La m¨¢quina de hacer cine
La pel¨ªcula de Turing tiene poco de enigm¨¢tica, pero forma un andamiaje dram¨¢tico perfecto
Los hombres extraordinarios no merecen pel¨ªculas ordinarias, por muy bellas que sean. Aunque, al menos, bellas son. Alan Turing, matem¨¢tico, fil¨®sofo, cient¨ªfico, pensador, precursor de la inform¨¢tica moderna, con cerebro de ins¨®lito funcionamiento, en las gracias y en las desgracias, en su brillantez, en su imposibilidad de practicar el sentido del humor, en su soberbia, en su timidez, en su sinceridad no reflexionada sino simplemente accionada, en sus vivencias y hasta en su muerte, fue un hombre extraordinario con una existencia de pel¨ªcula. Pero, The imitation game, la pel¨ªcula sobre su corta vida escrita por el novel Graham Moore, dirigida por Morten Tyldum y distribuida por los hermanos Weinstein, es un clich¨¦. Eso s¨ª, un clich¨¦ de lo ordinariamente bello; l¨¢stima, no de lo sublime. Para entendernos: el cl¨¢sico producto brit¨¢nico de magn¨ªficas ambientaci¨®n e interpretaci¨®n, de (casi) irreprochable narraci¨®n sobre un tema de enorme inter¨¦s, impecable en sus formas pero sin una gota de riesgo, en la que todo encaja a la perfecci¨®n. Tanto, que parece fabricada por una m¨¢quina de hacer cine hermoso para los Oscar (el copyright es de los Weinstein). ?Es eso poco? No, es mucho.
THE IMITATION GAME
Direcci¨®n: Morten Tyldum.
Int¨¦rpretes: Benedict Cumberbatch, Keyra Knightley, Matthew Goode, Charles Dance.
G¨¦nero: drama. Reino Unido, 2014.
Duraci¨®n: 116 minutos.
En la sobrecogedora vida de Turing hay tantos hitos emocionales que su relato podr¨ªa haber estado protagonizado por muy variados sucesos. Moore, inspirado por un libro de Andrew Hodges, elige dos de ellos: la direcci¨®n del proyecto de creaci¨®n de una m¨¢quina descifradora de la alemana Enigma, utilizada durante la II Guerra Mundial, como eje central, y su detenci¨®n, a?os despu¨¦s, acusado de homosexualidad (a¨²n estaba penada en Reino Unido), como base para la estructura dram¨¢tica. Selecci¨®n tan intachable como el resto de una pel¨ªcula a la que poco se puede objetar (apenas un innecesario momento "yo soy Espartaco", y un subtexto final demasiado semejante al de ?Qu¨¦ bello es vivir!), y en la que lo mejor son los matices del enorme Benedict Cumberbatch, y las imponentes presencias de Mark Strong, Charles Dance y Rory Kinnear.
La m¨¢quina de Turing, glorioso paso hacia la inteligencia artificial, fue creada por un hombre enigm¨¢tico, ambiguo, tan dif¨ªcil de desentra?ar que se convirti¨® en esp¨ªa porque, simplemente, llevaba escondi¨¦ndose toda su vida. Pero The imitation game tiene poco de enigm¨¢tica: es un clavo sobre una madera, y esta sobre un armaz¨®n, hasta formar un andamiaje dram¨¢tico perfecto. Algo nada f¨¢cil de conseguir, pero tampoco brillante. Y Turing, siempre arriesgado, merec¨ªa m¨¢s audacia y menos f¨®rmula.
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