Un m¨¦todo
La ¨²ltima vez que el gusto cin¨¦filo fue utilizado para juzgar a una persona ha sido con el Fiscal General Eduardo Torres-Dulce
No s¨¦ si sigue siendo v¨¢lido el m¨¦todo, carente de ciencia, por el que algunos eran capaces de juzgar a las personas por sus gustos cinematogr¨¢ficos. En muchas ocasiones, bastaba con asistir a la discusi¨®n sobre pel¨ªculas para conocer a las personas en su fondo m¨¢s oculto. El buen cine ofrece una complejidad que retrata al espectador m¨¢s que lo que se muestra en pantalla. Te puede pasar como a ese cr¨ªtico marxista que elogi¨® lo que ten¨ªa El Apartamento de brutal cr¨ªtica a la sociedad capitalista, pero se irrit¨® cuando Billy Wilder le contest¨® que estaba de acuerdo en que esa historia solo pod¨ªa ocurrir en una sociedad as¨ª, porque en los para¨ªsos comunistas ni siquiera tu piso era propio.
La ¨²ltima vez que el gusto cin¨¦filo fue utilizado para juzgar a una persona ha sido con el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce. Al producirse su dimisi¨®n no hubo perfil ni comentario de prensa que pasara por alto sus gustos por pel¨ªculas. Bastaba haberle le¨ªdo en alguna ocasi¨®n, conocerle brevemente o escucharle en sus participaciones en las tertulias de Garci para entender que los ideales de Torres-Dulce apuntaban a la independencia, el sentido com¨²n y los valores personales. Se prefiguraban en casi todos los h¨¦roes cinematogr¨¢ficos que le emocionaban. Su salida del cargo, justificada por razones personales, respondi¨® a unos modales tan elogiables como escasos: la discreci¨®n.
Pero m¨¢s all¨¢ de su honestidad, deja a los espectadores de esta pel¨ªcula real una sensaci¨®n extra?a. La que confirma que la pol¨ªtica es abrasadora. Cuando un pol¨ªtico merece un elogio, lo es adem¨¢s con el m¨¦rito de sobrevivir en un caldero hirviente y sulfuroso. Los que llegan desde campos profesionales suelen ser seducidos por la hermosa piel del tigre, pero tambi¨¦n padecen el ara?azo de quien mete la cabeza entre las rejas de su jaula. As¨ª, Torres-Dulce ha vuelto a su plaza en el Supremo y el gobierno ahonda m¨¢s un camino sin retorno ni ilusi¨®n, donde las voces son solo ecos del poder y c¨¢balas electorales y el reparto est¨¢ reservado a mediocres que ofrecen aparente fidelidad. De ese lugar vuelven los honestos con el traje roto, el rostro marcado y la mirada de quien ha visto cosas que vosotros no creer¨ªais.
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