El inquietante universo on¨ªrico de Paul Delvaux
El Museo Thyssen muestra 53 obras esenciales del artista surrealista belga
No pertenec¨ªa al n¨²cleo duro del surrealismo capitaneado por Bret¨®n, ni simpatiz¨® con el ideario pol¨ªtico del movimiento. Sin embargo, Paul Delvaux (Antheit, 1897-Veurne, 1994), por sus temas y forma de tratarlos, forma parte del olimpo surrealista que deriv¨® a f¨®rmulas menos radicales como la pintura metaf¨ªsica de Giorgio de Chirico y el mundo on¨ªrico de Ren¨¦ Magritte. Sus extra?as mujeres desnudas, las estaciones, los esqueletos o las arquitecturas greco-romanas conforman el peculiar universo iconogr¨¢fico que a partir de este martes se despliega en las salas del museo Thyssen-Bornemisza en una exposici¨®n titulada Paseo por el amor y la muerte.
Es una peque?a antol¨®gica formada por 53 obras esenciales prestadas en su mayor parte por Pierre Gh¨ºne, el mayor coleccionista de Delvaux, quien habitualmente tiene depositadas las pinturas en el Mus¨¦e d¡¯Ixelles, en Bruselas.
En una conferencia en 1966, Paul Delvaux explic¨® que ¨¦l entend¨ªa el surrealismo como el ¡°resurgimiento de la idea po¨¦tica en el arte, la reintroducci¨®n del objeto de representaci¨®n, pero en un sentido muy determinado: el de lo extra?o e il¨®gico¡±. Y ciertamente extra?as y patentemente il¨®gicas son las escenas que plasm¨® a partir de los a?os 30, cuando decidi¨® llenar sus telas con figuras desnudas que, como son¨¢mbulas, parecen vivir al margen de los ¨¢mbitos cotidianos. Son generalmente mujeres que se mueven en escenarios arcaicos similares a los que se pueden ver en la obra de su admirado Giorgio de Chirico.
Guillermo Solana, director art¨ªstico del Thyssen, recuerda que Delvaux est¨¢ representado en el museo con dos obras: Mujer ante el espejo (1936) y El viaducto (1963), este ¨²ltimo, dentro de la colecci¨®n Carmen Thyssen-Bornemisza: ¡°Parte de la colecci¨®n de Pierre Gh¨ºne se ha podido ver en otras exposiciones. Aqu¨ª hemos organizado una retrospectiva [hasta el 7 de junio] con la que poder mostrar todos sus grandes temas. Su obra destaca por la unidad estil¨ªstica y est¨¢ marcada por un ambiente extra?o y enigm¨¢tico. Sus protagonistas, de la mujer a los trenes, pasando por los esqueletos y la arquitectura, son parte de este universo, seres aislados, ensimismados, casi son¨¢mbulos, que se ubican en escenarios a menudo nocturnos y sin relaci¨®n aparente; el ¨²nico v¨ªnculo son las propias vivencias del artista¡±.
Sobre las vivencias que marcaron la vida del artista habla la comisaria, Laura Neve, colaboradora cient¨ªfica del Mus¨¦e d¡¯Ixelles en el cat¨¢logo de la exposici¨®n. Recuerda la desgraciada relaci¨®n de Delvaux con las mujeres que marcaron su vida y que explican los di¨¢logos imposibles entre sus personajes, la inexistencia de contacto entre hombres y mujeres, su extra?a fijaci¨®n por las dobles im¨¢genes del mismo sexo, las miradas hipnotizadas de los protagonistas.
Hijo de una familia de poderosos abogados, su autoritaria madre le prohibi¨® casarse con la mujer de la estaba enamorado, Anne Marie de Martelaere. La familia le organiz¨® el matrimonio con Suzanne Purnal, uni¨®n que result¨® un desastre. En 1947 se reencuentra con el amor de su vida y se une a ella; pero la frustraci¨®n amorosa de sus a?os de juventud ser¨¢ la fuente de inspiraci¨®n para una obra en la que coloca a la mujer en un pedestal. Las mujeres de sus cuadros son siempre j¨®venes y bellas, tal como aparecen en sus sue?os, se?ala la comisaria: "Son misteriosas y aparecen sumidas en sus pensamientos, condenadas a errar en un universo eterno. En los cuadros de Delvaux, no hay palabras. Solo gestos y nunca se produce el menor contacto entre seres de distinto sexo¡±.
La exposici¨®n arranca con las im¨¢genes de mujeres recostadas, Venus yacentes. Junto a La Venus dormida (1932), se cuenta que el inter¨¦s de Delvaux por el motivo de leste tema se remonta a 1932, cuando visita el Museo Spitzner, una de las principales atracciones de la Feria de Midi de Bruselas donde se exhiben figuras de cera para mostrar avances quir¨²rgicos, enfermedades y deformaciones humanas, junto a otras curiosidades conservadas en botes de formol. A Delvaux le impresiona sobre todo una pieza que se titula precisamente La Venus dormida y, ese mismo a?o, pinta su primer lienzo sobre el tema, reinterpret¨¢ndolo despu¨¦s en m¨²ltiples ocasiones con variaciones sorprendentes.
Vienen despu¨¦s los cuadros dedicados al tema de las parejas, generalmente mujeres lesbianas. En 1930, Delvaux visit¨® un prost¨ªbulo y lo que all¨ª vio parece estar en el origen de las parejas de mujeres, otro de sus temas m¨¢s habituales. Las mujeres abrazadas le permit¨ªan dar rienda suelta a su imaginaci¨®n y adentrarse en temas que hasta entonces estaban vedados para alguien de un origen tan conservador para ¨¦l. Representa a las parejas en aproximaciones m¨¢s que terrenales, pero tambi¨¦n posando frente al artista o caminando indiferentes a quienes las contemplan.
Su fascinaci¨®n por el mundo de los trenes fue tal que afront¨® en tema en sus primeras obras y lo retom¨® ya como artista adulto consagrado. Conocido por muchos como el pintor de las estaciones. El primero fue la Estaci¨®n de Luxemburgo en Bruselas (1920), donde recoge las condiciones laborales del personal ferroviario y el traj¨ªn de los viajeros. A?os m¨¢s tarde, las estaciones ser¨¢n el lugar por el que transitan las mujeres que aguardan en andenes o salas de espera la llegada de una cita o el inicio de un viaje.
La exposici¨®n cierra con uno de sus temas m¨¢s sorprendentes: Los esqueletos. Recuerda Guillermo Solana que la fascinaci¨®n de Delvaux por los esqueletos se remonta a su etapa escolar y a la inquietud que le produce el que tiene en el aula de Biolog¨ªa en el colegio. A partir de 1932 hace del esqueleto un elemento de su vocabulario pl¨¢stico, dot¨¢ndolo de una especial expresividad. En ocasiones los esqueletos sustituyen al personaje principal y reinterpretan por ¨¦l la historia, como un alter ego. Cuando no es el protagonista, aparece al fondo, fundi¨¦ndose con el decorado y adoptando un papel secundario, pero no menos importante, y comportamientos t¨ªpicos de los humanos. En la d¨¦cada de 1950, realiza una serie de versiones de la Pasi¨®n de Cristo (la Crucifixi¨®n, el Descendimiento o el Entierro) protagonizadas tambi¨¦n por esqueletos, que se exponen en 1954 en la Bienal de Venecia y cuyo lema es Lo fant¨¢stico en el arte. Provoca un esc¨¢ndalo sin pretenderlo, magnificado por el cardenal Roncalli ¨Cfuturo Papa Juan XXIII¨C, que las condena por herej¨ªa.
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