¡°Todav¨ªa siento que no s¨¦ escribir una novela¡±
Eleanor Catton es la ganadora m¨¢s joven del Booker Prize con ¡®Las luminarias¡¯
Que Las luminarias no es solo un libro de aventuras se advierte desde que, antes de comenzar, su autora se encomienda a su ¡°fe en la vasta y sabia influencia del cielo infinito¡±. Igual que se intuye que Eleanor Catton no es solamente una escritora de novelas de entretenimiento, incluso antes de sentarse a escuchar a esta joven que aprovecha la espera para leer su correo en el ordenador de un despacho ajeno, en la oficina de su agencia literaria londinense, a 18.000 kil¨®metros de su hogar.
Con Las luminarias, que Siruela acaba de publicar en Espa?a, Eleanor Catton se convirti¨® en 2013 en la autora m¨¢s joven en ganar el Booker Prize (con 28 a?os, pero termin¨® el libro cuando ten¨ªa 27). Con m¨¢s de 800 p¨¢ginas, su novela fue la m¨¢s larga distinguida jam¨¢s con el prestigioso galard¨®n, que reca¨ªa por segunda vez en una obra escrita por un neozeland¨¦s, tras Keri Hulme. Y lo gan¨® el mismo a?o de 1985 en que Catton naci¨®.
La novela relata la fiebre del oro en la Nueva Zelanda de del siglo XIX
Todo empez¨® mirando a las estrellas. ¡°El zodiaco es una historia en s¨ª mismo¡±, explica. ¡°Hay 12 etapas, es un movimiento muy estructurado. Cuanto m¨¢s le¨ªa sobre ello, m¨¢s me daba cuenta de que exhibe una verdad narrativa y psicol¨®gica. Hemos proyectado nuestras vidas interiores al cielo durante milenios y toda esa sabidur¨ªa est¨¢ para ser investigada¡±.
En las estrellas atisb¨® una estructura, pero hab¨ªa que llenarla. Buscaba algo diferente a su primera novela, El ensayo general (Siruela), un relato ¨ªntimo sin una localizaci¨®n concreta. Eso le llev¨® a la lectura compulsiva de las novelas cl¨¢sicas del siglo XIX. Quer¨ªa ambientarla en Nueva Zelanda. Y juntando las dos ideas dio con una historia: la fiebre del oro de la costa oeste de Nueva Zelanda en el siglo XIX, sobre la que hab¨ªa o¨ªdo hablar en la adolescencia, viajando en coche con su padre, fil¨®sofo, a trav¨¦s de las monta?as.
Cada personaje est¨¢ asociado a un signo del zodiaco y se comporta como ¨¦l
Aquella fiebre del oro fue ¨²nica. ¡°Cuando se descubri¨® el oro la costa estaba deshabitada¡±, explica. ¡°Era demasiado peligroso tratar de llegar por mar y el paso por las monta?as no se hab¨ªa descubierto. El oro se descubre en 1864 y para 1865 hab¨ªa una civilizaci¨®n salida de la nada¡±, relata.
Decidi¨® ambientar su novela en Hokitika, el lugar que el oro convirti¨®, en apenas dos a?os, en el asentamiento m¨¢s poblado de Nueva Zelanda. ¡°Le¨ª los peri¨®dicos de la ¨¦poca. Fue maravilloso. Ah¨ª est¨¢ todo lo que puede pedir un novelista, lo que no est¨¢ en los libros de historia. Gente real de la ¨¦poca que pone anuncios, que manda cartas al director¡¡±.
Nos hemos vuelto muy individualistas y desde?osos con la idea del destino¡±
En 1866 habitaban Hokitika m¨¢s de 25.000 personas, en su mayor¨ªa hombres que hu¨ªan de un pasado y so?aban con un futro dorado. Hombres como Walter Moody, protagonista de Las lumnarias, que llega a buscar fortuna y encuentra, en el sal¨®n de un hotel, una reuni¨®n secreta de 12 lugare?os que le arrastra a un misterio que rodea una serie de asesinatos no resueltos.
Ya ten¨ªa una historia y una estructura. Ahora hab¨ªa que tejerlas. ¡°Con la ayuda de un programa inform¨¢tico estudi¨¦ lo que pasaba en el cielo de Hokitika desde el d¨ªa en que se descubri¨® el oro en 1864. En determinadas latitudes, Mercurio solo es visible durante el verano. Moody ser¨ªa, pues, mi personaje Mercurio. Llegar¨ªa en el medio del verano austral, al final de enero, impondr¨ªa un orden a la historia y desaparecer¨ªa. La trama del libro fue surgiendo de las cartas astrales¡±. Cada uno de los personajes del sal¨®n est¨¢ asociado a un signo del zodiaco y se comporta como ¨¦l; cada uno es el protagonista de un cap¨ªtulo, y la extensi¨®n de cada cap¨ªtulo es la mitad del anterior.
El ¨¦xito es algo muy privado. Tienes que ser firme y capaz de cerrar la puerta¡±
Le sali¨® un libro de 800 p¨¢ginas. ¡°No creo que vuelva a escribir nunca algo ni de lejos tan largo¡±, asegura. ¡°Exiges mucho al lector con una novela tan grande, por eso me asustaba que fuera aburrido. El libro es tan experimental en la estructura que ten¨ªa que haber una recompensa, y esa recompensa es la historia¡±.
Los derechos ya han sido adquiridos para hacer una serie de televisi¨®n. Y entre tanto, con el dinero de los premios, Catton ha creado una peculiar beca. Una que regala a los escritores tiempo para leer. ¡°Los premiados se llevan el dinero, leen lo que quieran durante un tiempo y escriben algo en respuesta que luego se publicar¨¢ en la web¡±, explica.
En las estrellas, Catton observa males de estos tiempos. ¡°Es imposible ignorar las estrellas si vives en Nueva Zelanda¡±, explica. ¡°He tenido esa experiencia de levantarme en medio de la noche y quedarme pasmada. Me hace pensar que el hecho de no ver ya las estrellas es una de las cosas que m¨¢s nos separan de nuestros ancestros. Nos hemos vuelto muy individualistas y desde?osos con la idea del destino. Me pregunto cu¨¢nto de eso tiene que ver con que no tenemos todas las noches la sensaci¨®n de cu¨¢n insignificantes somos en medio de ese extraordinario tapiz de estrellas que puedes ver a salvo de la poluci¨®n lum¨ªnica¡±. Catton sigue viviendo cerca de las estrellas en Auckland, con su novio poeta. Haber logrado tanto tan joven la asusta. ¡°Todav¨ªa siento que no s¨¦ escribir una novela. S¨¦ escribir dos, ya las he escrito. El ¨¦xito es algo muy privado. Tienes que ser firme. Debes ser capaz de cerrar la puerta y sentarte con tu libro y tu ordenador. Ese es tu mundo¡±.
Babelia
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