Gonzalo Celorio ha escrito un libro que ustedes no se deben perder
El escritor mexicano se adentra en el arcano familiar desde que su abuelo sale de un peque?o pueblo de Asturias para hacer las Am¨¦ricas
Me he pasado la vida reciente recomendando y regalando libros a los amigos e incluso a los conocidos. Regalar libros gratifica al que regala, no necesariamente al que los recibe, pues ¨¦ste puede llegar a leerlos o a apreciarlos, pero es seguro que quien regala ama (debe amar) esa literatura que da.
Entre esos libros que siempre doy, cada vez que tengo ocasi¨®n, hay uno muy hermoso de Natalia Ginzburg, Las peque?as virtudes, de Acantilado; lo regalo porque incluye una emocionante declaraci¨®n de amistad que ella escribi¨® tras el suicidio de su atormentado amigo Cesare Pavese. La amistad (y la enemistad) es uno de los grandes temas de la literatura, como el suicidio (que dec¨ªa Albert Camus). Y de Albert Camus, precisamente, es el otro libro que regalo: es muy barato, lo publica en su colecci¨®n m¨ªnima Alianza Editorial y se titula El rev¨¦s y el derecho; lo regalo (y lo recomiendo) porque es una excelente y honesta reflexi¨®n sobre la infancia de este hombre que significa una de las mentes simb¨®licas de la vida en el peor momento del siglo XX. Ah¨ª se incluye una frase que es un letimotif con el que vivo desde que la le¨ª: ¡°El sol que rein¨® sobre mi infancia me priv¨® de todo resentimiento¡±.
Un tercer libro que recomiendo cada vez que puedo (y que regalo menos: es m¨¢s caro que los otros, esa debe ser la raz¨®n) es Or¨ªgenes, del liban¨¦s Amin Maalouf, publicado tambi¨¦n Alianza. Maalouf se encontr¨® un d¨ªa con un ba¨²l lleno de cartas de su padre y de otros parientes; a partir de esas cartas ¨¦l reconstruy¨® su complej¨ªsima historia familiar, y lo hizo con tal ah¨ªnco, y con el despliegue de tal belleza literaria, que consigui¨® algo que es muy dif¨ªcil hallar en otras cr¨®nicas familiares: que lo que es ajeno, que lo que le sucedi¨® a otros, pareciera que le pas¨® a los tuyos.
Ahora ya tengo otro libro que regalar (que recomendar): El metal y la escoria (Tusquets),de Gonzalo Celorio, escritor mexicano, autor, entre otras, de otra novela (¨¦l las llama novelas a estas autobiograf¨ªas) tambi¨¦n de ra¨ªz familiar: Tres lindas cubanas. Anoche present¨® Celorio en la FIL?(con Sergio Ram¨ªrez; un servidor tambi¨¦n estaba) esta nueva novela, que yo recomiendo como se recomienda beber agua en el desierto. Como en la novela citada de Maalouf, ¨¦l se adentra en el arcano familiar desde que su abuelo Emeterio sali¨® de un peque?o pueblo de Asturias para hacer las Am¨¦ricas desde la m¨¢s absoluta miseria. Prosper¨®, cre¨® una familia numeros¨ªsima, y de ella surgieron los nombres propios que habitan este libro lleno de perspicacia emocional, de sentido del humor y, sobre todo, de la sabidur¨ªa de contar propia de Celorio que es, en lo privado, el mejor contador de historias que he conocido desde el gallego Carlos Casares.
Esa capacidad de contar, que incluye el humor, presente en la escritura de esta saga, no renuncia a la propia identidad del libro, que es una historia sobre el tiempo, c¨®mo ¨¦ste nos va envolviendo en un momento determinado en la enfermedad, el dolor y el olvido. Una historia familiar sirve siempre para contar la historia del mundo, o de un mundo; para hacer que te afecte a ti, para que seas t¨² el protagonista de esa historia ajena, la escritura ha de ser potente, bella, que abarque desde el g¨¦nero en que est¨¢ escrita todos los g¨¦neros posibles, incluido el de la poes¨ªa. Y Celorio alcanza ese milagro raro: ha hecho historia, biograf¨ªa, poes¨ªa, narrativa, y nunca ha dejado de contar en este libro, en puridad, lo que les sucedi¨® a los suyos. Lo grandioso de su hallazgo es que sin salirse de los l¨ªmites de su casa (o de lo que hicieron los de su casa) jam¨¢s deja de contar algo que te pertenece: el dolor, la compasi¨®n, el miedo, el miedo al olvido, el olvido¡
A mi me conmovi¨® el libro, y ya lo he dicho. Lo llevo diciendo desde que lo le¨ª, y ahora lo pongo por escrito. Los que hablamos de libros en p¨²blico a veces decimos s¨®lo parte de lo que queremos decir, e incluso a veces decimos lo que no debemos decir, o porque no sabemos decirlo de otra manera o porque la acci¨®n social de presentar libros obliga a cierta hipocres¨ªa instrumental. En este caso mi recomendaci¨®n es absoluta, y creo que ustedes me la van a agradecer.
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