La herencia del 78
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona evoca la evoluci¨®n espa?ola entre 1939 y 1978 en ¡®Memorial de transiciones¡¯
Juan Antonio Ortega D¨ªaz-Ambrona naci¨® en Madrid el a?o en que finaliz¨® la Guerra Civil. Su vida, pues, ha discurrido a medias entre dictadura y democracia. Un ni?o de la guerra que acab¨® de prohombre de la Transici¨®n y que, cuando 1982 puso el broche pol¨ªtico a lo viejo, ¨¦l cerr¨® la puerta de la pol¨ªtica. Uno m¨¢s de la generaci¨®n de 1978, que no hizo la guerra pero que creci¨® marcada por ella.
Es esa generaci¨®n ¡ªen la que sit¨²a a los nacidos entre 1930 y 1945¡ª la que protagoniza su libro de memorias que no es estrictamente tal: Memorial de transiciones (1939-1978), publicado por Galaxia Gutenberg y que ma?ana se presenta en Casa ?rabe a las 19.30. ¡°Unas memorias se basan en los recuerdos exclusivamente. Uno podr¨ªa hacerlo encerrado en una torre de marfil. No es el caso. Lo he escrito teniendo infinidad de documentos delante. Mi vida est¨¢ en los primeros cap¨ªtulos y luego se va disolviendo. Lo que quiero poner de relieve son los cambios que ha habido en Espa?a estos a?os¡±, aclara el jurista, que pertenece al Consejo de Estado. ¡°La Transici¨®n no se produce de la noche a la ma?ana y tampoco hay un dise?o previo. Ha habido un conjunto de transiciones previas: en la sociedad europea, en la espa?ola y una cantidad de intentos de responder a la pregunta ¡®despu¨¦s de Franco, ?qu¨¦?¡±, a?ade.
La obra viaja desde los or¨ªgenes familiares ¡ªun abuelo fue asesinado en Badajoz por milicianos, mientras que su padre se alist¨® al quintacolumnismo de Franco en Madrid¡ª hasta culminar en 1978. D¨ªaz-Ambrona ha excluido los tres a?os en los que particip¨® en los gobiernos de Adolfo Su¨¢rez y Lepoldo Calvo-Sotelo. ¡°Haberlo extendido hasta 1982 me hubiera llevado a explicar la obra de UCD, que me parece buena, y tambi¨¦n el espect¨¢culo intrigante de su desaparici¨®n. Est¨¢ demasiado cerca¡±.
¡°Las cosas no cambian, pero su narrativa cambia constantemente¡±
D¨ªaz-Ambrona comenz¨® a escribir su libro cuando se prejubil¨® en Repsol ¡ªdirigi¨® su asesor¨ªa jur¨ªdica¡ª, ayudado por dos h¨¢bitos: anotar en el instante y acumular para el futuro. Buenos ant¨ªdotos contra la reescritura de lo vivido. ¡°A partir de cierto momento empez¨® a resultar de p¨¦simo gusto recordar lo pasado¡±, escribe en la introducci¨®n. ¡°Las cosas no cambian, pero la narrativa de las cosas va cambiando continuamente. Estamos en la fase de que nadie recuerda el franquismo en sus t¨¦rminos. Probablemente el franquismo nunca existi¨®¡±, sostiene con iron¨ªa.
La misma que emplea para indicar que Espa?a se deja llevar por la ley del p¨¦ndulo: ¡°La Transici¨®n fue objeto de culto y veneraci¨®n y ahora est¨¢ en cuesti¨®n, cuando la generaci¨®n del 78 est¨¢ casi en extinci¨®n, porque las nuevas generaciones se han encontrado la democracia ya establecida. Asistimos a la aparici¨®n de un tiempo nuevo y hay que ver si engarza con el anterior o hace soltar el candado¡±.
Examinadas las herencias, cree que la actual es la m¨¢s favorable. ¡°Los abuelos de mi generaci¨®n recibieron un r¨¦gimen en descomposici¨®n, la Restauraci¨®n, una dictadura corta y unos a?os de esperanzas fracasadas que fue la Segunda Rep¨²blica. Los padres tuvieron una Guerra Civil horrorosa y muchos a?os de dictadura. Nuestros hijos reciben un r¨¦gimen democr¨¢tico pluralista. Herencia por herencia, la nuestra es mejor¡±.
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