¡®Art d¨¦co¡¯, mucho m¨¢s que belleza
La Fundaci¨®n Juan March reivindica con 350 piezas la modernidad de un estilo ignorado
D¨¦co es la ap¨®cope del franc¨¦s decoratif. Y el adjetivo por el que, fundamentalmente, el art d¨¦co ha sido despreciado por los manuales de historia del arte moderno. La esencia de lo can¨®nico ha venido marcada por el aliento ut¨®pico y pol¨ªtico del arte por el arte, de los manifiestos vanguardistas de entreguerras que aspiraban a cambiar el mundo y romper con lo establecido. Y ah¨ª no entraba el art d¨¦co por ornamental, por pragm¨¢tico, por cursi, por opulento, por acomodaticio, por burgu¨¦s, por ser el hijo mimado del capitalismo del gusto, el consumismo. Consagrados historiadores lo despachaban con una palabra: kitsch.
La exposici¨®n El gusto moderno. Art d¨¦co en Par¨ªs, 1910-1935 propone otra lectura a trav¨¦s de 350 objetos, entre muebles, l¨¢mparas, joyas, cuadros, dibujos, telas, fotograf¨ªas, pel¨ªculas, cer¨¢micas, esculturas, biombos, vestidos, apliques, frascos de perfume, jarrones, libros, revistas o alfombras. M¨¢s all¨¢ de su obvia belleza ¡ªlas piezas fueron concebidas para seducir¡ª, la muestra que se inaugura ma?ana en la Fundaci¨®n Juan March de Madrid reivindica ¡°el inter¨¦s y la complejidad cultural y art¨ªstica y el peculiar car¨¢cter moderno¡± de un estilo integrador que bebi¨® de las fuentes del cubismo ¡ª¡°cubismo domesticado¡±, dice el experto Bevis Hillier¡ª, pero tambi¨¦n de otros manantiales que no brotan de la estricta contemporaneidad.
No se trata de una enmienda a la totalidad, pero la tesis que sostiene Manuel Font¨¢n, director de exposiciones de la fundaci¨®n y comisario de la muestra, junto a Mar¨ªa Zozaya, s¨ª que puede levantar susceptibilidades can¨®nicas. Defiende que la inclusi¨®n del art d¨¦co en la genealog¨ªa del arte moderno abre posibilidades de contar su historia. ¡°Contar, por ejemplo, que la l¨®gica b¨¢sica de lo que se llama art d¨¦co anticip¨®, ya durante los a?os veinte y treinta del siglo pasado, el destino al que la l¨®gica del arte moderno y contempor¨¢neo ¡ªheredero y tambi¨¦n antagonista este ¨²ltimo de las vanguardias hist¨®ricas¡ª conducir¨ªa a estos desde 1950 y hasta nuestro d¨ªa¡±, explica Font¨¢n en el cat¨¢logo de la exposici¨®n, que se clausurar¨¢ el 28 de junio. ¡°O que el art d¨¦co, adem¨¢s del valor de la extrema belleza de muchos de sus exponentes, podr¨ªa tener el valor de constituir el nombre gen¨¦rico que damos al arte moderno en la era del capitalismo tard¨ªo¡±, a?ade.
El comisario reflexiona sobre estas ideas, mientras se?ala una fotograf¨ªa de Man Ray, que ya cuelga de las paredes, y se pregunta si esta pieza de una mujer acostada que mira a la c¨¢mara con una escultura africana en su vientre no es arte por ser un encargo publicitario.
Buena parte de las razones por las que se exili¨® al d¨¦co de la historia del arte moderno y se recluy¨® en la de las artes decorativas y aplicadas se podr¨ªan aplicar tambi¨¦n al arte contempor¨¢neo de hoy, convertido ¡°en un bien de consumo del m¨¢s alto valor, no ya en la historia del arte o de la civilizaci¨®n, sino, sobre todo, en el mercado global del presente¡±, a?ade el comisario. Y recuerda la definici¨®n del pop de uno de sus padres, Richard Hamilton, como un producto de consumo.
Por todo ello, incide Font¨¢n, se ha apostado por exhibir la primera antol¨®gica que se le dedica en Espa?a al art d¨¦co y la primera en celebrarse fuera de un museo generalista o de artes decorativas, precisamente, en la Fundaci¨®n Juan March, con un programa de exposiciones centrado fundamentalmente en el arte moderno. La inclusi¨®n de Tim Benton, especialista en el movimiento moderno y en Le Corbusier, como comisario invitado se inscribe en el mismo prop¨®sito.
¡°Adem¨¢s, nos interesa mostrar c¨®mo evoluciona el estilo, desde la primera secci¨®n, que podr¨ªamos tal vez decir que es recargada o cursi, a la ¨²ltima, que parece una sala casi del movimiento moderno con esa chaise longue de Le Corbusier¡±, apunta el comisario. O esa secci¨®n, de las ocho en que se divide la muestra, que refleja la influencia de lo que entonces se consideraba ex¨®tico, ?frica. Justo al lado, se recoge la fascinaci¨®n de la ¨¦poca por las m¨¢quinas, por la velocidad, por los viajes, por los mastod¨®nticos transatl¨¢nticos como el Normandie.
La muestra incluye piezas de Picasso, L¨¦ger, Delaunay, Coco Chanel, Eileen Grey o Jean Dunand. Est¨¢n representados 122 creadores, entre pintores, escultores, decoradores, dise?adores, interioristas, arquitectos o modistos. Las piezas proceden de colecciones p¨²blicas y privadas de Europa y EE?UU y se caracterizan, unas, por ser valiosas y poco conocidas, pero de autores c¨¦lebres, y otras, tambi¨¦n destacables, pero de artistas desconocidos.
¡°Nos hemos ce?ido al origen del art d¨¦co en Par¨ªs en 1910 y hasta 1935, porque no pod¨ªa abarcar m¨¢s por una cuesti¨®n de espacio. Curiosamente el revival del art d¨¦co a partir de los a?os sesenta coincide con la llegada de la posmodernidad¡±, concluye Font¨¢n. Este estilo traspas¨® fronteras y se extendi¨® por buena parte del mundo hasta 1950, como ponen de manifiesto desde los interiores de la pel¨ªcula Metr¨®polis (1927), del vien¨¦s Fritz Lang, hasta el rascacielos Chrysler de Nueva York, pasando por las construcciones mexicanas que menciona Malcom Lowry en su novela Bajo el volc¨¢n.
Babelia
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