Un matem¨¢tico excepcional
La vida de Beno?t Mandelbrot fue todo menos previsible, y sus luchas no fueron solo cient¨ªficas.
El g¨¦nero autobiogr¨¢fico posee una larga historia, pero no han sido demasiados los cient¨ªficos que lo cultivaron en el pasado (me estremezco solo de imaginar que aquel genio hura?o y neur¨®tico llamado Isaac Newton hubiese dedicado algo de su tiempo a escribir unas memorias, y doy gracias a que el agudo esp¨ªritu familiar de Charles Darwin le llevase a preparar una autobiograf¨ªa que podr¨ªa resultar, quiz¨¢, interesante para sus hijos o para sus nietos, seg¨²n sus palabras; as¨ª como a la afici¨®n a la escritura de Santiago Ram¨®n y Cajal, que nos leg¨® una de las mejores obras de este tipo escritas jam¨¢s en castellano). No obstante, esta situaci¨®n ha ido cambiando en las ¨²ltimas d¨¦cadas, en las que no pocos cient¨ªficos se han mostrado deseosos, con toda legitimidad, de contar sus historias, no siempre, dicho sea de paso, terriblemente interesantes.
De entre los matem¨¢ticos del siglo XX, recuerdo ahora algunas autobiograf¨ªas que ciertamente merecieron la pena el tiempo que sus autores emplearon en su elaboraci¨®n: las de Norbert Wiener (Ex prodigio: mi infancia y juventud y Soy un matem¨¢tico), Stanislaw Ulam (Aventuras de un matem¨¢tico), Andr¨¦ Weil (Memorias de aprendizaje), Laurent Schwartz (Un math¨¦maticien aux prises avec le si¨¨cle; no traducida al espa?ol), y la m¨¢s maravillosa de todas, la deliciosa Apolog¨ªa de un matem¨¢tico,de Godfrey H. Hardy.
A esta selecta lista se une ahora Beno?t Mandelbrot (Varsovia, 1924-Cambridge, Estados Unidos, 2010), uno de los matem¨¢ticos m¨¢s originales que produjo el siglo XX. Aunque su profesi¨®n se caracteriza por ocuparse de descubrir lo desconocido, ya sean esquemas te¨®ricos, fen¨®menos naturales o artilugios antes inimaginables, las biograf¨ªas de la mayor¨ªa de los cient¨ªficos son previsibles; no f¨¢ciles, por supuesto: tienen que luchar por obtener seguridad y reconocimiento en un campo fieramente competitivo. La biograf¨ªa de Mandelbrot fue todo menos previsible y limitada: sus luchas no fueron ¨²nicamente cient¨ªficas; en su juventud tuvo que esforzarse por algo m¨¢s importante, la supervivencia f¨ªsica. Miembro de una educada familia jud¨ªa residente en Varsovia, sus padres fueron lo suficientemente l¨²cidos para abandonar Polonia con destino a Par¨ªs en 1936, dos a?os antes de que el Ej¨¦rcito de Hitler marchara hacia Viena, y despu¨¦s a Praga camino de Varsovia, con el terror¨ªfico resultado de que la comunidad jud¨ªa en la que los Mandelbrot pose¨ªan sus ra¨ªces termin¨® desvaneci¨¦ndose como el humo.
Narra con gracia y buen estilo literario sus vaivenes profesionales, sus circunstancias familiares y los cient¨ªficos que conoci¨®
Pero Par¨ªs fue, como bien sabemos, el siguiente destino nazi, y Beno?t se vio obligado a llevar durante a?os, fuera de la capital, una vida de clandestinidad, que relata con vigor en sus memorias. Previsi¨®n, suerte, ayudas esperadas e inesperadas y fortaleza de ¨¢nimo se hacen evidentes en la descripci¨®n de aquellos a?os, periodo que dio paso a la siguiente fase de su biograf¨ªa, la de su educaci¨®n, una educaci¨®n poco convencional, aun desarroll¨¢ndose en un centro de excelencia convencional como la elitista (en raz¨®n de m¨¦ritos intelectuales) ?cole Polytechnique. Una vez graduado all¨ª podr¨ªa haber seguido la senda tradicional del cient¨ªfico, un camino que su talento permit¨ªa vislumbrar. En lugar de ello, el joven Mandelbrot march¨® a Norteam¨¦rica, instal¨¢ndose entre 1947 y 1949 en un centro "aplicado" y pluridisciplinar: el Instituto Tecnol¨®gico de California de Pasadena, un lugar adecuado para un matem¨¢tico que nunca se afinc¨® en una torre de marfil disciplinar. Porque si algo caracteriz¨® la carrera de Beno?t Mandelbrot fue c¨®mo aplic¨® su inmenso y original talento a campos que necesitan de la matem¨¢tica, pero que no eran matem¨¢ticos per se, o mejor, que no formaban parte del curr¨ªculo tradicional de la formaci¨®n de un matem¨¢tico.
Precisamente por ello, aunque regres¨® a Francia, doctor¨¢ndose en la Sorbona en 1952, y pas¨® alg¨²n tiempo en el Centre National de la Recherche Scientifique franc¨¦s, su nomadismo le llev¨® al Institute for Advanced Study de Princeton (1953-1954), a la Universidad de Ginebra (1955-1957), donde colabor¨® durante un tiempo con el psic¨®logo Jean Piaget, y a la Universidad de Lille. Todos ellos eran, sin embargo, centros demasiado acad¨¦micos, carentes de la vitalidad, del contacto con las necesidades de la vida o los intereses industriales que la personalidad de Mandelbrot exig¨ªa, as¨ª que en 1958 comenz¨® a trabajar en el Centro de Investigaci¨®n Thomas J. Watson que IBM ten¨ªa en Nueva York. All¨ª permaneci¨® los siguientes 35 a?os. Al jubilarse, en 1993, continu¨® trabajando en la Universidad de Yale, finalmente como catedr¨¢tico em¨¦rito de Ciencias Matem¨¢ticas.
Adem¨¢s de narrar con gracia y buen estilo literario sus vaivenes profesionales, sus circunstancias familiares y cient¨ªficos que conoci¨® o le influyeron (como John von Neumann, Andrei Kolmogorov, Paul L¨¦vy, Robert Oppenheimer, o su t¨ªo, el distinguido matem¨¢tico, disc¨ªpulo de Jacques Hadamard y sucesor suyo en su c¨¢tedra del College de France, Szolem Mandelbrot), y como no pod¨ªa ser menos, los fractales, los entes matem¨¢ticos por los que es m¨¢s recordado, figuran prominentes en el contenido de este libro, significativamente titulado El fractalista. "La obra de mi vida", manifest¨® en otro de sus trabajos (Beno?t Mandelbrot y Richard L. Hudson, Fractales y finanzas), "ha sido desarrollar una nueva herramienta matem¨¢tica para incluir en el exiguo equipo de supervivencia del hombre. La llamo geometr¨ªa fractal y multifractal. Es el estudio de la escabrosidad, de lo irregular y tortuoso. Conceb¨ª estas ideas a lo largo de varias d¨¦cadas de vagabundeos intelectuales, reuniendo muchos artefactos y asuntos perdidos, olvidados, subexplorados y en apariencia inconexos del pasado matem¨¢tico, extendi¨¦ndolos en todas direcciones y creando un cuerpo de conocimiento matem¨¢tico nuevo y coherente". Ese "extendi¨¦ndolos en todas direcciones" lo explica con cierto detalle, especialmente en un campo aparentemente improbable como es la econom¨ªa, en este libro, que ve de esta manera ampliado el posible campo de sus lectores.
La de Mandelbrot es, en suma, una autobiograf¨ªa digna de ser le¨ªda. Con ella y en ella, aprendemos algo de parcelas no demasiado exploradas del mundo matem¨¢tico del siglo XX, pero tambi¨¦n de c¨®mo la biograf¨ªa de un cient¨ªfico se incardin¨® en aquella, tan maravillosa en lo cient¨ªfico como terrible en lo pol¨ªtico, centuria.
El fractalista. Memorias de un cient¨ªfico inconformista. Beno?t Mandelbrot. Traducci¨®n de Araceli Maira Ben¨ªtez. Tusquets. Barcelona, 2014. 344 p¨¢ginas. 22 euros
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