Julio Llamazares: ¡°La memoria hist¨®rica de un pa¨ªs es su literatura¡±
El autor relata en 'Distintas maneras de mirar el agua' el destierro olvidado de los vecinos de pueblos sumergidos en pantanos. ¡°Son los jud¨ªos espa?oles del siglo XX¡±
"Todav¨ªa existe¡±. La vida de Julio Llamazares est¨¢ tan unida a lugares desaparecidos que cuando habla del pueblo en el que pas¨® casi toda su infancia ¡ªOlleros de Sabero¡ª aclara sin darse cuenta de que todav¨ªa existe. Los que no existen, o no del todo, son Vegami¨¢n ¡ªel lugar en el que naci¨® en 1955, hoy anegado por un pantano¡ª y Ainielle, la aldea deshabitada del Pirineo aragon¨¦s en la que situ¨® la acci¨®n de La lluvia amarilla,su segunda novela, que lo consagr¨® en 1988.
Tras d¨¦cadas siendo algo as¨ª como ¡°el escritor del pueblo sumergido¡±, Llamazares publica Distintas formas de mirar el agua, el relato coral de una familia que vuelve al embalse del Porma ¡ªel que aneg¨® Vegami¨¢n¡ª para dispersar en sus aguas las cenizas del patriarca. En su casa de Madrid, el escritor cuenta que siempre ha escrito el mismo libro, que todo lo que ha hecho son variaciones sobre el primer verso del primer poema de su primer libro. Lo dice metaf¨®ricamente, pero, por si acaso, el libro es La lentitud de los bueyes. De 1979. El verso es este: ¡°Nuestra quietud es dulce y azul y torturada en esta hora¡±. Son las cinco, llueve. No es literatura.
PREGUNTA.?Por fin su novela sobre los pueblos sumergidos. Casi a los 60 a?os. ?Le ha costado?
RESPUESTA.?La verdad es que he tenido la sensaci¨®n de escribirla como al dictado. Tardo mucho entre novela y novela. Esta es la sexta en esos 60 a?os. Hubo dos detonantes: haciendo un reportaje sobre el pantano de Ria?o fui a un pueblo de colonizaci¨®n de Palencia y me impresion¨® que la gente me dijera que cuando pasaron de la monta?a a la llanura tuvieron que aprender a mirar porque se perd¨ªan sin puntos de referencia. Adem¨¢s, los hab¨ªan alojado en una laguna desecada y cuando llov¨ªa volv¨ªa a aflorar el agua, as¨ª que ten¨ªan que dormir con la mano colgando de la cama por si acaso. Esas im¨¢genes removieron en m¨ª todo lo acumulado.
P.??Y el otro detonante?
R.?Una conferencia que me invitaron a dar en un congreso sobre el agua. Me pidieron que hablara sobre mi relaci¨®n con Juan Benet como ingeniero del pantano que cubri¨® Vegami¨¢n. Las dos cosas hicieron que brotara de golpe esta novela. Es como cuando llevas mucho tiempo escribiendo y un d¨ªa le das a la impresora y sale todo seguido.
P.?El libro lleva una cita de Benet, que le dijo que usted era escritor gracias a ¨¦l.
R.?Lo hac¨ªa por provocar, en su estilo, y yo lo tom¨¦ como un insulto. No tuve mucha relaci¨®n con Benet, pero creo que era un gran t¨ªmido que combat¨ªa su timidez atacando. Hizo por conocerme. Para m¨ª era un escritor muy importante y nuestra relaci¨®n fue extra?a: por un lado, manten¨ªa su pose de ingeniero escritor arrogante; por otra, siempre me preguntaba por la gente de all¨ª.
P.??Y ten¨ªa raz¨®n?
R.?Polemizamos sobre el cierre de Ria?o, en 1987, y us¨® esa frase. Con el tiempo he pensado que ten¨ªa raz¨®n. Esta novela trata de responder a la pregunta que siempre me hacen sobre c¨®mo me ha influido nacer en un pueblo sumergido. Supongo que como a otro nacer en Madrid o en ?frica, pero imagino que ese sentimiento de p¨¦rdida, destrucci¨®n y desarraigo que recorre mis libros viene de ah¨ª. Vegami¨¢n es un s¨ªmbolo, no un lugar. Es esa sombra que se adivina bajo el agua cuando pasas por all¨ª en verano. Esa es mi patria, una sombra bajo el agua.
P.??Se acuerda de Vegami¨¢n?
R.?Muy poco. Nac¨ª all¨ª por azar. Mi padre era el maestro de la escuela y me fui con dos a?os. Cuando empezaron las obras nos mudamos a un pueblo minero cercano.
P.??Olleros?
R.?Olleros de Sabero, que todav¨ªa existe, aunque muy deca¨ªdo por el cierre de la miner¨ªa. Me dicen: ¡°Escribes de cosas muy tristes¡±, pero miro para atr¨¢s y todos los lugares por los que he pasado o est¨¢n bajo el agua o son arqueolog¨ªa industrial o no queda nadie. No es que sea mejor ni peor, es lo que yo he vivido. De ah¨ª me viene la sensaci¨®n de ser un extranjero que vive en Espa?a.
P.??Cu¨¢ndo tom¨® conciencia de que su pueblo estaba bajo el agua?
R.?En 1983. Viv¨ªa ya en Madrid y un director de cine, Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Sarmiento, quiso hacer una pel¨ªcula ¡ªEl filand¨®n¡ª con cuentos de autores leoneses. Yo escrib¨ª un guion para rodarlo en un pueblo cercano al pantano y al llegar para rodar lo primero que veo son las ruinas de Vegami¨¢n emergidas del agua. Estaban vaciando el embalse para revisar la presa. Fui a la casa en la que nac¨ª: estaba llena de truchas muertas atrapadas en el lodo. Escrib¨ª tres poemas pero fui incapaz de seguir. Me di cuenta de que la palabra es muy limitada, y yo, m¨¢s.
Te pueden obligar a todo menos a no recordar, o a recordar. El trabajo de los escritores es recuperar todo lo que puedas del peso del olvido
P.?Los personajes de su novela se quejan de que el ingeniero los menospreci¨®. ?Fue as¨ª?
R.?Por lo que yo he o¨ªdo contar, fue as¨ª. Salvo el due?o de la venta de Remell¨¢n, en la que Benet escrib¨ªa por las noches, nadie me ha hablado bien de ¨¦l. Pero este libro no es un ajuste de cuentas: yo tuve una relaci¨®n cordial con Benet y como escritor lo admiro mucho. Era la ¨¦poca.
P.??La ¨¦poca?
R.?Entonces los ingenieros eran dioses, pero tambi¨¦n los m¨¦dicos y hasta los maestros de escuela. Los ingenieros eran dioses que pod¨ªan cambiar la naturaleza y tu vida. Estabas en tu casa y te ca¨ªa encima el aparato del Estado. Vegami¨¢n fue en la ¨¦poca de Franco, pero Ria?o en la de Felipe Gonz¨¢lez y no s¨¦ si recuerdas im¨¢genes de la Guardia Civil entrando en el pueblo como los israel¨ªes en Gaza. Y era el PSOE, que antes hab¨ªa criticado los pantanos. Pero esto es una novela. Mi postura ante los pantanos no es de cerraz¨®n. Las cosas hay que hacerlas porque hace falta el agua pero sin tratar a la gente como animales.
P.?Pese al drama, sus personajes reconocen que la vida les fue mejor.
R.?Los dos temas de la novela son el punto de vista ¡ªpara unos el paisaje es precioso; para otros, tenebroso¡ª y el desarraigo. Los damnificados por los pantanos son los jud¨ªos espa?oles del siglo XX, el suyo es un destierro desconocido para la mayor¨ªa de la gente. Muchos saben que hay pantanos, pero no que hay pueblos debajo del agua.
P.??Mereci¨® la pena? Los pantanos no siempre han servido para el regad¨ªo.
R.?Es que muchos no fueron construidos para lo que le dijeron a la gente. El progreso es necesario pero hay muchas formas de enfocarlo, y en los pa¨ªses tercermundistas se hace a lo bruto. Es muy posible que hoy las comisiones de medio ambiente impidieran la construcci¨®n del de Ria?o. Mucha gente no sabe que ese pantano fue la contraprestaci¨®n que Iberdrola exigi¨® al Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez a cambio de cerrar la central nuclear de Lem¨®niz cuando ETA mat¨® al ingeniero Ryan y la cosa se puso muy grave.
P.??Por qu¨¦?
R.?Ria?o est¨¢ en la cabecera del Esla, que es el r¨ªo m¨¢s caudaloso de la cuenca del Duero, es decir, el m¨¢s caudaloso de Espa?a de los que no desembocan en el mar. No iban a regar el sur de la provincia de Le¨®n, Valladolid y Palencia, que algo debe regar, el objetivo era garantizar el caudal para todas las presas que hay a lo largo del Duero, que son las que producen energ¨ªa el¨¦ctrica. Se manipul¨® a la gente. Los m¨¢s defraudados por Ria?o eran los que m¨¢s a favor hab¨ªan estado: los presuntos regantes. Veinte a?os despu¨¦s no regaban.
P.?Usted ha escrito que la actitud del PSOE entonces fue su desenga?o pol¨ªtico.
R.?Es que coincidieron dos cosas en ese tiempo y, por cierto, en las dos estaba Benet, que fue uno de los que m¨¢s apoyaron el s¨ª en el refer¨¦ndum de la OTAN. Ria?o me dio la oportunidad de decir lo que no hab¨ªa dicho cuando sepultaron Vegami¨¢n porque era un ni?o. Eso y la vida, que te va ense?ando que es mentira dividir el mundo entre buenos (los m¨ªos) y malos (los otros).
Vuelta al pueblo fantasma
Julio Llamazares volvi¨® a Vegami¨¢n en 1983. Hab¨ªan vaciado el pantano y las ruinas del pueblo emergieron. Fruto de aquella visita fueron el guion cinematogr¨¢fico 'Retrato de ba?ista', publicado por Del Oeste Ediciones, y tres poemas ahora recogidos en Versos y ortigas (Hiperi¨®n), su poes¨ªa reunida. En uno de ellos dice: ¡°Como una ciencia antigua de vapor de plomo. Como un lobo de piedra que el r¨ªo arrastra hacia el abismo. Aguas negras y acero, entre la niebla helada la muerte viene y va¡±.
P.??Pasa lo mismo entre la ciudad y el campo? Su novela habla tambi¨¦n de la desaparici¨®n del mundo rural.
R.?Para m¨ª cualquier tiempo pasado fue peor. No hay que idealizar ni el mundo rural ni el urbano. Aparte de que ahora no hay distinci¨®n entre uno y otro. Los medios de comunicaci¨®n lo han homogeneizado todo. Vas a un instituto a Plasencia y a otro a Madrid y no sabr¨ªas d¨®nde est¨¢s si te cierran los ojos antes de llegar: visten igual y dicen las mismas cosas. Mi opini¨®n al respecto es la suma de todas las voces de esta novela. Los escritores somos muy vanidosos y solemos poner nuestros rasgos al protagonista, pero es mentira, lo que refleja la verdadera personalidad del autor es la suma de los secundarios.
P.?En la edici¨®n del 25? aniversario de La lluvia amarilla se sorprend¨ªa del ¨¦xito de la novela porque pensaba que el tema y el estilo eran anacr¨®nicos. ?Su estilo es anacr¨®nico?
R.?No es que lo crea, es que lo era para el gusto dominante. Luna de lobos sali¨® en el a?o 1985, en plena movida, cuando hablar de la Guerra Civil era de mal gusto.
P.??Es verdad que mand¨® el original a una direcci¨®n equivocada?
R.??Y no ten¨ªa copia! Es que era un desastre. Tampoco es que ahora sea muy ordenado, pero¡ Entonces ser joven no era un plus como ahora, era un handicap. Con menos de 40 era dif¨ªcil publicar novela. Seix Barral me gustaba y, aunque no conoc¨ªa a nadie, actu¨¦ con picard¨ªa porque entre las pocas cartas que hab¨ªa recibido comentando mis libros de poemas hab¨ªa una de Gimferrer.?Mir¨¦ la direcci¨®n en un ejemplar de Confieso que he vivido, las memorias de Neruda, y la mand¨¦ a la calle del Tambor del Bruc, todav¨ªa me acuerdo. La editorial estaba ya en otra calle y el cartero la llev¨® all¨ª. Mi padrino literario fue el servicio de Correos.
P.?Pese al gusto dominante, tuvo sus lectores. Y tres a?os despu¨¦s La lluvia amarilla fue un gran ¨¦xito.
R.?Lo que he descubierto es que hay dos pa¨ªses. Uno es el que aparece en los medios y otro el real. Ese es el que se identific¨® con La lluvia amarilla, que no es que fuera anacr¨®nica, es que estaba fuera de lugar en la Espa?a oficial de entonces. T¨² le¨ªas los peri¨®dicos y las novelas ten¨ªan que hablar de ciudades y detectives. Todos ¨¦ramos muy modernos, quer¨ªamos ser un bote de Col¨®n y salir anunciados en la televisi¨®n.
P.?Y ven¨ªa usted con sus historias de pueblo.
R.?Me cay¨® el sambenito de escritor rural. Incluso sobre El cielo de Madrid Rafael Conte dijo que era una novela rural aunque pasaba en Madrid. Joder, ya puedes situar una novela en Marte, que no te sacan de la casilla.
P.?Tambi¨¦n dijeron que era el campe¨®n de la literatura ecol¨®gica.
R.?Yo soy lo m¨¢s contrario a la visi¨®n rom¨¢ntica de la ecolog¨ªa, aunque tampoco estoy en el otro lado. Ten¨ªa raz¨®n Einstein: es m¨¢s f¨¢cil desintegrar un ¨¢tomo que una idea preconcebida. Los libros te emocionan o no te emocionan. Como me dijo una vez un lector, es como meter los dedos en un enchufe: hay libros que dan calambre y libros que no. Yo siempre me he sentido fuera de lugar, no lo digo con prepotencia, todo lo contrario. Lo que me ha ayudado es el eco que los libros han tenido en la vida real.
P.La lluvia amarilla fue un fen¨®meno. La gente bautizaba a sus hijas con el nombre del pueblo, Ainielle, viajaban a visitarlo¡
R.?Toqu¨¦ una fibra que estaba lejos de saber que tocaba. Es el mon¨®logo de 200 p¨¢ginas, o las que tenga, de un hombre que se muere. No parece lo m¨¢s comercial. Algunos la tomaron por algo que no es: la Biblia de la desaparici¨®n de un mundo. A veces m¨¢s que halagarme me sobrecoge saber que hay gente que va andando al lugar, que duerme all¨ª, he recibido cartas de lectores a los que se les apareci¨® el personaje¡ Si lo llego a saber la hubiera situado en un pueblo m¨¢s cerca de la carretera para que no tuvieran que subir 12 kil¨®metros. La gente ve en los libros cosas que uno no ha puesto.
P.?Lo que s¨ª ha puesto son padres. Sus novelas est¨¢n llenas. Incluso esta ¨²ltima: el muerto es el protagonista. ?Lo hab¨ªa pensado?
R.?Lo estoy pensando ahora que me lo dices. Es verdad. Padres callados, duros, bondadosos pero que no quieren parecerlo. Tal vez los libros, en lugar de los cr¨ªticos, deber¨ªan analizarlos los psicoanalistas.
P.??Se llevaba bien con su padre?
R.?S¨ª. Dentro de lo que uno se lleva bien con su padre. Yo es que creo que todas las relaciones son complicadas: con los padres, las madres, la pareja, los amigos¡
P.??Ley¨® sus libros?
R.?Muri¨® en 1996. S¨ª, ley¨® varios. La imagen de mi padre, m¨¢s que en mis libros la he visto reflejada en una de las novelas que m¨¢s me han impresionado siempre, Muerte de un apicultor, de Lars Gustafsson.
P.??Su madre los ley¨®?
R.?Alguna. Cuando acab¨® La lluvia amarilla me dijo: ¡°Est¨¢ bien, est¨¢ bien, pero ?por qu¨¦ escribes cosas tan tristes?¡±. Como diciendo. ¡°Si tampoco has llevado una vida tan¡¡±.
P.??Y qu¨¦ respond¨ªa usted?
R.?Que no era mi vida sino la del personaje. Es que yo no s¨¦ por qu¨¦ escribo. Para consolarme de la vida, supongo. La literatura es un consuelo. Leerla y escribirla. Lobo Antunes dice que la imaginaci¨®n no es m¨¢s que la memoria fermentada, y estoy muy de acuerdo. Escribo sobre mi memoria, la de mi familia y la colectiva. Por eso soy tan raro y por eso soy tan normal.
P.?Para algunos de sus personajes la memoria es destructiva; para otros, fundamental. Uno de ellos, Alex, reivindica algo que se parece mucho a la memoria hist¨®rica. ?Comparte su opini¨®n?
R.?Saber que Espa?a es despu¨¦s de Camboya el pa¨ªs con m¨¢s muertos en las cunetas deber¨ªa hacernos pensar. Memoria hist¨®rica es una redundancia. La memoria hist¨®rica de un pa¨ªs es su literatura, y su arte. Se ha reducido a la Guerra Civil, pero memoria hist¨®rica tambi¨¦n son los pantanos, la expulsi¨®n de los jud¨ªos¡ Estar en contra de la memoria es como estar en contra de pensar o de so?ar. Te pueden obligar a todo menos a no recordar, o a recordar. La vida se resume en una lucha entre memoria y olvido, y el trabajo de los escritores es recuperar todo lo que puedas del peso del olvido.
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