Baquetas ensangrentadas
Es la pel¨ªcula destinada a llenar este a?o la cuota de sorpresa independiente en la recta final de los Oscar
El punto de inflexi¨®n que convirti¨® a Charlie Parker en una leyenda llamada Bird centra una an¨¦cdota que se menciona dos veces en Whiplash, pel¨ªcula destinada a llenar este a?o la cuota de sorpresa independiente en la recta final de los Oscar.
La an¨¦cdota obsesiona a una de los personajes centrales de la pel¨ªcula ¡ªel aterrador profesor al que encarna J. K. Simmons¡ª y parece resolver por s¨ª sola el debate acerca de si el genio nace o se hace. El genio se hace a fuerza de sangre, sudor y l¨¢grimas, sostiene claramente esta pel¨ªcula enf¨¢tica que oculta, bajo un sentido del espect¨¢culo y un juego de manipulaci¨®n emocional muy del gusto acad¨¦mico, una loa algo escalofriante a una cultura del esfuerzo que pasa por encima de la letra peque?a de la fragilidad y las debilidades humanas.
WHIPLASH
Direcci¨®n: Damien Chazelle.
Int¨¦rpretes: Miles Teller, J. K. Simmons, Paul Reiser, Melissa Benoist, Austin Stowell, Nate Lang.
G¨¦nero: drama. EE?UU, 2014.
Duraci¨®n: 107 minutos.
No ha visto este cr¨ªtico la ¨®pera prima de Damien Chazelle: Guy and Madeline on a Park Bench (2009), tambi¨¦n de ambiente jazz¨ªstico, pero, al parecer, permeable a la improvisaci¨®n, la libertad y cierta ligereza. Sin las herramientas, pues, para calibrar qu¨¦ se ha perdido (o qu¨¦ se ha ganado) con la consagraci¨®n que parece marcar Whiplash, lo que resulta evidente es el parentesco entre este trabajo y el guion que el propio Chazelle escribi¨® para Grand Piano (2013). La mirada a las interioridades de una exigente escuela de m¨²sicos de jazz se revela aqu¨ª tan exagerada, implausible y sensacionalista como all¨ª resultaba la aplicaci¨®n de la mec¨¢nica del suspense sobre el concierto de piano m¨¢s inveros¨ªmil de la Historia.
Con un montaje no pautado, sino sojuzgado por la banda sonora y un risible gusto por el subrayado escabroso ¡ªlas baquetas ensangrentadas, la gota de sudor¡ª, Whiplash no indaga en un nuevo territorio, sino que explota sin sutileza dos modelos de relato tan oscarizables como son el pulso con un tit¨¢n indeseable (pero humano a la postre) y la inflamada ¨¦pica del sacrificio.
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