El jaque mate de Juan Mayorga
El dramaturgo dirige su montaje Reikiavik, una historia pasional en torno al duelo entre los ajedrecistas Fischer y Spassky en 1972
La casualidad ha querido que Juan Mayorga elija un parque de Carabanchel, su barrio de ni?o, entre tres o cuatro mesas desperdigadas por la arena, junto a los columpios infantiles, en las que se adivinan tableros de ajedrez pintados, algo desdibujados. Como ese que acaba de dejar en una sala de ensayos cercana, en la que este autor teatral prepara la que va a ser su segunda obra como director, Reikiavik, un combate en toda regla que recrea el duelo que se desarroll¨® en el verano fr¨ªo y lluvioso de 1972 de la capital islandesa entre el entonces campe¨®n del mundo de ajedrez, el sovi¨¦tico Bor¨ªs Spassky y el retador norteamericano, Bobby Fischer.
M¨¢s all¨¢ de un combate de piezas blancas contra negras, Reikiavik es la historia de dos genios que ponen en juego muchas partidas, no solo la suya, sino tambi¨¦n la de dos potencias enfrentadas, Estados Unidos contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica, la libertad frente a la dictadura, que van tensando la cuerda en torno a ese tablero de un juego que quieren ganar a toda costa. Protagonizada por C¨¦sar Sarachu y Daniel Albaladejo, junto a Elena Rayos, la obra escrita por Mayorga se estrena el d¨ªa 27 en el Teatro Palacio Vald¨¦s de Avil¨¦s para pasar la pr¨®xima temporada a un centro nacional.
¡°Descubrir una teatralidad impl¨ªcita que no se anticipa en el texto¡±. Bajo este desaf¨ªo, Mayorga (Madrid, 1965), dramaturgo, fil¨®sofo y matem¨¢tico, Premio Nacional de Teatro en 2007, se enfrenta como director a la segunda obra que ha escrito, tras su estreno con La lengua en pedazos. ¡°El hecho de que un autor dirija su obra no hace que esa puesta en escena sea la definitiva, porque no existe tal cosa en el hecho teatral. Es m¨¢s, hay varios intentos en el extranjero de montar Reikiavik de los que estoy seguro de que los directores encontrar¨¢n cosas que yo no he visto en el texto. Cada mirada descubre aspectos nuevos. Me pas¨® con La lengua en pedazos y con Reikiavik. Cuando los escrib¨ªa iba sintiendo que pod¨ªa aportar algo a la propia puesta en escena que no estaba en el texto, que hab¨ªa algo de misterioso que deb¨ªa de descubrir luego sobre un escenario¡±.
El foco mundial estuvo puesto en Reikiavik esos d¨ªas en los que se celebr¨® el Campeonato Mundial de Ajedrez, una suerte de miniatura de la Guerra Fr¨ªa que se libr¨® en ese verano ventoso en Islandia. ¡°No vengo a ganar una guerra; vengo a una fiesta del ajedrez¡± advirti¨®, no sin mucho ¨¦xito, Spassky ante ese circo medi¨¢tico y pol¨ªtico. Tras mes y medio de un juego plagado de conflictos y tensiones, se rindi¨® por tel¨¦fono y Fischer se alz¨® como el gran campe¨®n de los tableros.
Esta historia persigue a Mayorga desde hace tiempo. Era un ni?o entonces, pero recuerda las noticias y las im¨¢genes en torno a ese duelo. A?os m¨¢s tarde, reflexion¨® sobre lo que ocurrir¨ªa si esos dos genios, acompa?ados por equipos de entrenadores deportivos y religiosos, la presi¨®n de madres y esposas y el inter¨¦s inusitado de los pol¨ªticos de ambos bandos, se enfrentaran a la misi¨®n de defender unos d¨ªas las piezas blancas y otros las negras, en una suerte de ruleta rusa.
As¨ª naci¨® Reikiavik en la escritura. Fue publicada el a?o pasado en la primera antol¨®gica de piezas largas publicadas por La U?a Rota, escritas de 1989 a 2014, cuando se cumplieron 20 a?os del primer montaje de Mayorga que subi¨® a escena: M¨¢s ceniza.
Y ah¨ª est¨¢n sobre las tablas dos hombres misteriosos, fan¨¢ticos del ajedrez, Bail¨¦n (Daniel Albadalejo) y Waterloo (C¨¦sar Sarachu), quiz¨¢s un ejecutivo con pocas ganas de regresar al domicilio conyugal y un profesor jubilado, que se retan en un parque cualquiera, ante un tablero tambi¨¦n desfigurado por el tiempo, y unos d¨ªas juegan a ser Spassky y otros Fischer. Ese d¨ªa, la ¨²ltima partida la juegan delante de un joven estudiante (Elena Rayos), testigo excepcional del combate, que elige no presentarse a un examen final con tal de contemplar ese rifirrafe emocional, doloroso, pero tambi¨¦n feliz, entre dos hombres que recuerdan la gloria del campeonato de Reikiavik. Emulando la simetr¨ªa radical del ajedrez, la dama negra contra la blanca, las piezas en un lado y en otro, Mayorga ha organizado en escena la simetr¨ªa de dos mundos, el sovi¨¦tico y el norteamericano, Spassky y Fischer, con una proliferaci¨®n de voces y personajes que desfilan a lo largo de la representaci¨®n: psiquiatras, analistas, t¨¦cnicos del tablero, Kissinger, el S¨®viet Supremo, la madre del ajedrecista nacido en Chicago o la mujer del jugador ruso. Una gorra o un sombrero, unos pendientes, una bufanda o unas gafas.
Con esos elementos y la confianza del espectador, Mayorga va dando paso a una historia apasionante en la que los dos actores van representando a los diferentes personajes. ¡°La fuerza enorme del teatro es la de que un actor sea capaz de construir todos esos personajes solo con un objeto. Ah¨ª est¨¢ el virtuosismo de estos dos magn¨ªficos actores con autoridad y capacidad de proponer ese pacto al espectador. Frente al t¨®pico de que el espectador se come el jarabe a cucharadas, la verdad es que quiere ser respetado y disfrutar descifrando una inteligibilidad¡±, asegura.
La memoria y la imaginaci¨®n, elementos clave del ajedrez, descansan tambi¨¦n en Reikiavik. Un ¨²nico escenario al aire libre con una suerte de tel¨®n al fondo, en el que de manera po¨¦tica surgen im¨¢genes evocadoras para finalizar con las gradas de un auditorio lleno de rostros famosos ¡ªMarilyn Monroe, John Kennedy, Jesucristo, Lenin...¡ª en una suerte de juicio universal.
Arte de la palabra
Juan Mayorga nace en Madrid en 1965.
Dramaturgo, fil¨®sofo y matem¨¢tico, en 2007 fue galardonado con el Premio Nacional de Teatro.
Su primera obra representada fue M¨¢s ceniza,en 1994.
Es autor de obras como La tortuga de Darwin o Cartas de amor a Stalin.
Ha dirigido dos piezas escritas por ¨¦l: La lengua en pedazos y Reikiavik.
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