Fe, propaganda y caridad
Una obra de propaganda pol¨ªtica y religiosa, contrarreformista, escrita para justificar moralmente la guerra que Espa?a hubo de mantener entre 1625 y 1630 contra Inglaterra y la Rep¨²blica de los Siete Pa¨ªses Bajos, despu¨¦s del muy trabajado y prolongado intento (nueve a?os duraron las negociaciones, fracasadas durante la visita a Madrid del novio) de casar al pr¨ªncipe de Gales, futuro Carlos I, con la infanta Mar¨ªa Ana de Austria, hermana de Felipe IV, debido, entre otras razones, a su negativa a convertirse al catolicismo.
Inspirada en La historia eclesi¨¢stica de la cisma de Inglaterra, tendencioso relato sobre los or¨ªgenes y motivos de la herej¨ªa anglicana, elaborado por el jesuita Pedro de Rivadeneyra, La cisma de Inglaterra cuenta de manera poco fidedigna en t¨¦rminos hist¨®ricos los amores de Enrique VIII con Ana Bolena, su repudio de la reina Catalina, su esposa leg¨ªtima, hija de los reyes Cat¨®licos, y las intrigas del cardenal Volseo, que proporciona al rey ingl¨¦s la coartada jur¨ªdico religiosa que justifique una decisi¨®n motivada en el fondo por el deseo que siente por la hija de Tom¨¢s Boleno.
La cisma de Inglaterra
Autor: Calder¨®n. Versi¨®n: J. G. L¨®pez Antu?ano. Int¨¦rpretes: Sergio Peris-Mencheta, Mamen Camacho, Joaqu¨ªn Notario, Pepa Pedroche¡ Direcci¨®n: Ignacio Garc¨ªa. Madrid. Teatro Pav¨®n.
Tras de la an¨¦cdota hist¨®rica, el joven Calder¨®n (la obra se estren¨® en 1627 en la Corte, entre un p¨²blico que conoc¨ªa sobradamente el relato de Rivadeneyra y todos los detalles de la versi¨®n espa?ola del cisma) plantea un conflicto tr¨¢gico entre destino y libre albedr¨ªo, que quedar¨¢ mucho mejor expresado y desarrollado en La vida es sue?o. Como el rey Basilio, Enrique VIII tiene aqu¨ª un presagio que gravita sobre su conducta hasta alcanzar rango de profec¨ªa autocumplida. Ignacio Garc¨ªa, director del montaje, pone en valor el verso, que es lo mejor de la pieza, especialmente bien defendido por Joaqu¨ªn Notario, Pepa Pedroche y Mamen Camacho, que rellenan de pasi¨®n papeles unidimensionales, sin el grosor aleg¨®rico de los protagonistas de los autos sacramentales. Sergio Peris-Mencheta, que compone un rey vigoros¨ªsimo, con un arco dram¨¢tico corto, marca la pauta de su interpretaci¨®n en esa escena primera (escrita en punta) y, sin apartarse de ella, resuelve con ¨¦xito la sucesi¨®n de mon¨®logos que Calder¨®n le teje a ganchillo al segundo monarca de la casa Tudor.
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