¡°La m¨²sica cubana es el alma del pueblo¡±
Omara Portuondo y El¨ªades Ochoa presentan los descartes del combo cubano
¡°Usted vino a algo y pas¨® a muchas otras cosas, mire todo lo que hemos comentado¡¡±, sentencia con dulce astucia Omara Portuondo (La Habana, 1930) al finalizar la charla. La sola menci¨®n del fin del embargo ha embravecido a su compa?ero El¨ªades Ochoa (Songo-La Maya, 1946), en segundo plano mientras la cantante de La Habana compart¨ªa recuerdos sobre aquella grabaci¨®n que, de la mano de Juan de Marcos y Ry Cooder, universalizar¨ªa el son cubano.
Han pasado casi dos d¨¦cadas desde la publicaci¨®n de Buena Vista Social Club, y los supervivientes promocionan una inesperada secuela, Lost and found. Llevan meses en una gira de despedida que, de satisfacer la demanda, les mantendr¨ªa tres a?os en ruta. La jubilaci¨®n no puede demorarse m¨¢s, Portuondo cuenta ya 84 primaveras, por lo que la orquesta viaja con un geriatra. ¡°Como los Rolling Stones¡±, bromean.
Lost and found no iguala aquel primer ¨¢lbum, pero es un digno punto final. Se nutre de descartes de las sesiones en los estudios Egrem organizadas por el brit¨¢nico Nick Gold. Hay cortes en vivo de relleno, pero la desventaja m¨¢xima la dicta la desaparici¨®n de figuras ic¨®nicas. ?Qu¨¦ recuerdan de Ibrahim Ferrer, fallecido en 2005, del que se incluyen tres n¨²meros? ¡°Lo recuerdo todo¡±, suspira Portuondo, cuyos problemas de movilidad no han apagado un reluciente car¨¢cter. ¡°Un alma muy pura y linda. Su vida fue, por condiciones econ¨®micas, bastante azarosa. Ten¨ªa una voz muy dulce; era muy sensible¡±.
Tambi¨¦n el pianista Rub¨¦n Gonz¨¢lez y el carism¨¢tico Compay Segundo se fueron, en 2003. ¡°Era una persona simp¨¢tica¡±, rememora ella de Compay. ¡°Siempre estaba riendo, alegre. Un p¨ªcaro¡±. Sin duda, Compay fue quien m¨¢s proyecci¨®n medi¨¢tica disfrut¨®. ?C¨®mo les afect¨® el ¨¦xito? ?Hubo rencillas, envidias? ¡°No, no, en una orquesta siempre hay quien dirige¡±, afirma Portuondo. ¡°Era un trabajo de equipo, una familia grande. Lo que est¨¢bamos haciendo lo disfrut¨¢bamos, y eran las joyas nuestras, un orgullo¡±.
Uno de los momentos m¨¢s entra?ables del documental de Wim Wenders sobre Buena Vista Social Club es su visita a Nueva York. Se les ve¨ªa maravillados entre rascacielos. Para Omara, sin embargo, no hay nada como el hogar. ¡°La cama m¨ªa, que la extra?o tanto¡±, suspira teatral. Vive en un apartamento con vistas al Malec¨®n ¡ª¡°Es hermoso, s¨ª, el que me correspondi¨®¡±¡ª y las noches calurosas sale a dormir a la terraza.
Como el guitarrista Ochoa, Portuondo tiene ancestros vascos, llegados como colonizadores a ¡°ese pedazo de tierra el cocodrilo verde, que es Cuba¡±. ¡°All¨ª hab¨ªa indios, hasta que los indios se acabaron y trajeron africanos. Mi padre era militar, ten¨ªa la sangre mezclada. A las esclavas negras las utilizaban como les daba la gana, y de ah¨ª sali¨® mi padre, de un gusto, de un gustazo¡±. Lo expresa, divertida, desde una tercera edad que ya no est¨¢ para eufemismos.
?Qu¨¦ opinan de la joven m¨²sica cubana, abierta al rock y el hip-hop? ¡°Me parece bien, si eso es lo que quieren hacer¡±, salta Portuondo. ¡°Esa juventud vivi¨® otra ¨¦poca y lo que llega del exterior tambi¨¦n lo asimila¡±. Ochoa la secunda: ¡°Usted le pregunta a cualquiera de esos m¨²sicos que tocan para los turistas si por casualidad se saben Chan chan, El carretero, Veinte a?os, y todos trabajan la m¨²sica tradicional. Hay quien imita a un grupo extranjero, y llevan los pelos largos, pero cuando van para casa tienen problemas serios¡±. Y suelta una carcajada.
Ochoa grab¨® con el bluesman estadounidense Charlie Musselwhite y con el camerun¨¦s Manu Dibango ¡ª¡°Y lo trat¨¦ de llevar al m¨¢ximo al son¡±¡ª, la cantante lleg¨® incluso a trabajar con los japoneses Tokyo Cuban Boys. ¡°Uno hace otras cosas, pero el plato fuerte es el son¡±, aclara Ochoa. ¡°Hay quienes no est¨¢n interesados en El cuarto de Tula, para nada, y se sienten felices con los Beatles. Hay una agrupaci¨®n en Santiago de Cuba que lo que toca son los Brincos, Formula V, Mocedades¡±.
Asoma la politizada vida cubana. ¡°Hay canciones al amor, a la decepci¨®n en el amor, y hay compositores que se han dedicado a la canci¨®n pol¨ªtica¡±, explica Ochoa. ¡°La canci¨®n patri¨®tica¡±, corrige ella, y se arranca a cantar una tonada revolucionaria. ¡°Eso es lo normal, desde la ¨¦poca de Sindo Garay¡±, prosigue ¨¦l. ¡°A Carlos Puebla le llamaban el cantante de la revoluci¨®n. Pero en Buena Vista... lo que se nos ped¨ªa era otra cosa. A m¨ª el p¨²blico me ha pedido Guajira del Che Guevara, y si yo la s¨¦, la canto y se acab¨®. Soy cubano al 150%, pero tambi¨¦n ciudadano del mundo¡ ?y artista!¡±.
¡°?Ya quitaron el embargo?¡±, se acalora Ochoa al mentarle la actualidad. ¡°Yo no lo s¨¦. Nosotros hemos o¨ªdo que est¨¢n conversando para llegar a las relaciones diplom¨¢ticas. Bueno, ya llegar¨¢ el d¨ªa. Pero hablamos de m¨²sica, ?no? Yo no tengo ninguna canci¨®n que hable del embargo. No, chico, mira, eso son cosas muy bonitas, lo que est¨¢n tratando ambos gobiernos¡±. ¡°La m¨²sica es el alma del pueblo¡±, relativiza Portuondo, y se suelta a cantar Guantanamera. Y entonces el corpulento Ochoa zanja enigm¨¢tico: ¡°Se ha de visitar Cuba y enterarse de cosas que a lo mejor no es posible que podamos dec¨ªrtelas nosotros¡±. ¡°Le repito: quien tiene la culpa de eso son los periodistas¡±, se despide con ternura la diva de Cayo Hueso, representada en Lost and found por una sentida L¨¢grimas negras. ¡°Si buscan la noticia novedosa, es cosa de ustedes¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.