La enfermedad desde el saber y la lectura
Desde los primeros s¨ªntomas y los dolores sin nombre hasta el diagn¨®stico final, Raquel Taranilla relata su historia personal evocando a poetas fil¨®sofos e historiadores
La autoayuda ¡ªcuyas ra¨ªces literarias y funci¨®n social estudi¨® hace pocos a?os David Vi?as Piquer en Er¨®tica de la autoayuda¡ª se ha apoderado de muchas zonas de la ficci¨®n. Adem¨¢s de la cr¨®nica, la f¨¢bula, la estampa y la par¨¢bola de autoayuda, hoy existe, a veces enmascarada, la novela de autoayuda en varias vertientes: sentimental, laboral, de entrada en la adolescencia, de duelo, de mujeres o de hombres de cuarenta a?os, de viaje al Oriente o a Machu Picchu, de la guerra de los sexos, de madres e hijas y de padres e hijos. La hay melanc¨®lica, chispeante, espiritual, festiva o educativa. Sus autores y autoras se prodigan en la televisi¨®n y la radio y felices hablan de s¨ª mismos, como extensiones de aquello volcado en el papel o colgado en la Red. Y, por supuesto, entre ¨¦stas se encuentra, en un lugar principal, la novela de enfermedad. A finales del siglo XIX y durante el XX se agregaron, a la ilustre y milenaria serie de la locura, la anorexia m¨ªstica, la par¨¢lisis hist¨¦rica, la jaqueca severa, la prosaica dolencia intestinal de Iv¨¢n Illich o la interesante tisis de tantos maestros, dos modalidades: la del sida, que fue enteramente nueva, y la del c¨¢ncer, cuya representaci¨®n se transform¨®.
Ahora no hay personaje, sino s¨®lo cuerpo. M¨¢s que enfrentarnos con la enfermedad y la muerte ¡ªnuestro horizonte com¨²n¡ª, esta narrativa suele ponernos ante el poder m¨¦dico, casi como si ¨¦ste causara el mal; y as¨ª desplaza el foco desde el personaje sufriente al cuerpo inerme. Iv¨¢n Illich es siempre una totalidad, incluso en la atroz agon¨ªa que Tolst¨®i parece registrar como un notario. El m¨¦dico entra y sale de la casa de Illich, pero los cuidados y los abandonos son de su familia; ¨¦l muere en su cama. En cambio, ante la maquinaria m¨¦dica, la tentaci¨®n es convertirse s¨®lo en v¨ªctima: por eso abundan, en la novela de autoayuda, las epopeyas de la resistencia del individuo a trav¨¦s de la amistad, el enamoramiento y la dieta.
De todo ello se aparta Raquel Taranilla (que naci¨® en Barcelona en 1982 y es especialista en ret¨®rica del derecho): ella ensaya, en Mi cuerpo tambi¨¦n, un registro que rechaza las seducciones del mercado de la sanaci¨®n y la confesi¨®n y que supone, adem¨¢s, una huida de las simplificaciones psicol¨®gicas o espiritualistas. No se pone frente a su cuerpo inerme s¨®lo como una joven herida y asustada, sino como una lectora, una cr¨ªtica, una acad¨¦mica. Para hacerse fuerte no convoca el amor, sino el saber: se apoya en el conocimiento, en la capacidad de armar espacios desde los cuales resistir. Se trata, dice en el breve pr¨®logo, ¡°de devolver la mirada¡± que la cl¨ªnica arroja sobre ella. Esta mirada se dispone en dos partes: Del lado de la salud es la historia de sus primeros s¨ªntomas y dolores sin nombre, con las entradas y salidas de los ambulatorios y los despistes diagn¨®sticos. Del lado de la enfermedad es el recuento detallado de lo que sucede tras el diagn¨®stico. El acceso al diagn¨®stico constituye un azar y una ordal¨ªa; salir de ¨¦l es imposible.
Lo que une las dos partes es esa mirada que se obstina en soportarlo todo; la escena crucial es, precisamente, una escena de lectura. En una de las visitas de control, ya remitida la enfermedad, la narradora asalta una ¡°carpeta de cart¨®n naranja, muy gruesa¡± que est¨¢ sobre la mesa del m¨¦dico. Es su historia cl¨ªnica, que empieza con una frase sin demasiada importancia: ¡°Mujer joven, 27 a?os, afebril, refiere dolor de espaldas¡±. Contra esa carpeta Taranilla despliega el curso de su enfermedad, puntuado por sus aventuras en los pasillos del Palacio de Justicia de Barcelona, por evocaciones de poetas, fil¨®sofos, historiadores, abogados y colegas: Sylvia Plath, Michel Foucault, John L. Austin, Susan Sontag, Vasili Grossman, Jules Laforgue, Eugenio Tr¨ªas. El relato piensa sobre el cuerpo: aparecen las enfermeras nobles y brutales que administran el drum, ese ¡°dispositivo diab¨®lico y medieval¡±. Aparecen los medicamentos y su origen; los olores de una enferma en la cama de al lado, las punciones lumbares, el cura de visita que le cuenta su vida, la esterilidad sobrevenida que Taranilla conjura con una cita b¨ªblica. Aparece su cuerpo transl¨²cido, como un ¡°maniqu¨ª de De Chirico¡±, su epis¨®dica invalidez y, por fin durante el proceso del autotrasplante (¡°me entreveo encriptada en aquel cuerpo cadav¨¦rico¡±), la voz de Rilke: ¡°Ven t¨²?/?dolor sin redenci¨®n en el tejido de la carne¡±.
Este relato tenso y riguroso ¡ªensayo, testimonio, informe, novela¡ª se sostiene en una escritura precisa, concreta y cruelmente material, como ese ¡°residuo del oncocuerpo que fui¡± y que en las extraordinarias p¨¢ginas finales clausura la historia con una sentencia que es, a la vez, una amenaza y una carcajada.
Mi cuerpo tambi¨¦n. Raquel Taranilla. Los Libros del Lince. Barcelona, 2015. 194 p¨¢ginas. 17,50 euros.
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