Tomasazo

La destituci¨®n de Tom¨¢s G¨®mez como secretario general y candidato en la Comunidad de Madrid del partido socialista ha ofrecido componentes de tragedia shakespeariana. En el Lliure de Barcelona, junto a un rey Lear interpretado por la ejemplar N¨²ria Espert, brilla, como siempre en esta funci¨®n, el buf¨®n de corte, al que da vida la valenciana no menos genial Teresa Lozano. Uno puede volver a escuchar toda la sabidur¨ªa ir¨®nica de ese personaje. En especial, cuando recuerda que la verdad es un perro al que se echa a patadas de casa, mientras el perro de la mentira puede tumbarse a gusto junto al due?o frente al fuego de la chimenea. Si no hay bufones en la corte ni en los partidos pol¨ªticos, no es porque falten personajes rid¨ªculos y motivos para la burla, sino porque nadie quiere o¨ªr las verdades, aunque sean contadas entre bromas.

La verdad es que Tom¨¢s G¨®mez era un candidato al fracaso. Su control de la federaci¨®n que amamant¨® el tamayazo le garantizaba el liderazgo, pero en la calle se palpaba el desastre, entendido como la posibilidad, bien cercana, de que se prorroguen cuatro a?os m¨¢s las d¨¦cadas de gobierno conservador, jalonadas por el af¨¢n privatizador, la desigualdad y la impunidad descarada frente a la corrupci¨®n. No era Tom¨¢s el ant¨ªdoto. Para ello se ha usado una turbia lectura del tranv¨ªa de Parla, pero no parece que el sobrecoste sea mayor que cualquier otra obra p¨²blica ni que haya indicios claros de corrupci¨®n y, lo que es m¨¢s chocante, es de las pocas infraestructuras que han sido ¨²tiles y celebradas por los ciudadanos. Comp¨¢rese, por ejemplo, con el metro ligero en los barrios altos de la periferia madrile?a.

Tom¨¢s G¨®mez era un candidato quemado, tanto que ¨¦l mismo, al segundo d¨ªa, aceptaba el castigo a cambio de seguir contando en las estructuras del partido. S¨¢nchez necesita un buen resultado en Madrid dado que Andaluc¨ªa est¨¢ capitalizada por el af¨¢n de Susana D¨ªaz y en Barcelona el socialismo va a purgar con dolor su inconsistencia. Se ha quitado la careta y, puestos a jugarse la carrera pol¨ªtica, prefiere perder con decisiones propias. Las primarias han muerto y S¨¢nchez sabe por qu¨¦ matarlas, porque las gan¨® hace poco. Shakespeare no pierde vigencia.