Crear espect¨¢culo con una mirada
El teatro an¨¢rquico y surrealista de un c¨®mico que empez¨® actuando en la calle
Pedro Reyes sab¨ªa que ten¨ªa un don para la comedia porque hac¨ªa re¨ªr a sus sobrinas. Con ese bagaje profesional y 17 a?os fund¨® en Huelva un grupo de teatro para ni?os an¨¢rquico y surrealista. Hizo una actuaci¨®n alquilando el local del sindicato con mi hermano y otro amigo y a la semana siguiente me invit¨® a unirme al grupo. Ten¨ªa que llevar mi propia ropa. Llev¨¦ mi pijama, polvos de talco y maquillaje de mi madre.
En el grupo de teatro no hab¨ªa guion. Hab¨ªa que improvisar, recrear los juegos de los fuegos de campamento, cantar y representar los cuentos que nos sab¨ªamos. Cuando el ingenio nos fallaba recurr¨ªamos a la lucha libre o a tirarnos por la escalera para no perder la atenci¨®n de los ni?os.
La primera vez que vi a Pedro sobre el escenario, a dos horas de abrir las puertas al p¨²blico, estaba explicando que ¨ªbamos a representar Al¨ª Baba y los 40 ladrones. Pedro dec¨ªa: "Al¨ª Baba va por el desierto y dice: '??brete S¨¦samo!' y se abre la puerta de una cueva, entra y se encuentra un mont¨®n de tesoros". Mir¨¦ a mi alrededor y viendo que no ten¨ªamos nada pregunt¨¦: "?D¨®nde est¨¢ la entrada de la cueva y los tesoros?". Entonces Pedro coloc¨® en el escenario un butac¨®n, lo se?al¨® y exclam¨®: "?Oh, una cueva!, est¨¢ cerrada. Dir¨¦ las palabras m¨¢gicas. ??brete S¨¦samo! ?Oh, se ha abierto la entrada, para dentro que meto".
Pedro se meti¨® por debajo del asiento y al salir por el otro lado sus ojos brillaban emocionados. "?Un tesoro, un tesoro fabuloso, cu¨¢nto oro, qu¨¦ collar tan precioso, y este anillo, ?c¨®mo brilla¡!". Pedro se iba colocando las joyas que iba recogiendo a pu?ados sobre el cuerpo, manejando el espacio de tal manera que me hizo comprender que solo hace falta imaginaci¨®n para hacer ver las cosas y que no existe mayor espect¨¢culo que una mirada. Con esas dos herramientas nos lanzamos a la calle a hacer teatro y a pasar la gorra. Caminamos muchos kil¨®metros juntos. Dormimos muchas veces a la intemperie abrigados por el sue?o de alcanzar las estrellas. Hoy ¨¦l se ha ido hacia all¨ª. Sin despedirse de nadie, sin nada en las manos, con su imaginaci¨®n y su mirada intacta. Gracias Pedro. Te lo debo todo.
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