Versos a la muerte de una madre
Este libro domestica la muerte a trav¨¦s de un proceso de objetivaci¨®n, y eso s¨®lo puede hacerlo la lengua
Dice Adam Zagajewski que, frente a las fuerzas del caos, la poes¨ªa las ordena moment¨¢neamente y nunca para siempre, por eso es como un duelo que no tiene fin. Para preservar ese orden surge Las veces, la asoladora belleza del impresionante y conmovedor libro que Esperanza L¨®pez Parada escribe a partir de la muerte de su madre. Ni eleg¨ªa, ni retrato, ni recuento biogr¨¢fico, menos una terapia contra el dolor o una confesi¨®n sentimental, es fruto de la necesidad de hacer presente en el poema esa figura materna ya ida. Surge de una deuda y un deber de escritura, es la anamnesis de una memoria reflexiva que ¡°ilumine sin brasa / la casa de las p¨¦rdidas¡±, un drenaje de la materia vivida que opera en las palabras del poema: ¡°no hay horizonte / hay este volver y rondar¡± con el que ¡°iluminamos una hoguera ¨ªntima¡±. La muerte hace posible este libro, pero como explica Valente, el lector no debe buscar una explicaci¨®n en la experiencia exterior que da lugar al poema, porque esa experiencia no existe m¨¢s que en el poema y no fuera de ¨¦l. Es un lugar de enunciaci¨®n, el lenguaje es el protagonista, hace ¡°las veces¡± de una reparaci¨®n de lo perdido, pues s¨®lo la palabra puede desandar ese camino que lleva a la muerte, signo y medio, como dir¨ªa Spinoza, de una ¡°continuaci¨®n de la existencia¡± del tiempo vivido: ¡°La memoria es un ¨®rgano / fr¨¢gil que s¨®lo vive hacia delante¡±.
Este libro domestica la muerte a trav¨¦s de un proceso de objetivaci¨®n, y eso s¨®lo puede hacerlo la lengua, ese lugar de habla que hace del poema un lugar de conciencia: ¡°las madres ense?aban / a leer, abr¨ªan la vida y su despojo¡±. Nos ense?a que el ¡°Fruto del vientre / de la madre /es este conocer final¡±, pues ¡°Sin la madre / nada se sabr¨ªa de la muerte¡±. Un saber distanciado que, liberado de la pena, est¨¢ al cabo de que la muerte es ¡°la que, ajena / a su propio movimiento, ense?a a mirar¡±, es la madre muerta la que ¡°alcanza a ver su mismo revelarse / si ella se convierte en ojo que mira¡±. Como afirma Tamara Kamenszain a prop¨®sito de ¡®Si me puedes mirar¡¯, el poema que Olga Orozco dedic¨® a su madre, es el hilo infinito de la lengua materna que acompa?a al sujeto en su descenso hacia s¨ª mismo, ganando as¨ª un modo de nombrar la muerte. El poema se convierte en refugio de la palabra verdadera para, una y otra vez, llegar ¡°hasta el punto donde / la lengua ha de aprenderse / desde el principio¡±. Y escuchar la muerte as¨ª, ¡°como quien oye un p¨¢jaro¡±.
Las veces. Esperanza L¨®pez Parada. Pre-Textos. Valencia, 2014. 92 p¨¢ginas. 16 euros.
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