La edad de oro mexicana

Hace tres a?os, Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu (Ciudad de M¨¦xico, 1963) se separ¨® de s¨ª mismo. Fue durante un retiro. La meditaci¨®n zen le permiti¨® tomar distancia de sus pensamientos y entender el "flujo desbordante y constante" de la existencia. Hab¨ªa nacido un nuevo I?¨¢rritu. M¨¢s hondo, menos ca¨®tico. Su cine cambi¨®. Abandon¨® la fragmentaci¨®n y apost¨® por largos planos-secuencia; desech¨® el artificio y busc¨® actores tan dolientes como sus personajes. Pasada la barrera de los 50, acept¨® con melancol¨ªa que la vida es un permanente fin de fiesta. El fruto de esa transformaci¨®n fue Birdman. Una obra de madurez que marca una l¨ªnea divisoria. Las cuatro estatuillas (mejor pel¨ªcula, direcci¨®n, gui¨®n y fotograf¨ªa) sit¨²an al director a la cabeza de una generaci¨®n ¨¢urea que ha llevado al cine de ra¨ªz mexicana a cruzar la orilla y convertirse en un fen¨®meno global. Nunca un grupo de cineastas de habla hispana tuvo tanta influencia. Jam¨¢s una cuadrilla de amigos chilangos llev¨® tan lejos sus postulados.

Hubo un tiempo en que Alfonso Cuar¨®n (Oscar por Gravity en 2014) sosten¨ªa el micr¨®fono en filmaciones infames, Guillermo del Toro maquillaba a los actores para hacerles parecer muertos, e I?¨¢rritu se ganaba la vida como locutor estrella de una emisora musical. Eran los a?os ochenta en el salvaje Distrito Federal. De aquella ¨¦poca de miserias y alegr¨ªas, junto al fot¨®grafo Emmanuel Lubezki y al ingeniero de sonido Mart¨ªn Hern¨¢ndez, ha quedado una amistad profunda. Entre ellos se dirigen por apodos. I?¨¢rritu es El Negro, y Lubezki, El Chivo. Sus familias son pr¨®ximas, se llaman y comparten cuartel en Estados Unidos. Para muchos cr¨ªticos cristalizan un boom. Un t¨¦rmino que odia el creador de Birdman. "Qu¨¦ palabra tan utilizada¡­ El boom siempre trae un tum-tum-tum, como el final de una canci¨®n. Lo que hay es una simple sincron¨ªa", dice.

Pese a estas reticencias, a nadie se le escapa que forman una camada ¨²nica, con edades y or¨ªgenes similares y visiones profundamente cr¨ªticas del negocio del cine ¡ª¡°est¨¢ jodido desde que naci¨®, porque es industria y es arte¡±, afirma I?¨¢rritu¡ª. Todos ellos, adem¨¢s, exhiben en p¨²blico su mexicanidad. Pese a estar afincados fuera, cuando visitan su pa¨ªs natal denuncian en p¨²blico sus problemas medulares. Y en el extranjero, nunca renuncian a sus ra¨ªces. El propio I?¨¢rritu lo dej¨® claro. Subido en el escenario del Teatro Dolby, ante una audiencia mundial, en ese momento de gloria, pidi¨® no solo un ¡°Gobierno que M¨¦xico se merezca¡± sino un trato justo y digno para sus compatriotas, mil veces estigmatizados m¨¢s all¨¢ del R¨ªo Bravo.

Sus palabras, pero, sobre todo, el triunfo de un mexicano que no reniega de serlo, han sido acogidos con un estallido de orgullo en su tierra. Hist¨®ricamente abrumada por su vecino del norte, con una frontera compartida de 3.185 kil¨®metros, cerrada una tercera parte con un ignominioso muro, la gran naci¨®n hispana lleva meses consumi¨¦ndose en una crisis de confianza. La tragedia de Iguala ha resucitado demonios que muchos cre¨ªan conjurados. Y tanto la anemia econ¨®mica como los esc¨¢ndalos que han golpeado al Gobierno no han hecho m¨¢s que azuzar este viento triste.

En este territorio abrupto, la generaci¨®n que lideran I?¨¢rritu y Lubezki ha mostrado un camino de ¨¦xito global. La carrera del primero, hecho a s¨ª mismo, es la b¨²squeda de una voz universal, un torbellino creativo que se comprende cuando uno se acerca a este director. I?¨¢rritu nunca cede. Pose¨ªdo, como ¨¦l mismo reconoce, por un ¡°inquisidor que todo lo tumba¡±, su constante perfeccionismo transforma los rodajes en campos de batalla. El resultado, guste o no, nunca es un lugar com¨²n. Ah¨ª est¨¢n para demostrarlo Amores Perros (2000), 21 gramos (2003), Babel (2006), Biutiful (2010), Birdman y la pr¨®xima, The Revenant, un prewestern protagonizado por Leonardo di Caprio.

En estas dos ¨²ltimas obras le ha acompa?ado el discreto Lubezki, su gran amigo, al que en la noche de los Oscar, llam¨® ¡°el verdadero artista¡±. Un genio visual que gan¨® en 2014 la estatuilla a la mejor fotograf¨ªa con Gravity y ahora con Birdman. Su t¨¦cnica asombra. En los lugares de filmaci¨®n, sabe los nombres de los ¨¢rboles, el color de sus hojas al atardecer. En Canad¨¢, en el rodaje de The Revenant, se ve¨ªa su compenetraci¨®n con I?¨¢rritu. Negro y Chivo. Ambos, sobre la nieve, se apartaban del equipo en los momentos cr¨ªticos. Hablaban, se comprend¨ªan y volv¨ªan a rodar. Sin saberlo, hac¨ªan historia. A partir de ahora tendr¨¢n que aprender a cargar con ella. El mundo les mira.