Solo contra la burocracia
Michael McGowan ha compuesto un relato tan de Am¨¦rica del Norte que sus esencias pueden resultar desconocidas para un cl¨¢sico p¨ªcaro mediterr¨¢neo
Los misterios de la distribuci¨®n cinematogr¨¢fica han provocado que en apenas unas semanas se estrenen dos pel¨ªculas realizadas con dos a?os de diferencia y de tonos, procedencia y maneras radicalmente opuestos, tanto de los relatos como de sus protagonistas y sus moralidades, pero centradas en el mismo combate, el de un h¨¦roe an¨®nimo contra la maquinaria gubernamental por mantener en pie su casa, su hogar, su modo de vida, su ¨¦tica, su libertad: la rusa Leviat¨¢n, con su desigual lucha contra la oligarqu¨ªa y la corrupci¨®n, y la canadiense Qu¨¦date conmigo, con ese reverso tenebroso del imperio de la norma que es la dictadura de la burocracia, a veces empecinada en legalismos m¨¢s all¨¢ del m¨¢s com¨²n de los sentidos.
QU?DATE CONMIGO
Direcci¨®n: Michael McGowan.
Int¨¦rpretes: James Cromwell, Genevi¨¨ve Bujold, Rick Roberts, Julie Stewart, Campbell Scott.
G¨¦nero: drama. Canad¨¢, 2012.
Duraci¨®n: 102 minutos.
El canadiense Michael McGowan, in¨¦dito en Espa?a, ha compuesto un relato tan de Am¨¦rica del Norte que parte de sus esencias pueden resultar incluso desconocidas para, por ejemplo, un cl¨¢sico p¨ªcaro mediterr¨¢neo. Las quejas de cierto ciudadano medio por el exceso de regulaci¨®n por parte del estado para, como en este caso, hacer con sus propias manos unas obras en su propiedad, tienen mucho de republicanismo estadounidense, pero lo m¨¢s conmovedor de la historia es la sensatez y la ¨¦tica del trabajo y de los valores que mueven a su octogenario personaje. Pel¨ªcula peque?a, incomparable en ese sentido con Leviat¨¢n, pero s¨®lida como las convicciones de su implacable criatura, Qu¨¦date conmigo huye de las maneras telef¨ªlmicas a las que se acerca su eje dram¨¢tico, basado en hechos reales, con una planificaci¨®n funcional pero elegante y con un trabajo con la banda sonora excepcional, sobre todo por su muy espor¨¢dica presencia en una obra en la que los silencios ejercen de aliento musical.
Aunque quiz¨¢ m¨¢s destacable que todo lo anterior sea el excelente trabajo de James Cromwell (junto al de sus compa?eros de reparto y del director) en algo que a veces se echa de menos: la cadencia en el di¨¢logo, su arte para la pausa, la respiraci¨®n, la mirada y el regate ir¨®nico en el momento justo, ni antes ni despu¨¦s, lo que otorga a la pel¨ªcula la calma que precisamente demanda su h¨¦roe.
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