¡®Borgen¡¯
La serie nos muestra que en la pol¨ªtica todo es c¨¢lculo. Y sin embargo es vital que ese c¨¢lculo no se convierta en algo que los ciudadanos perciben como manipulaci¨®n
Borgen, la serie danesa creada por Adam Price junto a los escritores Jeppe Gjervig Gram y Tobias Lindholm para el canal p¨²blico, resulta la m¨¢s atractiva de las muchas ofertas. Nos ha llegado con el retraso que castiga siempre al producto europeo. Cuando ya se han cumplido las tres temporadas en su pa¨ªs de origen aterriza en Espa?a, donde a¨²n se recuerda la enorme calidad de otro producto dan¨¦s, The Killing. El serial no elude la diversi¨®n, con tramas centradas en los altibajos de la labor de gobierno de la Primera Ministra del pa¨ªs, con conflictos bastante primarios pero resueltos casi siempre con acierto y credibilidad, lo que no es f¨¢cil entre una oferta que necesita siempre sorpresa, cinismo y hasta la dosis de falsa inteligencia tan demandada.
De nuevo hay una mujer madura al frente del reparto, la estupenda Sidse Babett Knudsen, lo que confirma que la apuesta por este tipo de personaje no es desmotivador sino gancho para colgar elementos de entretenimiento para adultos, y no asocio esa definici¨®n solo a la cabecera del Playboy. Nuestra pol¨ªtica espa?ola proporciona argumentario m¨¢s cercano a La escopeta nacional que a un conflicto maduro y cargado de valores y principios de buen gobierno. Sin embargo, conviene preguntarse si la ficci¨®n no tiene en ocasiones el valor de transformar la realidad. Inventar otra pol¨ªtica en la tele podr¨ªa derivar en otra pol¨ªtica real m¨¢s estimulante. Si sirve como ejemplo el caso dan¨¦s, que lo dudo siendo como somos, basta recordar que al lanzamiento de la serie le sigui¨® la elecci¨®n de una mujer para Primera Ministra, la socialdem¨®crata Helle Thorning- Schmidt.
La serie nos muestra que en la pol¨ªtica todo es c¨¢lculo. Y sin embargo es vital que ese c¨¢lculo no se convierta en algo que los ciudadanos perciben como manipulaci¨®n, sino que est¨¦ expuesto al cambio de ritmo de la verdad, la decencia, la honestidad moral. Podr¨ªa ser bueno que, por ejemplo, Artur Mas y Junqueras, que andan en sus c¨¢lculos de qu¨¦ es lo mejor para sus partidos a la hora de convocar elecciones catalanas, tuvieran en cuenta que el espect¨¢culo de su estrategia resulta tan obvio que puede descorazonar a quienes a¨²n buscan en la pol¨ªtica remedio social y no solo equilibrismo en el poder.
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