La risa de la dictadura

Vivimos en un mundo tan absurdo que un simple disparate puede ponerlo en peligro. Categor¨ªas como lo esencial, lo importante y lo puramente anecd¨®tico se han acabado mezclando en un magma donde ya no se sabe si lo que manda es la reestructuraci¨®n de la deuda griega o las camisas de Varoufakis, el peinado de Kim Jong-un o el programa nuclear de Corea del Norte. Todo ello en un universo global donde los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales amplifican los hechos (los esenciales y los anecd¨®ticos) de tal modo, y en peligrosa paridad, que si el receptor en el poder no sabe (o no quiere) diferenciar, el polvor¨ªn est¨¢ servido.

Conocidas las consecuencias antes que el producto en s¨ª, y en medio de un clima de de desasosiego tan risible como peligroso, ninguna pel¨ªcula puede estar a la altura de lo que se ha montado alrededor de The interview. De modo que quiz¨¢, si analizamos lo acontecido, lo anecd¨®tico sea esta vez el producto en s¨ª, y lo esencial el examen de por qu¨¦ una quema del Cor¨¢n en una pat¨¦tica iglesia de la Am¨¦rica Profunda puede causar caos y amenazas en el otro lado del mundo, o una chorrada sin trascendencia alguna sobre la dictadura comunista de Corea del Norte provocar amenazas de bomba en los cines donde se proyecta. Porque, la pel¨ªcula en s¨ª, no puede ser m¨¢s banal: graciosa en una m¨ªnima parte, nunca premonitoria ni clarividente, y a¨²n menos peligrosa. Seth Rogen y Evan Goldberg, directores de la divertid¨ªsima Juerga hasta el fin, se agarran al estereotipo y a lo m¨¢s insustancial de la figura de Kim Jong-un y de las caracter¨ªsticas del r¨¦gimen coreano, para conformar una parodia de algo que, en s¨ª mismo, ya contiene elementos par¨®dicos, por muy real que sea. La parafernalia dictatorial siempre conlleva algo hilarante en su forma, y el mandatario coreano, desde luego, es el primero que no se libra. Los dictadores suelen ser pasto f¨¢cil para la chanza, y los autores de The interview lo aplican con espor¨¢dica gracia (una melosa canci¨®n de Katy Perry como la m¨¢s peligrosa de las armas de destrucci¨®n masiva del coraz¨®n de un tirano), situaciones demasiado alargadas en el tiempo y excesivos recursos hacia la escatolog¨ªa. Una pel¨ªcula para ver y olvidar, si no se hubiera acabado mezclando con un concepto tan enorme como la libertad de expresi¨®n. Pero cu¨¦ntale t¨² a Kim Jong-un lo que es la libertad de expresi¨®n mientras sus s¨²bditos sobreact¨²an el llanto como si no hubiera un ma?ana.