La mano incorrupta y el dictador obsesionado
El viaje de una parte del cuerpo descuartizado de Teresa de ?vila, de la que Francisco Franco no se separaba
Para cuando Gregorio XV canoniza a Teresa de ?vila en 1622, el mismo d¨ªa que a Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Isidro el labrador y Felipe Neri, el cuerpo de la m¨ªstica est¨¢ ya descuartizado en reliquias y muy repartido. Todo empez¨® el mismo d¨ªa de la muerte en Alba de Tormes, el 4 de octubre de 1582, v¨ªspera del 15 de octubre porque ese mismo a?o el papa Gregorio XIII suprimi¨® diez d¨ªas al calendario para corregir el desfase de siglos respecto al a?o solar. Todo ocurri¨® mediante una decisi¨®n maquinada por un grupito de personas, entre ellas la duquesa de Alba. ¡°Aqu¨ª se queda para siempre jam¨¢s¡±, se juramentaron. Los restos de una santa famosa son siempre un capital. Pero nueve meses despu¨¦s llega a Alba el superior del Carmelo, Jer¨®nimo Graci¨¢n, y pide ver el cuerpo. Est¨¢ intacto, aunque huele muy mal. Lo exhuman, lo lavan, lo visten y lo exponen en el coro de la capilla. Antes, lo han descuartizado para hacer reliquias. El propio Graci¨¢n corta la mano izquierda y el dedo me?ique, la mano para las carmelitas de Lisboa, el me?ique para qued¨¢rselo ¨¦l. ¡°Desde entonces ac¨¢, gloria a Dios, no he tenido enfermedad notable¡±, escribe. Muri¨® a los 69 a?os, pero no consta de qu¨¦.
Cuando se extiende por la comunidad el macabro descuartizamiento, se inicia un combate por las reliquias, en especial desde el convento del Carmelo en ?vila, la primera fundaci¨®n descalza. La autoridad carmelita est¨¢ de acuerdo: Tendr¨¢n la mayor porci¨®n. Como caen en la cuenta de que los duques de Alba se opondr¨¢n con furia, actuar¨¢n en secreto. S¨®lo tres monjitas de Alba van a estar al tanto. Las dem¨¢s cantar¨¢n en el coro, ajenas al ajetreo de sus ilustres visitantes aquella noche. Se les consolar¨¢ dej¨¢ndoles el brazo al que Graci¨¢n cort¨® la mano. Casualmente, uno de los conspiradores lleva bajo el h¨¢bito un cuchillo, as¨ª que all¨ª mismo se corta el brazo sin mano ¡°como si fuera un mel¨®n o un poco de queso fresco¡±, relat¨® el primer bi¨®grafo de Teresa, el padre Ribera.
A¨²n han de discutir c¨®mo llevar lo que queda del cuerpo hasta ?vila. Lo envuelven en una manta de sayal, lo instalan sobre una mula entre dos pacas de paja y emprenden viaje de noche. Para entonces, en ?vila no se habla de otra cosa. Cuando llega la carga y empieza a oler a perfume por la zona del convento, a las afueras de la muralla, se discute si llamar a un m¨¦dico o a un te¨®logo. El caso es digno de la c¨¢mara de Bu?uel. Joseph P¨¦rez sostiene que ¡°hay reliquias de santa Teresa ¨Cdedos, jirones de carne, etc.- en los m¨¢s diversos lugares de Espa?a y de la Cristiandad¡±. Lo cuenta en ¡®Teresa de ?vila y la Espa?a de su tiempo¡¯ (Algaba, 2007).
Merece comentario aparte la mano izquierda que se llev¨® el padre Graci¨¢n a Lisboa, y que regres¨® a Espa?a en 1910, al Carmelo de Ronda, preocupadas sus custodias por posibles convulsiones anticlericales en aquel pa¨ªs. All¨ª repos¨® hasta que en 1936, tras el golpe militar de Franco, un general fiel al Gobierno republicano, Villalba Riquelme, lo esconde en su equipaje. Termina regal¨¢ndoselo a Franco, que se lo lleva al palacio del Pardo. Su brillante y lenguaraz primer ministro de Educaci¨®n, Pedro Sainz Rodr¨ªguez, la descubre sobre una mesita una tarde que acude a despachar con el llamado Caudillo. Mientras hablan, Franco se entretiene firmando condenas de muerte. S¨®lo se interrumpe para mojar picatostes en una taza de chocolate y com¨¦rselos con mimo. As¨ª lo cont¨® a EL PA?S en 1982 quien m¨¢s tarde, alejado del poder por su cercan¨ªa a don Juan de Borb¨®n, escribi¨® en dos tomos la muy valorada ¡®Antolog¨ªa de la literatura espiritual espa?ola¡¯, editada en 1980 por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Franco ve en Teresa de ?vila la ¡°santa de la raza¡±, la suya, as¨ª que no se separa del siempre conocido como ¡°brazo incorrupto de santa Teresa¡± (en realidad, una mano sin me?ique). Para dormir, lo pone en la mesilla de noche. Se lo lleva a todos sus viajes. Menos al ¨²ltimo. Ingresado moribundo en el hospital La Paz de Madrid, el arzobispo Cantero Cuadrado viaja al Pardo desde Zaragoza, su sede pontificia, para recog¨¦rselo y depositarlo a los pies del dictador, por si se produc¨ªa un milagro de eternidad. Fallecido al fin, la viuda del dictador, Carmen Polo, entrega la dichosa mano al arzobispo de Toledo y Primado de Espa?a, cardenal Marcelo Gonz¨¢lez. Es el 9 de diciembre de 1975. Don Marcelo lo restituye al Carmelo de Ronda 42 d¨ªas m¨¢s tarde. Y all¨ª sigue.
Babelia
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