Todas las ant¨ªgonas
Si hace un par de a?os Helena Cort¨¦s nos conmovi¨® con su Edipo, este a?o nos sobrecoge con Ant¨ªgona,otro producto rotundamente admirable de la editorial La Oficina.
La flexibilidad de la hero¨ªna griega para adaptarse a m¨²ltiples interpretaciones (George Steiner recogi¨® decenas) la convierte en nuestra contempor¨¢nea. He aqu¨ª una muchacha que desaf¨ªa al poder pol¨ªtico con el fin de dar sepultura a su hermano. El tirano de la ciudad, Creonte, hab¨ªa prohibido enterrar a los traidores. As¨ª la destrucci¨®n se cierne sobre ambos, el pol¨ªtico y la insurrecta, en una de las m¨¢s ambiguas y f¨²nebres tragedias.
En su edici¨®n, Helena Cort¨¦s ha reunido tres ant¨ªgonas. La de H?lderlin, cuya traducci¨®n del texto de S¨®focles figura en la cara izquierda de la paginaci¨®n, con su versi¨®n al castellano en la derecha. La de Bertolt Brecht que viene en un CD adjunto. Y la de Straub/Huillet que filmaron la representaci¨®n. Cada una de ellas es una variaci¨®n original.
La tragedia de S¨®focles (la ausente), seg¨²n la cl¨¢sica lectura de Hegel, opone a las fuerzas de la ley ciudadana, clara y universal, con su enemigo antag¨®nico, la oscura ley de la sangre y del clan. Creonte representa el paso de la horda m¨ªtica a la polis gobernada por la raz¨®n y, frente a ¨¦l, Antigona asume el pasado que va a ser destruido y desaf¨ªa al poder p¨²blico: la ley de la sangre la obliga a enterrar a su hermano, el traidor, para que su alma no vague eternamente. Recuerdo lo muy presente que ten¨ªamos esta tragedia en el Pa¨ªs Vasco cuando, a comienzos de los ochenta, ETA asesinaba a cientos de personas sin que nadie rechistara, ni Ant¨ªgona, ni Creonte. Ni siquiera hab¨ªa tragedia. Ciudad muerta.
La versi¨®n de H?lderlin es m¨¢s oscura y se asoma al abismo. Su poes¨ªa tiene la fuerza de quien ha conocido el mal y ha vivido la contradicci¨®n tr¨¢gica de la ley y la sangre durante la Revoluci¨®n Francesa. Por eso no toma un partido tan claro como el de su amigo Hegel, sino mucho m¨¢s complejo y en ocasiones tormentoso. El trabajo de Cort¨¦s es inmenso.
Tengo para m¨ª que Bertolt Brecht patin¨® en su versi¨®n, sea por inadvertencia, sea por sectarismo. Al convertir a Ant¨ªgona en una insubordinada que se enfrenta al nazi Creonte, no sospech¨® que la figura del tirano pod¨ªa ser la premonici¨®n de Robespierre o de Lenin. Si Creonte es tambi¨¦n destruido por los dioses ello obedece a que quiere imponer la virtud revolucionaria a las masas por la fuerza y el terror. S¨®lo Ant¨ªgona (una Charlotte Corday) se le opone aunque sea por motivos arcaicos. Los dioses castigan la hybris de Creonte: Robespierre acaba en la guillotina.
Finalmente, la filmaci¨®n de Straub/Huillet es un cl¨¢sico de la nouvelle vague. Una verdadera joya. De una sobriedad que tambi¨¦n traer¨ªa sobre ellos el castigo divino, la pel¨ªcula tiene la rectitud revolucionaria de Robespierre y la animada superficie de una columna d¨®rica.
Necesitar¨ªa el doble de espacio para dar cuenta de este monumento. Baste como resumen lo siguiente: yo dir¨ªa que es el mejor libro editado en Espa?a en 2014, por su audacia, por su coraje, por su elegancia.
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