El encanto de la transgresi¨®n
Arenas fue capaz de contaminar, no el canon, que es siempre relativo, sino la vida, el futuro
Nacido en un pueblito del Oriente cubano en el a?o 1943, Aguas Claras, ¡°una aldea graciosa que pasaba rauda por las ventanillas del tren¡±, a decir de Guillermo Cabrera Infante, otro vecino de la zona, Reinaldo Arenas decidi¨® poner t¨¦rmino a su viaje, enfermo, poco antes de concluir 1990, en Nueva York, donde sobreviv¨ªa, pobre, prohibido en su pa¨ªs e ignorado por los editores, tambi¨¦n los del exilio, que solo tras su p¨¦rdida reaccionaron, por aquello de que los escritores muertos atraen m¨¢s lectores.
Muy temprano alcanz¨® a publicar en Cuba, para luego sentir en carne propia la pesada vara de hacer justicia, y dar palos, que el gobierno revolucionario destinaba para los que se opon¨ªan, pensaban y eran distintos.
Hostigado, perseguido, preso, torturado... protagonista de varias fugas igual de rocambolescas que afortunadas ¡ªde la prisi¨®n y de Cuba¡ª responsabiliz¨® exclusivamente a Fidel Castro de sus vicisitudes y muerte, convirti¨¦ndose en referente de culto para los j¨®venes escritores de la isla, y voz socorrida del exilio.
Posiblemente el m¨¢s brillante, transgresor, de los disc¨ªpulos de Virgilio Pi?era ¡ªcomo le gustaba sentirse¡ª disidente hasta donde sea posible, de Arenas nos queda la mezcla del lado siniestro que el escritor desarrolla, mientras desdobla una ternura primaria, envuelta en poderosas im¨¢genes que a veces lindan conscientemente lo rid¨ªculo, afecto que solamente el que ha estado en soledad brinda sin complejos. Dualidad visceral, uno termina sintiendo alguna pena por el hombre.
Donde algunos reconstru¨ªan fehacientes al recuerdo, detallaban fantasmas con la idea de detenerlos y crear una memoria fiel, alguna esteticidad temporal en formol ¡ªalmacenada junto a la geograf¨ªa de gratos olores: como si lo que importara fuera adecuar el resumen del relato a una vista de postal, a un territorio perdido¡ª, Arenas fue capaz de contaminar, no el canon, que es siempre relativo, sino la vida, el futuro. Revent¨® la naci¨®n en volcanes pestilentes de pus y excrementos, devenidos sus palacios antiguos y lugares gloriosos en poco menos que meaderos p¨²blicos, espacios para la caza de sexo.
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