Forastero en tierra propia
Avanzado el metraje de la pel¨ªcula, su protagonista, Eyad ¡ªun joven palestino que, a principios de los a?os 90, se convierte en el primer estudiante ¨¢rabe en ingresar en una escuela superior de Jerusal¨¦n¡ª, estalla en una airada soflama en plena clase de comentario de texto. Eyad discute la representaci¨®n del palestino en ciertos modelos dominantes de la literatura israel¨ª, en los cuales se perpet¨²a el t¨®pico del sujeto incapaz de gestionar su relaci¨®n con el sexo opuesto sin recurrir a la violencia y a la respuesta punitiva. En la misma aula est¨¢ su novia jud¨ªa, v¨ªctima de la sorda (o no tan sorda) presi¨®n de su entorno familiar y escolar, que la obliga a mantener en secreto la naturaleza de sus afectos. Ella sabe, como lo saben todos los espectadores de Mis hijosa esas alturas, que no hay arquetipo agresivo y excluyente que sostenga su fr¨¢gil verdad cuando se mira de cerca al individuo al que dicho arquetipo, supuestamente, representa. La secuencia de la s¨®lida argumentaci¨®n en plena clase de literatura de Eyad carga de electricidad una pel¨ªcula que intenta armonizar tonos muy diversos y muestra un rostro tan inesperado como consecuente de su personaje central, hasta ese momento condenado a ser sujeto pasivo de los protocolos discriminatorios que definen el lugar donde le ha tocado vivir.
MIS HIJOS
Direcci¨®n: Eran Riklis.
Int¨¦rpretes: Tawfeek Barhoum, Ali Suliman, Ya?l Abecassis, Daniel Kitsis, Norman Issa, Michael Moshonov.
G¨¦nero: drama. Israel, 2014.
Duraci¨®n: 105 minutos.
Mis hijos, adaptaci¨®n con gui¨®n del propio autor de las novelas de Sayed Kashua ?rabes danzantes y Segunda persona del singular, se abre en clave de comedia costumbrista, con rasgos cercanos a lo que podr¨ªa considerarse casi un Cu¨¦ntame c¨®mo pas¨® palestinoisrael¨ª: en las primeras secuencias, consagradas a describir la infancia del protagonista y su entorno familiar ¡ªdefinido por la taca?er¨ªa del padre y el jaleo familiar ante las apariciones televisivas de Yasser Arafat o las ofensivas del ej¨¦rcito iraqu¨ª¡ª, parecen retomar algo del tono de uno de los trabajos anteriores de su director Eran Riklis, El viaje del director de recursos humanos (2010). No obstante, la pel¨ªcula, de escritura visual cl¨¢sica y relativamente sobria y alt¨ªsimas ambiciones narrativas, acaba mudando su tono, oscureci¨¦ndose progresivamente, habilitando espacio para trazos m¨¢s cercanos a Los limoneros (2008), el otro gran trabajo de Riklis que lleg¨®, previo paso por la secci¨®n Panorama del festival de Berl¨ªn, a nuestros circuitos de exhibici¨®n. La comedia costumbrista da paso al relato de iniciaci¨®n para, finalmente, yendo de lo particular a lo general, hablar de una p¨¦rdida sacrificial de la identidad que pulsa la nota m¨¢s amarga y estremecedora del conjunto.
Figuras secundarias como la del amigo israel¨ª con distrofia muscular y su madre, elevada a c¨®mplice e interlocutora del protagonista, suman altura y matiz humano a una pel¨ªcula admirable, que no deja que su gran tema ¡ªla eterna fractura palestinoisrael¨ª¡ª asfixie la verdad de sus personajes.
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