Caso cerrado
Los juicios, que el cine norteamericano nos ayud¨® a idolatrar, causan frustraci¨®n cuando se cierran sin conclusiones
En el caso del maquillaje de cuentas en Bankia, los dos peritos escogidos por el Banco de Espa?a para asesorar al juez est¨¢n compareciendo esta semana para someterse a horas de interrogatorios. En d¨ªas anteriores se fabric¨® una expectativa curiosa, en la que parec¨ªa que iban a ser desautorizados. Se utiliz¨® para atacarlos hasta el hecho de que emitieran dos informes por separado, evidencia de desacuerdo, cuando en realidad era un modo de trabajar que el juez les hab¨ªa admitido. Lo m¨¢s fotog¨¦nico de su comparecencia est¨¢ siendo ver, o mejor ser¨ªa decir no ver, el numeroso s¨¦quito de abogados que participan en la causa. Seg¨²n los cronistas, ni tan siquiera hay sillas para sentarlos a todos. Para esclarecer el saqueo de la caja y hacer entender a los espa?oles que el dinero no se volatiliz¨®, sino que pas¨® a manos particulares bajo la apariencia de pr¨¦stamos fallidos, sobresueldos y prebendas, habr¨¢ que superar una defensa poblada, puesto el autob¨²s delante de la porter¨ªa.
Los juicios, que el cine norteamericano nos ayud¨® a idolatrar, causan frustraci¨®n cuando se cierran sin conclusiones. La familia Pujol, durante a?os un icono institucional, se niega a declarar ante el juez y ha obstaculizado la labor investigativa hasta el punto de amenazar con querellas a los bancos que han proporcionado la m¨ªnima informaci¨®n sobre sus cuentas. Y en un caso m¨¢s aberrante, la trama sobre los vuelos de la CIA ha sido cerrada sin que los espa?oles puedan saber qui¨¦n permiti¨® que en nuestros aeropuertos recalaran aviones en los que se somet¨ªa a secuestro y torturas a sospechosos de terrorismo.
Nuestro Guant¨¢namo port¨¢til no recibir¨¢ un informe senatorial como en Estados Unidos. Para entender el tiempo en que nos movemos, ser¨ªa bueno recomponer las piezas del rompecabezas. Sin aclarar las ilegalidades cometidas por nuestras autoridades monetarias y pol¨ªticas, nos queda escuchar las voces autorizadas, como la de Patrick Cockburn, que sostiene que EE?UU y sus socios de las Azores, al dirigir los ataques contra Irak y Afganist¨¢n tras los atentados del 11-S, eludiendo la responsabilidad de Pakist¨¢n y Arabia Saud¨ª, son responsables del auge del yihadismo. Llegar a saber es una aventura que requiere de juzgados, medios, independencia y acceso documental. Tarea complicada.
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