El disco seguro pas¨® a la Historia

Ya no respetan a nadie: Madonna est¨¢ siendo la gran damnificada por la naturaleza porosa de Internet. En diciembre se colaron varios temas suyos inacabados y se detuvo a Adi Lederman, un hacker israel¨ª que supuestamente accedi¨® al ordenador personal de Madonna. Pero el golpe de este martes fue m¨¢s brutal: aparecieron las 25 canciones que constituir¨¢n la edici¨®n ampliada de Rebel Heart, su nuevo ¨¢lbum.

No piensen en un montaje publicitario. Poner ahora en circulaci¨®n un disco previsto para el 10 de marzo supone dinamitar un complejo plan de marketing, que dosifica el estreno de determinadas piezas, las apariciones en TV, las entrevistas y portadas, aparte de los acuerdos con tiendas f¨ªsicas o de Internet. Un despliegue de estrategia y log¨ªstica que se estrella ya que, seguramente, se ver¨¢n obligados a acortar plazos. Esa fue la decisi¨®n tomada por Bj?rk en enero, al filtrarse lo que iba a ser su nueva obra, Vulnicura, prevista para marzo, cuando coincidir¨ªa con su retrospectiva en el MOMA neoyorquino y la salida del libro Bj?rk: Archives.

Esos sobresaltos son el pan de cada d¨ªa en la industria musical (y, en menor escala, en la cinematogr¨¢fica). P¨¢ginas como Has It Leaked? o Leaked Early informan regularmente de la catarata de novedades que, zas, emergen de manera ilegal. Nos enteramos cuando las v¨ªctimas son superestrellas pero los dem¨¢s artistas tambi¨¦n acusan el impacto de esos torpedos. En el caso de Madonna, puede que haya un elemento de venganza: ella ha combatido vigorosamente la pirater¨ªa, incluso subiendo como canciones suyas unos archivos que conten¨ªan insultos para quien se los descargaba; subi¨® el list¨®n cuando acus¨® de ¡°terrorismo¡± al responsable de las filtraciones de diciembre.

Habitualmente se sol¨ªa culpar a periodistas y radiofonistas, que tienen acceso previo a discos importantes, mediante servicios de streaming o en copias f¨ªsicas. Sin embargo, esos adelantos llevan marcas de agua que, supuestamente, identifican al responsable de cualquier uso indebido. En realidad, las novedades se escapan antes de llegar a los medios.

El proceso de elaboraci¨®n del pop actual es m¨¢s multitudinario de lo que creemos, lejos del mito del creador solitario. Una canci¨®n de ¨¦xito puede requerir los esfuerzos de numerosos autores y productores. Estos, m¨¢s sus t¨¦cnicos de grabaci¨®n y los responsables de masterizaci¨®n o remezclas, disponen de temas acabados o discos enteros antes incluso de que se entreguen a la independiente o multinacional que los pondr¨¢ en el mercado.

Se han tapado esc¨¢ndalos embarazosos: se supo que el hijo de un directivo de Warner Music era el agujero por el que se difund¨ªan numerosos discos in¨¦ditos. M¨¢s frecuente, se trata de empleados an¨®nimos: el becario que quiere resarcirse de verse obligado a labores humillantes o el mel¨®mano que alardea de proximidad a los grandes nombres.

Una vez que el master va a f¨¢brica o a las plataformas digitales, olv¨ªdenlo: se multiplican las posibilidades de fuga. Los sistemas actuales de distribuci¨®n priorizan unos puntos de venta sobre otros, con temas exclusivos y adelantos en fechas. Hay una ventana en la que esos lanzamientos son muy apetecibles. Y las motivaciones var¨ªan: desde el fundamentalista de la-m¨²sica-debe-ser-gratis al aprovechado que exige dinero a servicios de enlaces que desean aumentar su tr¨¢fico. Se han detectado igualmente ocurrencias patol¨®gicas: raperos que pretend¨ªan sabotear los esfuerzos de un colega o artistas de la segunda divisi¨®n que ansiaban generar alboroto medi¨¢tico. Otra cuesti¨®n es si el da?o es tan grave. En Estados Unidos, pr¨¢cticamente toda novedad apetitosa llega clandestinamente a la red d¨ªas o semanas antes de su fecha de salida oficial; hay empresas como Track It Down o Audiolock que monitorizan el ciberespacio y, mediante amenazas legales, intentan que desaparezca el material candente. Enfrentada al hecho consumado, Bj?rk puso a la venta Vulnicura en iTunes Store y adelant¨® temas a Spotify. Dado que el disco trata un asunto sensible ¡ªsu separaci¨®n del padre de su hija¡ª decidi¨® que lo mejor era revelar sus sentimientos lo antes posible.

Pocos artistas controlan tanto su entorno como para mantener en secreto el hecho mismo de que est¨¢n trabajando en m¨²sica fresca. Lo logr¨® David Bowie con The next day, gracias a la fidelidad de sus m¨²sicos y t¨¦cnicos (reforzada por contratos de confidencialidad). Unos meses despu¨¦s, imit¨® la jugada Beyonc¨¦, con su quinto ¨¢lbum en solitario.

Para el resto, queda establecer protocolos de seguridad derivados del modus operandi de los servicios de inteligencia. En 2011, el marido de Beyonc¨¦, Jay-Z, grab¨® con Kanye West: se citaban con sus equipos creativos en hoteles y estudios de diferentes pa¨ªses; las grabaciones quedaban a cargo de dos o tres ingenieros de su confianza. El disco resultante, Watch the throne, fue directamente a iTunes antes de llegar a las f¨¢bricas de CD y vinilos. Les funcion¨® pero aseguran que no quieren repetir tan paranoica experiencia.