La principal obligaci¨®n de un jefe es ser inflexible con las sospechas que afectan a los miembros de su administraci¨®n. A la espera de que se resuelva el caso, conviene sin embargo reparar sobre un aspecto lateral del esc¨¢ndalo. El matiz sexual, y ojal¨¢ que se logre la absoluta privacidad de la v¨ªctima que ha hecho p¨²blico el caso, no es el ¨²nico.
Se ha sabido que el clan religioso utilizaba una red de pisos cedidos en herencia por ancianos creyentes. Hace meses supimos que una cl¨ªnica que acog¨ªa pacientes de alzh¨¦imer en sus ¨²ltimas horas los despojaba de sus bienes materiales con testamentos forzados y enga?os notariales. Estamos ante un delito delicado que se mueve en la l¨ªnea fina de la demencia y el desamparo. Hay quienes utilizan la justicia divina para eludir la justicia de los hombres, ese espacio terrenal compuesto de leyes. Al Estado le corresponde revisar la protecci¨®n de los ancianos con una oficina neutral que analice las donaciones en vida para evitar que redes de maleantes se hagan con pisos y herencias. Ante la ley no hace falta humillarse, basta con respetarla.
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