EE UU, un pa¨ªs latinoamericano
Felipe Fern¨¢ndez-Armesto reivindica en un libro las ra¨ªces hisp¨¢nicas en esta naci¨®n
La d¨¦cada de 1850 trajo la fiebre del oro a California. Miles de inmigrantes acudieron en busca del deseado metal. De aquella ¨¦poca datan las andanzas de Joaqu¨ªn Murrieta, el bandolero de origen mexicano que resist¨ªa a la conquista anglosajona de California. Su vida inspir¨® algunas de las aventuras de El Zorro. Y este, con el tiempo, a otros personajes ya sin el distintivo hispano, como El Llanero solitario o el Cisco Kid, de O. Henry. ¡°La tradici¨®n de los superh¨¦roes norteamericanos procede de las ra¨ªces hispanas, del ejemplo mod¨¦lico de El Zorro, esa persona al margen de la sociedad que se convierte m¨¢gicamente en un individuo al servicio de ella. El extranjero, el extra?o, que se convierte en salvador¡±, argumenta el historiador Felipe Fern¨¢ndez-Armesto, que brama entre risas: ¡°Todos los grandes superh¨¦roes, salvo Superman, heredan esa est¨¦tica de cubrirse la cara antes de ejercer sus poderes¡±.
La relevancia de El Zorro en la historia de Estados Unidos puede resultar anecd¨®tica, pero para Fern¨¢ndez-Armesto (Londres, 1950) es un ejemplo m¨¢s de hasta qu¨¦ punto las ra¨ªces hispanas est¨¢n implantadas en el pa¨ªs, algo que aborda en su nuevo libro Nuestra Am¨¦rica: una historia hispana de Estados Unidos (Galaxia Gutenberg en colaboraci¨®n con la Fundaci¨®n Rafael del Pino); de ese pasado desconocido en un pa¨ªs cada vez m¨¢s hispanohablante e hispanocultural, y cuyos ciudadanos han aprendido la historia ¡°como si hubiera ido conform¨¢ndose exclusivamente de este a oeste¡±, lamenta el historiador. ¡°Pero no hay tejido posible sin una fuerte urdimbre que la cruce perpendicularmente de abajo arriba. La historia hispana de Estados Unidos constituye esa urdimbre: un eje norte-sur en torno al cual se form¨® Estados Unidos, que se cruza con el eje este-oeste que suele primar en la perspectiva convencional. Hacer visible la contribuci¨®n hispana es como inclinar el mapa hacia un lado y ver Estados Unidos desde un punto de vista inusual¡±.
Doctor en Historia por la Universidad de Oxford y actualmente profesor de la Universidad de Notre Dame, en Indiana, Fern¨¢ndez-Armesto, de padre espa?ol, sit¨²a la g¨¦nesis del libro en una visita a la Academia de las Fuerzas A¨¦reas de Estados Unidos en Colorado, un enclave de tradici¨®n conservadora, donde hace a?os dio unas charlas. Con uno de los profesores mantuvo una larga conversaci¨®n sobre inmigraci¨®n. No difer¨ªan demasiado. Hasta que el militar sac¨® a colaci¨®n que el problema radicaba en que todo el mundo deb¨ªa aprender la lengua nativa. ¡°Estoy completamente de acuerdo¡±, le respondi¨® el historiador: ¡°Todo el mundo tendr¨ªa que aprender espa?ol¡±. Ante la incredulidad del militar, prosigui¨®. ¡°?C¨®mo se llama el Estado en el que estamos? Como era Colorado, me dio la raz¨®n¡±, r¨ªe Fern¨¢ndez-Armesto durante una conferencia en Madrid, donde recuerda el relato con el que inicia el libro. Sobre hasta qu¨¦ punto los estadounidenses son conscientes de su pasado hispano, el historiador incide en una posterior entrevista: ¡°En absoluto, pero los hispanos tampoco. En ciertas zonas, como el sur del Estado de Florida, el sistema educativo ha abarcado la presencia y el pasado hispano. Pero, en t¨¦rminos generales los estadounidenses son muy ignorantes de su historia. La educaci¨®n a nivel b¨¢sico en Estados Unidos es un proceso de mitificaci¨®n. Lo que saben son historietas, no historia. La educaci¨®n sigue siendo un proceso poco ambicioso, que consiste en evitar que la gente joven salga a la calle y as¨ª convertirles en buenos ciudadanos que aceptan todos los mitos b¨¢sicos fundamentales de la formaci¨®n del pa¨ªs¡±.
A trav¨¦s de la obra, un ensayo que poco tiene de exhaustivo estudio acad¨¦mico, el autor busca ¡°estimular una reflexi¨®n m¨¢s que acumular conocimientos¡± y desvelar esa parte de la historia ¡°que no se ha enfatizado lo suficiente¡±. Desde las primeras colonias espa?olas en Puerto Rico, hasta el papel que jugaron los espa?oles en la expansi¨®n de la California de mediados del siglo XIX, con un lenguaje mordaz, repleto de ingenio, Fern¨¢ndez-Armesto tambi¨¦n reivindica por qu¨¦ Estados Unidos ¡°es y tiene que ser¡± un pa¨ªs latinoamericano, y rechaza la dicotom¨ªa entre los hispano y lo anglosaj¨®n. ¡°Esos vicios del caudillismo, de los pronunciamientos y la intervenci¨®n militar en los conflictos son rasgos caracter¨ªsticos tanto de las colonias espa?olas como de las inglesas. En el siglo XIX los pa¨ªses m¨¢s desgraciados eran hispanos. Eso dio lugar al mito de la superioridad protestante y anglosajona. Espa?a y sus rep¨²blicas han sido v¨ªctimas de esa tendencia, de menospreciar a lo hispano y ensalzar lo anglosaj¨®n. Esa herencia es a¨²n hoy un punto de contacto entre los pueblos a ambos lados del oc¨¦ano¡±.
M¨¢s all¨¢ del aprecio al h¨¦roe marginal, en lugares como Texas o California, destaca el historiador, se aprecia el legado de la cultura hispana: ¡°Hay vestigios de la tradici¨®n de la jurisprudencia espa?ola, de la presencia del c¨®digo civil en las leyes. Tambi¨¦n en Luisiana, pero tal vez m¨¢s por herencia francesa. Las estructuras pol¨ªticas derivan de modelos ingleses¡±.
La creciente presencia hispana en el d¨ªa a d¨ªa de Estados Unidos se percibe tambi¨¦n en la obra. Fern¨¢ndez-Armesto no cree, sin embargo, que haya una serie de rasgos comunes entre la actual poblaci¨®n hispana. ¡°Me gustar¨ªa que as¨ª fuera, pero lo ¨²nico que les une es la inmigraci¨®n¡±, con un componente claro: ¡°Claro que hay hispanos que han contribuido en la vida acad¨¦mica, empresarial, pero en t¨¦rminos masivos siguen siendo mano de obra barata. En ese sentido, valoran m¨¢s sus prioridades morales que sus necesidades econ¨®micas. Por eso veo m¨¢s natural que acaben recurriendo al Partido Republicano¡±.
Babelia
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