La colecci¨®n Frick desembarca en Europa
La Haya acoge 36 obras maestras del arte de los siglos XIII al XIX
Los museos suelen intercambiar obras para realzar las exposiciones que organizan, y a veces, el trueque resulta en ganancia total para ambas partes. Durante dos a?os y medio, la galer¨ªa holandesa Mauritshuis llev¨® sus telas de gira mundial mientras renovaba las instalaciones. La ¨²ltima parada fue en 2014, en la sede neoyorquina de la Colecci¨®n Frick, una de las m¨¢s importantes de Estados Unidos. Reunida por Henry Clay Frick (1849-1919), magnate del acero, y por sus descendientes, ahora son ellos quienes devuelven el favor. En su primera gran muestra europea, han trasladado a La Haya 36 de sus piezas maestras de los siglos XIII a XIX. Telas, esculturas, relojes, dibujos y porcelanas que podr¨¢n verse hasta el pr¨®ximo 10 de mayo.
Los lienzos del Siglo de Oro holand¨¦s se convirtieron en los m¨¢s visitados de su historia para la Colecci¨®n Frick. La hoja de servicios del industrial y patrono est¨¢ unida a la creaci¨®n del gigante del acero U.S Steel y de los ferrocarriles de Pensilvania. Tambi¨¦n a un intento de asesinato tras una huelga de sus trabajadores, reducida con violencia. En cuestiones de arte, cuando gan¨® suficiente dinero empez¨® a coleccionar grandes maestros europeos, adem¨¢s de muebles y alfombras orientales. Aunque su testamento impide prestar lo adquirido en vida (unos dos tercios del total), la colecci¨®n reunida desde su muerte s¨ª puede salir del pa¨ªs. Y ah¨ª figuran piezas de John Constable, Ingres, Cimabue, Hans Memling, Liotard, Goya o Thomas Gainsborough. Un brillante cat¨¢logo del que la Mauritshuis ha seleccionado una parte, recreando las estancias de la residencia Frick junto a Central Park.
La distribuci¨®n de los cuadros permite un curioso ejercicio comparativo. En la sala holandesa destaca la misteriosa Joven de la Perla (1665), de Johannes Vermeer. Frick posee tres vermeer que no han viajado, pero s¨ª lo ha hecho su propia muchacha enigm¨¢tica. Es la Condesa de Haussonville (1845) retratada por el pintor neocl¨¢sico franc¨¦s Jean-Auguste-Dominique Ingres. Sobre la obra del Siglo de Oro se ha escrito y fabulado casi todo, porque se desconoce la identidad de la modelo. Sin embargo, Louise de Broglie, a quien hace referencia el t¨ªtulo del segundo cuadro, fue historiadora e hija, hermana, esposa, madre y t¨ªa de miembros de la Academia Francesa, instituci¨®n que vela por la lengua francesa y llama a sus 40 miembros Los Inmortales.
¡°Ella ten¨ªa entonces 27 a?os y es, en cierto modo, el rostro de la Colecci¨®n Frick. Muy cerca hemos colgado a Grace Dalrymple Elliott (1782), de Thomas Gainsborough. La joven condesa tuvo problemas en una sociedad poco preparada para una mujer inteligente y resuelta. Grace fue amante de reyes y estuvo incluso en la c¨¢rcel durante la Revoluci¨®n Francesa. Dos damas inolvidables. Enfrente, destaca otro d¨²o: El caballo blanco (1819), de John Constable, y Paisaje con puente (1652), del holand¨¦s Jacob van Ruisdael. Dos vistas serenas que contrastan con la intensidad de los retratos¡±, seg¨²n la conservadora, Lea van der Vinde.
Entre la treintena de obras hay un busto de terracota de Louis-?tienne Vincent de Marniola, consejero de estado de Napol¨¦on (1809). La prematura muerte de este pol¨ªtico franc¨¦s, a los 27 a?os, impidi¨® al escultor Joseph Chinard trasladarlo al m¨¢rmol. Casi no hac¨ªa falta, porque consigui¨® una pieza redonda en arcilla. Entre los dibujos, figura Los pescadores (1812), de Goya, y Un hombre joven con un libro (1758), de Ti¨¦polo. Goya dibuj¨® deprisa sobre un papel que era en realidad una factura, y tap¨® con tinta las letras. Con una simple mancha marr¨®n oscuro consigui¨® evocar la cueva donde se abriga el grupo.
Instalada en la nueva sala de exposiciones temporales de la Mauritshuis, a la salida esperan dos pesos pesados y otro busto memorable. Los cuadros son Retrato de un hombre (1470), de Hans Memling, y La Virgen y el Ni?o con santos y un donante cartujo (1441), del taller de Jan van Eyck. En lugar de mirar al espectador, el var¨®n del primero logra que no le perdamos de vista. Henry Frick no pudo comprarse en vida un van eyck aut¨¦ntico, as¨ª que sus descendientes adquirieron lo m¨¢s cercano en 1945. La escultura es de Beatriz de Arag¨®n (1471), realizada por Francesco Laurana. La representada era la hija de Fernando I, rey de N¨¢poles. ¡°Es mi obra favorita. Aunque est¨¢ fechada en el siglo XV, parece moderna¡±, dice Lea van der Vinde. Henry Frick ten¨ªa buen ojo y mejor bolsillo. Sus herederos, debilidad por las miradas del arte.
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