Mi¨¦rcoles
Nadie puede olvidar que muchos musulmanes son las primeras v¨ªctimas de ese deseo de amedrentar, de impedir la expresi¨®n libre
Los espa?oles, por desgracia, saben mucho de terrorismo. Por eso quiz¨¢ no les resultar¨¢ tan asombroso asomarse a la tragedia de ayer en Par¨ªs, al atentado contra los miembros de la revista sat¨ªrica Charlie Hebdo. Sabemos que el absurdo encuentra razones por imposible que parezca. Que una c¨¦lula armada hasta los dientes asesine a periodistas y humoristas en su redacci¨®n en nombre de la religi¨®n basta para explicar el fen¨®meno. No hay duda de qui¨¦nes son los m¨¢rtires, qui¨¦nes son los h¨¦roes, qui¨¦nes tienen alguna fe, qui¨¦nes hacen el mundo m¨¢s habitable en un esfuerzo que dura siglos, entre tropiezos y salvajadas. No hay duda de d¨®nde reside la humanidad. Y como no hay dudas, porque el mero acto, su enunciaci¨®n, ofrece todo el significado, conviene no perder el ¨¢nimo.
Podemos remontarnos a la persecuci¨®n contra Salman Rushdie, contra Hirsi Ali y Theo van Gogh o contra los caricaturistas daneses. En septiembre de 2012, Charlie Hebdo publicaba una de sus portadas habituales despu¨¦s de las amenazas y los intentos de silenciarlos. Prohibido burlarse, ¡°Faut-pas se moquer¡±, se dec¨ªan entre un musulm¨¢n y un jud¨ªo caricaturizados como los personajes de Intocable, el ¨¦xito de taquilla del cine franc¨¦s, que serv¨ªa de t¨ªtulo y advertencia sobre el peligro que se cern¨ªa sobre la libertad de expresi¨®n. Lo que nos parec¨ªa entonces ejemplar, pelear contra quien se considerase intocable, nos lo tiene que parecer hoy m¨¢s. La s¨¢tira, el humor, la cr¨ªtica, han escrito la mejor historia de la humanidad, porque han contribuido, en cada estaci¨®n de la evoluci¨®n, a hacer m¨¢s libres a las personas.
Nadie puede olvidar que muchos musulmanes son las primeras v¨ªctimas de ese deseo de amedrentar, de impedir la expresi¨®n libre, los derechos fundamentales de hombres y mujeres, bajo autoridades pol¨ªticas e intelectuales sin arrojo para combatir desde dentro el mal. Eran esos derechos los que a su modo frontal y gamberro defend¨ªan los profesionales de Charlie Hebdo. A ellos no se les ofrece ning¨²n para¨ªso, porque no cre¨ªan en algo as¨ª, sino en la sencilla y cotidiana conquista de cada mi¨¦rcoles, cuando su revista desembarcaba en los quioscos para re¨ªrse de todos y de todo. Este ha sido el primer mi¨¦rcoles del a?o 2015. Hasta el mi¨¦rcoles que viene, Charlie.
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