?Se puede ense?ar a escribir?
Patricia Highsmith sostiene que ¡°es imposible explicar c¨®mo se escribe un buen libro. Pero esto es lo que hace que la profesi¨®n de escritor sea apasionante"
Aprender a leer y a fracasar
Por Ernesto Mallo
Sabido es que el talento para cualquier actividad no puede ser ense?ado, ni aprendido. Viene determinado por el pool gen¨¦tico. Tenerlo carece de m¨¦rito, es como ser alto, bajo, bien parecido o moreno, nada de lo cual uno pueda leg¨ªtimamente vanagloriarse. El talento por s¨ª solo no significa gran cosa si no est¨¢ acompa?ado por aquella capacidad que lo har¨¢ brillar y prosperar: el trabajo. La contracci¨®n al trabajo, en cambio, no es parte del equipo original. Somos por naturaleza indolentes y tendemos a adoptar la l¨ªnea del menor esfuerzo para todo. Esto es lo que s¨ª puede y debe ense?arse y aprenderse: el trabajo. Dada una cuota de talento, escribir bien requiere de una gran inversi¨®n de tiempo y esfuerzo, para que el texto resulte fluido, din¨¢mico, significativo.
Todo lo que es f¨¢cil de leer es dif¨ªcil de escribir, y viceversa. Stephen King, en su obra Mientras escribo, un libro m¨¢s que interesante sobre el arte de poner una palabra detr¨¢s de la otra, se refiere a la necesidad de disponer de una ¡°caja de herramientas¡±. Para el escritor que comienza, esta caja est¨¢ vac¨ªa y es ¨¦l quien debe llenarla. No hay instrumentos prefabricados que puedan usarse, como el artesano, el escritor fabrica los que necesita para la obra que quiere realizar. Aqu¨ª es donde el maestro puede hacer un aporte significativo. Escribir es un acto tan racional como irracional, en el cual es de fundamental importancia saber detectar cu¨¢ndo hay un concepto, una idea, un l¨ªnea narrativa potente y verdadera, y tambi¨¦n cu¨¢ndo esa misma l¨ªnea desentona con el resto de la narraci¨®n. El maestro puede perfectamente ense?ar a ¡°leerse¡± uno mismo, despojado de condescendencia y de exceso de cr¨ªtica. Esto implica aprender a corregir, a cortar, a eliminar todo lo superfluo, ya que en arte, lo que no es imprescindible es un estorbo. Garc¨ªa M¨¢rquez dice que un escritor vale m¨¢s por lo que bota que por lo que publica.
El maestro debe ser cruel, el mundo y los editores van a serlo y es preciso aprender a sobrevivir a la cr¨ªtica despiadada. Patricia Highsmith sostiene que ¡°es imposible explicar c¨®mo se escribe un buen libro. Pero esto es lo que hace que la profesi¨®n de escritor sea apasionante: la constante posibilidad de fracasar¡±. A fracasar, y a sobreponerse, tambi¨¦n se aprende, y esta es una pr¨¢ctica ineludible para quien quiera dedicarse a escribir. Hay cantidad de libros sobre el arte de escribir que pueden resultar provechosos, Para ser escritor, de Dorotea Brande; La preparaci¨®n de la novela, de Roland Barthe; Suspense, de Patricia Highsmith, por nombrar s¨®lo tres, son gu¨ªas excelentes de las que se puede sacar much¨ªsimo provecho. Para m¨ª, el libro m¨¢s importante sobre la escritura es Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio, de Italo Calvino. Todo autor y toda obra se inscriben en una tradici¨®n, sus lecturas ayudar¨¢n al autor en ciernes a encontrar la suya. Para escribir, la clave es leer, y a leer se aprende.
Ernesto Mallo es escritor argentino.
La arquitectura del escrito
Por Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n
La reciente aparici¨®n de las 500 p¨¢ginas de un Manual de escritura acad¨¦mica y profesional (Ariel) deber¨ªa bastar para contestar afirmativamente a esta pregunta. Y sin embargo¡ La verdad es que, a pesar de tanta televisi¨®n y tanto YouTube, de tanta multimedia y multimodalidad, la escritura, el texto sigue siendo fundamental no s¨®lo para la comunicaci¨®n acad¨¦mica (donde sigue imperando el agorero ¡°publica o perece¡±), sino en el mundo profesional. Desde la enga?osa brevedad de un tuit hasta el correo, el informe, el an¨¢lisis, las instrucciones, el prospecto, el manual, la ley, la sentencia¡, un caudal de palabras rige, certifica, alerta o resume las relaciones entre los hombres. Puede que vivamos la eclosi¨®n de una civilizaci¨®n de la imagen, pero no se puede negar que est¨¢ sostenida por torrentes de escritura. Y claro: esas extendid¨ªsimas creaciones textuales tienen sus leyes propias.
A pesar de tanta televisi¨®n y tanto YouTube, de tanta multimedia y multimodalidad, la escritura, el texto sigue siendo fundamental"
No s¨®lo hay que respetar la ortograf¨ªa (por supuesto), que puntuar adecuadamente y que utilizar vocablos ajustados, sino que adem¨¢s las ideas tienen que estar ordenadas; los argumentos, claros, y los procedimientos para mover el coraz¨®n de los lectores, oportunos. Todo esto se plasma adem¨¢s a trav¨¦s de un entramado de conectores l¨¦xicos que estructuran y ordenan los argumentos: ¡°ahora bien¡±, ¡°de esto se deduce f¨¢cilmente que¡±, ¡°se enga?ar¨ªa quien pensara¡±¡ Los se?aladores internos tienen que estar afinados (¡°ello¡±, ?se referir¨¢ a la frase, al p¨¢rrafo, a todo el argumento anterior?). Y un amplio etc¨¦tera. ?C¨®mo se puede transmitir este complejo saber a las personas que generan escritos? Pensemos que esta categor¨ªa debe englobar al que redacta una memoria anual, al doctorando que ultima una tesis, al departamento de marketing que pule el prospecto de un medicamento o al abogado que asesora en la redacci¨®n de una ley. Ese saber especializado se transmite compartimentando adecuadamente la materia (en este manual, un tomo se dedica a ¡°estrategias gramaticales¡± y otro a las ¡°discursivas¡±), desmenuzando los m¨²ltiples aspectos que comprende el tema (¡°la planificaci¨®n¡±, ¡°el p¨¢rrafo¡±, ¡°la argumentaci¨®n¡±), estudiando los subg¨¦neros (el ¡°resumen¡±, la ¡°escritura web¡±), dando instrumentos para contrastar y mejorar (¡°donde no llega el corrector autom¨¢tico¡±, ¡°recursos online¡±) y, por fin, proponiendo ejercicios que permitan al lector comprobar que ha comprendido.
Todo este cuidadoso planeamiento, por supuesto, s¨®lo surtir¨¢ efecto si los usuarios, ya sean acad¨¦micos o profesionales, se toman la molestia de leer, releer y, por ¨²ltimo, ejercitar las cuidadosas explicaciones y consejos que constituyen la obra. Y ¨¦sa es precisamente su potencial debilidad: que sus destinatarios no dediquen a semejante ¡ªy exhaustivo¡ª conjunto de recomendaciones la atenci¨®n y el trabajo que merecer¨ªan. El receptor, como en todo acto de comunicaci¨®n, tambi¨¦n tiene que poner de su parte. ?Es imprescindible haber asimilado este manual ¨²nico (que tan bien ha dirigido Estrella Montol¨ªo) para ser un buen escritor acad¨¦mico o profesional? Est¨¢ claro que no: hay por ah¨ª textos irreprochables, en muy distintos g¨¦neros. Pero el hecho de que sean una minor¨ªa dentro del nutrid¨ªsimo universo textual de la modernidad demuestra que a¨²n queda camino por recorrer.
Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n es ling¨¹ista y editor.
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