El poder del perro

Quiz¨¢ escribir esta cr¨ªtica en forma de balbuceo de beb¨¦ o de ladrido canino ser¨ªa la manera m¨¢s consecuente de glosar este trabajo l¨²cidamente terminal, regido por la desoladora desconfianza en el lenguaje, obsesionado por abrazar la soledad absoluta de ese perro que recorre sus fracturadas im¨¢genes como alter-ego (?c¨ªnico?) del cineasta desdoblado en fil¨®sofo, poeta y pesimista voz de la conciencia de nuestro tiempo. Adi¨®s al lenguaje tiene todo el aspecto de una despedida, una obra testamentaria que culmina la consecuente evoluci¨®n de un cineasta que nos invit¨® a preguntarnos qu¨¦ hab¨ªa detr¨¢s de las im¨¢genes, de un creador al que se le acab¨® quedando corto el lenguaje can¨®nico del medio y que lleva tiempo depurando el arte de articular citas ajenas (tanto literarias como cinematogr¨¢ficas), ecos de una po¨¦tica personal e im¨¢genes nobles y degradadas (aqu¨ª convive la memoria cl¨¢sica del cine con el lienzo digital de ¨²ltima generaci¨®n y el ruido pixelado de las grabaciones con tel¨¦fono m¨®vil) para crear la ilusi¨®n de asistir a un pensamiento desplegado en directo, reflexi¨®n hecha cine o poscine.

Conviene advertir al lector de que esta pel¨ªcula densa, pero no opaca ni inaccesible, llega a nuestro pa¨ªs sin su formato original en 3D: imposible, pues, apreciar lo que dijeron los espectadores de Cannes ¨Cque Godard hac¨ªa con la imagen tridimensional lo que nadie hab¨ªa hecho antes, logrando un equivalente visual de esa superposici¨®n de significados que propone su elocuente uso de juegos verbales y dobles sentidos en los r¨®tulos-.

¡°En lo que ellos llaman im¨¢genes est¨¢n los cr¨ªmenes del presente¡±, reflexiona uno de los ?personajes? en esta elaborada impugnaci¨®n de la cultura donde se habla del Archipi¨¦lago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn y del Frankenstein de Mary Shelley, de la elecci¨®n democr¨¢tica de Hitler, de la inquietante cercan¨ªa entre democracia y totalitarismo, de la desintegraci¨®n de toda comunidad a favor de la dependencia de pap¨¢ Estado, de la defecaci¨®n como ¨²nico espacio de igualdad entre sexos¡­ Godard retuerce la estrategia de su l¨²cida Film Socialisme (2010) y logra que la pel¨ªcula sorprenda y golpee en cada cambio de plano.

El pulso entre lo masculino y lo femenino ha sido una constante en el discurso del cineasta desde la dilatada y arriesgada escena de la habitaci¨®n de hotel en Al final de la escapada (1960). Aqu¨ª, como en una versi¨®n austera de las coreograf¨ªas del desencuentro que ocupaban el cuerpo central de El desprecio (1963), una pareja, capturada siempre en ¨¢ngulos desconcertantes y feroces, ritualiza la imposibilidad de comunicaci¨®n y justifica ese deseo de ser perro que, al modo de Di¨®genes de S¨ªnope, manifiesta el cineasta. Por supuesto, hay momentos de afectaci¨®n cercanos a la auto-parodia ¨Cuna actriz desnuda sirviendo su frase profunda mientras sujeta un cesto de frutas-, pero Adi¨®s al lenguaje se impone como una obra provocadora en el mejor sentido.