Frank Zappa en su p¨²lpito
La autobiograf¨ªa del m¨²sico retrata a un eterno disidente que despotricaba como nadie
Publicado en 1989,este libro de Frank Zappa se adelant¨® a la avalancha de autobiograf¨ªas del rock. Aunque no proporcion¨® realmente un modelo a imitar: se trata de una combinaci¨®n personal¨ªsima de vivencias y reflexiones (que f¨¢cilmente podr¨ªamos describir como diatribas). Y nadie despotricaba con tanta elocuencia como Zappa. Se hizo un poco de aquella manera: durante tres semanas, Frank charl¨® con Peter Occhiogrosso en su casa de Los ?ngeles. El m¨²sico marc¨® el territorio que quer¨ªa cubrir e ignor¨® el resto. Por ejemplo: su primer matrimonio (y consiguiente divorcio) se resuelve en cuatro l¨ªneas. La ruptura con Don Van Vliet, al¨ªas Captain Beefheart, apenas es mencionada, aunque no se priva de se?alar las deficiencias profesionales de su antiguo "mejor amigo".
Occhiogrosso era y es un periodista especializado en asuntos religiosos; uno lamenta que careciera del instinto para rastrear pistas musicales. As¨ª, se menciona una visita de Hendrix a los Zappa y no sabemos de qu¨¦ hablaron, aunque s¨ª que a Jimi se le desgarraron los pantalones (¡°verdes de terciopelo¡±) y Gail Zappa se los cosi¨®. ?Uh? Afortunadamente, Frank es expl¨ªcito al detallar su infancia y juventud. Entendemos el ramalazo mis¨¢ntropo que le caracterizaba al evocar los Estados Unidos que le vieron crecer, en localidades cercanas a bases militares o laboratorios donde se produc¨ªan armas qu¨ªmicas. El precio de destacar en ambientes tan conservadores era alto: all¨¢ por 1964, fue detenido en Cucamonga como porn¨®grafo, cuando un polic¨ªa encubierto le convenci¨® para que grabara una cinta con ruidos sexuales.
Zappa se deleita en desinflar los mitos que rodean a su personaje de rey de los freaks y pasa a sus causas favoritas. Entre dibujos de est¨¦tica underground, nos cuela transcripciones de sus declaraciones en tribunales, comit¨¦s del Congreso, asociaciones diversas. Y s¨ª, puede que sumar ese material fuera una forma c¨®moda de dar tonelaje a un libro que se quedaba peligrosamente liviano, pero en esas p¨¢ginas nos encontramos al mejor Zappa: mente r¨¢pida, deleite en el uso del lenguaje, el polemista implacable. En detrimento de su perfil de creador, se convirti¨® en el principal ariete contra la intromisi¨®n de Tipper Gore y otras damas puritanas de Washington en el contenido de las letras de rock y rap (no dej¨® de se?alar que las prohibiciones no parec¨ªan aplicarse a la m¨²sica country), algo que desemboc¨® en las etiquetas que estigmatizan a determinados discos. Denunci¨® la rendici¨®n de la RIAA, la asociaci¨®n gremial de las discogr¨¢ficas. Detect¨® el car¨¢cter d¨¦bil y la tolerancia al chanchullo del esposo de Tipper, el entonces senador Al Gore, que en las elecciones de 2000 terminar¨ªa rindi¨¦ndose ante George W. Bush tras el pucherazo de Florida.
Zappa esbozaba una forma de vender m¨²sica por suscripci¨®n, usando los canales de la televisi¨®n por cable. No le tomaron en serio, pero el modelo habr¨ªa servido para la era Internet
Se fue a la tumba (1993) odiando a Reino Unido, al que consideraba "un pa¨ªs del Tercer Mundo" por su sistema judicial y su prensa sensacionalista. Para su desdicha, dado que su principal aspiraci¨®n era ser reconocido como compositor contempor¨¢neo, choc¨® una y otra vez con el sistema de encargos institucionales y los vicios laborales de las orquestas sinf¨®nicas. A pesar de que fueran objeto de sus parodias, prefer¨ªa a los m¨²sicos de rock, elegidos por su precisi¨®n y reflejos para la improvisaci¨®n. Se?alaba algunas de las pr¨¢cticas m¨¢s detestables de la industria discogr¨¢fica, aunque los artistas que grabaron para sus sellos, Bizarre y Straight, tambi¨¦n se sintieron maltratados.
Zappa aceptaba el papel de iconoclasta nacional, pero ejerc¨ªa de estadounidense con sentido com¨²n. Pol¨ªticamente, encajaba en lo que all¨ª llaman "libertario": m¨¢xima tolerancia en cuestiones morales y antipat¨ªa por la presencia del Gobierno en la vida de los ciudadanos. Apostaba por la eliminaci¨®n del impuesto sobre la renta a cambio de un IVA a escala nacional. Recordaba que EE?UU se fund¨® bajo el principio de separaci¨®n entre Estado e Iglesia; reservaba su veneno m¨¢s letal para los telepredicadores. Result¨® un buen padre: sus hijos siguieron viviendo en la casa familiar despu¨¦s de alcanzar la mayor¨ªa de edad. Ayudaban, cierto, sus ritmos vitales ¡ªtrabajaba durante la noche¡ª y que su esposa, Gail, asumiera las funciones de gestora de su carrera. Como genuino inconformista estadounidense, convirti¨® su arte en una peque?a industria dom¨¦stica: vend¨ªa discos, v¨ªdeos, partituras.
Iba veloz de lo micro a lo macro: en las p¨¢ginas finales, esbozaba una forma de vender m¨²sica por suscripci¨®n, usando los canales de la televisi¨®n por cable. No le tomaron en serio, pero el modelo habr¨ªa servido para la era Internet. Y uno no puede dejar de especular sobre la actitud de Zappa ante la Red de redes. Desde luego, habr¨ªa tolerado mal el intercambio gratuito de su m¨²sica: en 1991, sac¨® Beat the boots, una caja que conten¨ªa reproducciones de seis de los bootlegs (discos piratas) que circulaban por el mercado negro. Pero se habr¨ªa carcajeado ante la futilidad final de los afanes censorios de la derecha religiosa estadounidense.
La verdadera historia de Frank Zappa. Memorias. Frank Zappa con Peter Occhiogrosso. Traducci¨®n de Manuel de la Fuente Soler y Vicente For¨¦s L¨®pez Malpaso. Barcelona, 2014. 352 p¨¢ginas. 22,50 euros
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