Mundial
Pienso cosas absurdas cuando leo la surrealista noticia de que el Mundial de Qatar se celebrar¨¢ entre noviembre y diciembre. Pero deduzco que no es absurdo, sino de un pragmatismo feroz
?Cu¨¢ntos sestercios, denarios o ¨¢ureos ten¨ªa que soltar el personal por un asiento en el Coliseo romano para ser testigos de los deg¨¹ellos entre gladiadores o los leones zamp¨¢ndose a los subversivos cristianos? ?O la entrada era gratis (deduzco que habr¨ªa hostias en la cola), un regalo innegociable del poder hacia su amada plebe? ?Los grandes negocios se hac¨ªan en el palco del Coliseo, o por inexcusables razones de educaci¨®n y buenos modales la atenci¨®n de la nobleza, los pol¨ªticos y los empresarios se centraba exclusivamente en la adictiva sangre que se vert¨ªa en la arena, dejando el ancestral ¡°yo te doy si t¨² me das¡± para despu¨¦s del espect¨¢culo, cuando estuvieran ciegos de vino y de sexo en las bacanales? ?Cobraban un past¨®n los destinados a matar o a morir, o los ten¨ªan a pan, agua y alg¨²n compensatorio polvo con las esclavas? ?Qu¨¦ porcentaje se llevaban los agentes y los que organizaban el adrenal¨ªnico circo?
Pienso en cosas tan absurdas cuando leo la surrealista noticia de que el Mundial de Qatar se celebrar¨¢ entre finales de noviembre y diciembre. Pero d¨¢ndole vueltas al asunto deduzco que no es absurdo, sino de un pragmatismo feroz. El que impone el dinero excesivo para todo tipo de cuestiones humanas, incluidas las deportivas. Pero, ?es el f¨²tbol un deporte? Un grupo de beb¨¦s se parten de risa con mi interrogante y me suplican que no les vacile impunemente, que hasta ellos saben que es un bisnes de proporciones monstruosas, una droga con efectos duraderos que consume el 90% de los seres humanos. Y vete a saber si tambi¨¦n se colocan con ella en otras galaxias.
Si la riqueza ilimitada tuviera l¨ªcitos anhelos publicitarios, podr¨ªa lograr que se celebrara un Mundial de F¨²tbol en la Ant¨¢rtida, en el desierto del S¨¢hara, en el polo norte. Que se celebrara en invierno o en verano ser¨ªa trivial. Solo es cuesti¨®n de negociar con ese se?or tan limpio y dicharachero llamado Blatter y con su honorable familia, llamada FIFA, dedicada a una ¨²nica misi¨®n: hacernos felices a casi todos.
Lo m¨¢s divertido de esta decisi¨®n tan audaz ser¨¢ observar la guerra (sin prisioneros y a la yugular) entre la FIFA, la UEFA y los due?os de los grandes clubes en nombre de la pasta. Qu¨¦ pena si se devoran mutuamente.
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