Barcelona y sus b¨¢rbaros negros
Con motivo del BCNegra, el autor de novelas como ¡®Yo fui Johnny Thunders¡¯ o ¡®No llames a casa¡¯ firma un periplo por los escenarios que la ciudad ha brindado a la novela negra

Sin palabras, las ciudades no existir¨ªan. Si Genet no hubiera venido a robar y a prostituirse al Chino. Si Cervantes no hubiera derribado a Don Quijote en la Barceloneta. Si Sagarra no hubiera ama?ado unas letras de cambio y Mars¨¦ no hubiera derrapado aquella moto. Si Casavella no hubiera hecho bailar a su watusi por el Poble Sec o Monz¨® sus personajes asombrados de la magnitud de su gin t¨®nic en el Born. Si la Nada o el desamparo no se hubieran comido a Laforet o a Rodoreda. Sin todo eso, sin un imaginario literario, Barcelona no existir¨ªa.
Pero ?por qu¨¦ Barcelona? ?Y por qu¨¦ como escenario negro? Barcelona es una ciudad portuaria en la que se mata¡ pero poco (Andreu Mart¨ªn dixit). Acogedora, aunque algo menos si llegas de ilegal. Amable con los turistas, sumisa ante los ricos, exigente con sus ciudadanos y dura con los que sobran. Tambi¨¦n ¡ªy esto es importante¡ª es una ciudad derrotada. Una y otra vez. Un alma conservadora y otra, ¨¢crata, ambas machacadas por una posguerra que ajust¨® cuentas mucho m¨¢s all¨¢ del derecha/izquierda.
La derrota, el pesimismo unido a una quijotesca mirada de no discernir nunca qu¨¦ son molinos y qu¨¦ gigantes, ali?ado con la paradoja de lo fronterizo y rumberos gitanos, cazadoras rock, patriotas, los s¨ª pero no, los culturetas afrancesados, el boom hispanoamericano, tu cu?ado magreb¨ª y la abuela que a¨²n votar¨ªa a Pujol.
A algo as¨ª lleg¨® V¨¢zquez Montalb¨¢n. En una cena se apuesta Carvalho. Y con ¨¦l, la asunci¨®n del imaginario popular y birlarle a la burgues¨ªa el Bar?a, la buena mesa y los libros. MVM y Carvalho son esenciales para entender por qu¨¦ Barcelona es negra. Pero conviene no olvidar precedentes en ambas lenguas (Rafael Tasis, Manuel Pedrolo¡). Pero a partir de MVM el Raval se ancla como topograf¨ªa canon de la novela negra.
Y el itinerario de Carvalho, Charo y compa?¨ªa corre el riesgo de macdonaldizar al tipo que mat¨® a Kennedy. MVM resiste pero cuidado con hacerse da?o. Carvalho tiene despacho Ramblas abajo, aunque duerme fuera de la ballena. En un chalet con chimenea quema-libros en Vallvidrera. Pero Carvalho se mueve por la Barcelona canalla, bares como Bodega Bohemia, men¨²s en Casa Leopoldo y Biscuter comprando en La Boquer¨ªa.
Ravaleando pero con el zoom m¨¢s amplio ¡ªel Paral.lel y el Poblesec¡ª, se mueve el inspector M¨¦ndez de Gonz¨¢lez Ledesma. Los m¨¢rgenes se ensanchan (Petra Delicado de Gim¨¦nez-Barlett, se mueve aqu¨ª y all¨¢, vive en Poblenou; los gemelos investigadores de Teresa Solana tienen su base de operaciones en Gr¨¤cia) pero las murallas imaginarias de la ciudad persisten. M¨¢s all¨¢ de ellas juegan los cr¨ªos de la emigraci¨®n y de los catalanes que pod¨ªan dejar el insalubre centro de la ciudad ¡ªdrogas, delincuencia¡¡ª, los futuros b¨¢rbaros que con flechas negras o no tan negras (Kiko Amat, Miqui Otero o P¨¦rez And¨²jar) apuntan a eso que les dicen que es Barcelona. Desde el barrio Barcelona es ajena como centro ciudadano. Esos b¨¢rbaros quieren, de mayores, bajar a Barcelona a por lo suyo: carta de autenticidad y visibilidad.

Andreu Mart¨ªn, en Pr¨®tesis, abre boquete hacia el conflictivo barrio de La Mina. Las ¨²ltimas novelas de Llort se ubican en casas Usher del Eixample, pero antes se adue?¨® de la monta?a de Montjuic. David Castillo recrea el mundo de Mars¨¦ con la figura del perdedor de todas las guerras desde el Puente de Vallcarca hasta el Congr¨¦s, haciendo desaparecer a la ciudad al completo.
Cristina Fallar¨¢s hace deambular como un zombi a su detective embarazada. Su Raval es un muro de acero helado pero se mueve mejor por la calle Artesan¨ªa, en Roquetes o entrando por calle Gitanilla, cerca de la Prisi¨®n de J¨®venes de Trinidad, donde estaba el ¨²nico fumadero de opio de la ciudad en los 80. Toni Hill, en Los buenos suicidas, hace morir a Sara en la estaci¨®n de metro de Urquinaona pero en la ¨²ltima entrega el Hiroshima de los amantes est¨¢ en la poblaci¨®n de El Prat.
V¨ªctor del ?rbol, desde el Castillo de Torre Bar¨®, mezcla sus propios recuerdos de infancia con los del abogado Gil en Un mill¨®n de gotas. Y un servidor recrea un Guinard¨®-Horta de cazadoras de cuero, bingos, talleres mec¨¢nicos y una plaza Catalana donde acaba su periplo Yo fui Johnny Thunders.
Todos b¨¢rbaros entrando a sangre y fuego literario dentro de las murallas de una ciudad llena de turistas y convenciones de m¨®viles. Al parecer, aquellos chavales de los barrios somos necesarios para que Barcelona no pierda parte de su identidad. Pijoaparte y Carvalho, cada uno desde su monta?a, se deben estar descojonando.
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