"La cultura es la capacidad cr¨ªtica de no creerse el centro del mundo"
Entrevista al escritor italiano Claudio Magris, galardonado con el Premio de Literatura en Lenguas Romances de la FIL
Ahora que la unidad europea ya no est¨¢ de moda, que las ideas tienen que caber en 140 caracteres y que todo el mundo dispone ¨Co cree disponer¡ª de informaci¨®n en directo sobre cualquier rinc¨®n del planeta, no est¨¢ de m¨¢s detenerse en un caf¨¦ de Trieste y charlar un rato con el escritor que descubri¨® el coraz¨®n de Europa antes de que cayera el muro que lo manten¨ªa oculto. Si adem¨¢s resulta que Claudio Magris, que naci¨® aqu¨ª hace 75 a?os, viaja a M¨¦xico para inaugurar el s¨¢bado la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y recoger el Premio de Literatura en Lenguas Romances, la excusa es perfecta para hablar un poco de esto y un poco de aquello. Es lo que sigue haciendo cada tarde, ya sea en el caf¨¦ San Marco o en el Tommaseo, el autor de El Danubio y de Microcosmos y de infinidad de art¨ªculos period¨ªsticos en los que deja constancia de su erudici¨®n y de su libertad. La editorial Sexto Piso publica ahora en espa?ol El Conde y otros relatos y Anagrama La literatura es mi venganza junto a Mario Vargas Llosa.
¡°Para m¨ª escribir sin libertad¡±, dice sin darse importancia, ¡°ser¨ªa como ponerme un esmoquin o vestirme como un joven. No me sentir¨ªa a gusto. Y hay que seguir la naturaleza de uno mismo. Siempre he pensado que uno de los m¨¢s grandes sacrificios de un cura no es tanto la castidad, sino el deber de limitarse, de no poder decir lo que en realidad piensa. Y yo, si no puedo decir lo que pienso, me siento fatal¡±.
Una naturaleza, la de intelectual libre, la de patriota europeo ¨C¡°cu¨¢nto me gustar¨ªa poder votar alg¨²n d¨ªa a un jefe de Gobierno que se llamase Smith, L¨®pez o Rossi¡±--, que Claudio Magris jam¨¢s ha utilizado para avasallar: ¡°Para m¨ª, la cultura, ya sea de una persona o de un pueblo, es su capacidad de razonar. Yo puedo ser culto en literatura alemana pero ignorante como una cabra en tantas otras cosas. La cultura es la capacidad cr¨ªtica de juzgar y de juzgarse, de no creerse el centro del mundo, de conseguir relacionarse¡±. Una actitud que el escritor de Trieste ¨Cno solo porque haya nacido aqu¨ª, sino porque es tambi¨¦n el padre de la Trieste literaria¡ª vincula con la educaci¨®n: ¡°Hace falta una educaci¨®n que se ense?e sin querer ense?ar. Mis padres nunca me dijeron que no deb¨ªa ser racista como tampoco que no se com¨ªa en el cuarto de ba?o, pero el modo de comportarse en casa hac¨ªa impensable una cosa o la otra. Y tambi¨¦n aprend¨ª en la escuela otra cosa fundamental. A re¨ªr con las cosas que amaba y respetaba, y a amar las cosas que me hacen re¨ªr¡±.
Tal vez por eso, tantos a?os despu¨¦s, Magris, sentado en su caf¨¦ de Trieste, sigue apoyado en una sonrisa que solo se le desdibuja cuando recuerda una ¨¦poca sombr¨ªa: ¡°Hubo un momento en que estuve perdido. Fue por aquellos a?os en que fui senador y Marisa [su esposa, la escritora Marisa Madieri (Fiume, 1938-Trieste,1996)] se estaba muriendo¡ Ahora soy mucho menos feliz que antes, pero mucho m¨¢s s¨®lido. Tal vez porque ya no vivo como protagonista de mi vida, soy menos ansioso, busco vivir lo mejor que puedo, pero ya como un actor secundario de mi propia vida¡±. A la pregunta de si se siente satisfecho, responde: ¡°Quiz¨¢ ahora estoy m¨¢s libre de m¨ª mismo, m¨¢s s¨®lido, m¨¢s tranquilo, menos egoc¨¦ntrico¡±.
Lo que a Magris, afortunadamente, jam¨¢s le ha abandonado es el deseo de escribir: ¡°A veces uno escribe para defender algo, o para combatir, o para protestar. Se puede escribir por fidelidad, o por un pat¨¦tico intento de parar el tiempo, de construir una peque?a arca de No¨¦. Otras veces para distraerse, otras por miedo, otras para poner orden, otras para poner desorden. Son tantas las razones¡ Pero en general siempre he estado fascinado por las cosas verdaderas, por aquello que sucede. En esto he permanecido muy fiel a como era de ni?o. Cuando ten¨ªa nueve a?os le¨ªa la enciclopedia y copiaba y despu¨¦s escrib¨ªa alguna f¨¢bula. Pero part¨ªa siempre de la realidad. Y todav¨ªa hoy sigo creyendo que la realidad, la vida misma, es m¨¢s original que lo que invento yo. Como dec¨ªa Mark Twain, ¡°la verdad es m¨¢s extra?a que la ficci¨®n¡±.
Una realidad, como la de internet o las redes sociales, que observa entre curioso y desconcertado: ¡°Yo lo utilizo algunas veces, pero hay tal c¨²mulo de informaci¨®n, tan variada¡ Hoy se puede saber al instante lo que sucede en Australia, pero no sabes realmente nada de lo que est¨¢ pasando en Afganistan, qui¨¦n gobierna en realidad, c¨®mo son las relaciones¡ Si yo le doy un tel¨¦fono lo puede recordar, pero si le doy 80¡ Me llama la atenci¨®n que un joven de 20 a?os, despierto, inteligente, sepa tantas cosas pero no haya o¨ªdo nunca hablar de Stalin. Adem¨¢s, no estoy dispuesto a perder un segundo de mi vida en saber que un se?or ayer comi¨® spaghetti. Repito que hay incre¨ªbles ventajas t¨¦cnicas, pero¡¡±.
Sentado en el caf¨¦ Tommaseo ¨Cesta tarde ha evitado su m¨ªtico caf¨¦ San Marcos porque una manifestaci¨®n bloqueaba las calles adyacentes--, Magris se lamenta de la situaci¨®n de Europa, ya no oculta por el tel¨®n que ¨¦l traspas¨® con El Danubio, pero s¨ª acosada por ¡°populismos, micronacionalismos y esa elefantiasis burocr¨¢tica¡± que desperdicia los mejores recursos. De camino ya a Guadalajara, el flamante premio FIL reconoce: ¡°Hasta para un patriota europeo como yo es dif¨ªcil entusiasmarse con Europa. Es una pena ver c¨®mo se desperdicia tanta riqueza humana, tanto potencial econ¨®nomico, cultural¡ Pero sigo sinti¨¦ndome europeo¡±.
Babelia
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