El largo trazo de la pluma
La fascinante y bien documentada ruta que propone el cal¨ªgrafo y exmonje brit¨¢nico Ewan Clayton repasa la evoluci¨®n del alfabeto latino, desde el pincel hasta los p¨ªxeles
![Letras de imprenta en una tienda de Cali, Colombia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4FEVJQ2R637Q5SXDRAWYBUQMMY.jpg?auth=4b1bba1b70314740eb70ed5f4a7b1e6f568220f832e3bddd159aebf4d7ded7e9&width=414)
Hay muchos libros llamados Historia de la escritura que recorren todos los procedimientos usados para registrar las palabras, del cuneiforme a los caracteres chinos. Pero ¨¦ste tiene un objetivo m¨¢s restringido, y mucho m¨¢s ambicioso: la evoluci¨®n del alfabeto latino desde los grafitis pompeyanos hasta la imprenta, desde el pincel y la pluma hasta los p¨ªxeles.
La perspectiva del brit¨¢nico Ewan Clayton es muy especial. Cal¨ªgrafo de profesi¨®n, aprendi¨® a tallar letras sobre piedra, pas¨® a?os de su vida como monje, recreando las tareas de sus antecesores copistas; y lleg¨® a ser consultor para Rank Xerox. Esta perspectiva ¨²nica, la comprensi¨®n integral de qu¨¦ constituye el acto de la escritura, unido al manejo sensible de una bibliograf¨ªa riqu¨ªsima, hace de esta obra una joya. Ilustrar¨¢ a quienes se interesen por las inscripciones monumentales y los manuscritos medievales, pero tambi¨¦n a quienes quieran conocer la evoluci¨®n de la imprenta o la tipograf¨ªa digital.
En un momento como el actual, en el que se discute incluso la pertinencia de ense?ar la letra manuscrita a los ni?os (pretendiendo que bastar¨ªa con hacerles usar un teclado), la obra de Clayton explica el valor de la caligraf¨ªa: no el arte de escribir con florituras, sino como herramienta y expresi¨®n personal de los ciudadanos.
Toda la obra lleva el rastro del saber artesanal. Por ejemplo, el pincel que crea los carteles electorales en los muros de Herculano es el mismo que pinta en la piedra las hermosas may¨²sculas romanas para que luego sean esculpidas. Su punta cuadrada explica la alternancia de l¨ªneas gruesas y finas que acabar¨ªan viajando hasta nuestras pantallas. El monje que fue Clayton est¨¢ atento al dato de la producci¨®n en los scriptorium: dos miniaturas por semana. Y la observaci¨®n de cu¨¢l ser¨ªa la disposici¨®n del pupitre y la postura que mejor favorecer¨ªa el trazado de las letras se ve complementada por un dato necesario: la aparici¨®n de las gafas, a mediados del XIV. Pero al lado de los libros sacros, tambi¨¦n contempla la proliferaci¨®n de escritos legales (ocho millones s¨®lo en la Inglaterra tardomedieval).
![](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4UFDVXP424W4AOCHQKNAIUAO6M.jpg?auth=e1833c33019176ddf558fe6f3c1d067dacc95708ef91cf7502a343ddd20ca52d&width=414)
La primera imprenta de Gutenberg tampoco escapa al inter¨¦s del autor. Aparentemente, las letras g¨®ticas de la primera Biblia no se tallaron con punzones ¨²nicos, sino que est¨¢n constituidas por un n¨²mero limitado de rasgos diferentes cuya combinaci¨®n genera todo el alfabeto. Las nuevas necesidades de impresi¨®n crearon formas espec¨ªficas (si hemos de creer a Clayton, con el concurso imprescindible de los cal¨ªgrafos), y as¨ª nacen tipos con contraformas ¡ªo espacios internos¡ª dise?ados para no cegarse con la tinta. Eneas Silvio le escribe a su amigo Juli¨¢n de Carvajal que son letras ¡°correctas y elegantes, que podr¨ªa leer sin gafas¡±.
Como es bien sabido (pero el autor vuelve a relatarlo sugestivamente), la Reforma protestante y la reacci¨®n ante ella dispararon la imprenta. Pero mientras tanto sigui¨® habiendo una nube de manuscritos circulando por ¨¢mbitos oficiales o privados (gracias, entre otras cosas, a un servicio de postas o correos que se estableci¨® tan pronto como el siglo XV). El XVII y XVIII tuvieron en el manuscrito un inesperado aliado en los libelos y panfletos que burlaban la ley. Por otra parte, las nuevas ciencias experimentales llevan consigo la escritura personal de cuadernos de observaciones (Halley, Newton¡). El delicado proceso en el que la forma de las letras impresas influye en el manuscrito, y viceversa, se prolonga durante siglos. As¨ª, la regularidad de las letras de imprenta se extiende tambi¨¦n a las escrituras manuscritas. Paralelamente, empieza a percibirse la individualidad de cada letra; para un tratado legal de 1726: ¡°Los hombres se distinguen por su escritura casi tanto como por su rostro¡±.
Clayton analiza con mucho acierto la irrupci¨®n de las grandes letras impresas de los carteles publicitarios y, en general, la tipograf¨ªa puesta al servicio de la comunicaci¨®n de masas, como la letra dise?ada especialmente para los peri¨®dicos. Pero los ¨²ltimos cap¨ªtulos tienen que ver, como es l¨®gico, con la revoluci¨®n digital, en la que Rank Xerox tuvo un papel pionero. El testimonio de una presentaci¨®n temprana cuenta c¨®mo, ante el novedoso rat¨®n, los gr¨¢ficos en pantalla y las impresoras, los directivos de la casa permanecieron esc¨¦pticos, pero sus mujeres ¡ªmuchas de las cuales hab¨ªan sido secretarias¡ª quedaron fascinadas. Y el autor recuerda c¨®mo Steve Jobs recibi¨® clases de caligraf¨ªa en la universidad, y atribuye a esa sensibilidad el inter¨¦s de Apple desde el principio por la tipograf¨ªa.
El libro original lleva un subt¨ªtulo (perdido en la edici¨®n espa?ola): ¡®El hilo de oro¡¯. La trama dorada que une la forma de las letras a lo largo de toda su historia es lo que expone, sugestiva y autorizadamente, esta obra clave.
La historia de la escritura. Ewan Clayton. Traducci¨®n de Mar¨ªa Condor. Siruela. Madrid, 2015. 400 p¨¢ginas. 30 euros (digital: 13,99).
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