El m¨²sico m¨¢s poderoso del siglo XX
Pierre Boulez, compositor y director de orquesta de enorme influencia, cumple 90 a?os

Cuando se alcanzan los 90 a?os de edad de un creador activo desde sus 20 a?os, podr¨ªa parecer que ha vivido tres vidas. Si de quien hablamos es del compositor, director y gestor franc¨¦s Pierre Boulez, que cumpli¨® los 90 este jueves, est¨¢ claro que as¨ª ha sido. Se trata de una personalidad que conmocion¨® la m¨²sica contempor¨¢nea junto a sus compa?eros de generaci¨®n desde el a?o cero en que Europa sali¨® de la debacle de la II Guerra Mundial. Esa conmoci¨®n la consolid¨® despu¨¦s desde el podio de director y la perpetu¨® a trav¨¦s de su papel en instituciones con rango de Estado, donde ejerci¨® una influencia enorme, comparable a la de aquellos m¨²sicos que se trataban con reyes, como Wagner, Gluck o Lully.
Pierre Boulez naci¨® en Montbrison (Francia) el 26 de marzo de 1925. Su padre lo destin¨® a las ciencias y las matem¨¢ticas, que dejaron en ¨¦l una fuerte impronta. Pero el adolescente Boulez hab¨ªa decidido ya que la m¨²sica era su destino y, a¨²n en plena guerra, con Francia dominada por los nazis, se traslada a Par¨ªs y quema etapas en el Conservatorio. All¨ª entra en contacto con un profesor distinto, Olivier Messiaen, apartado de las grandes c¨¢tedras y que acababa de ser liberado de un campo de concentraci¨®n en el que hab¨ªa estrenado su legendario Cuarteto para el fin del tiempo, con m¨²sicos cautivos como ¨¦l.
Al lado de Messiaen, Boulez aprende lo que considera imprescindible y se rodea de un grupo de alborotadores entre los que se encontraba la que ser¨ªa segunda mujer de su maestro, la pianista Yvonne Loriod. Con la guerra ya acabada, Boulez ofrece unas obras musicales tensas y aceradas que lo sit¨²an pronto en la punta de lanza de los vanguardistas que rechazan el legado de preguerra. Se trata de una batalla encarnizada que convierte al joven m¨²sico en un furibundo polemista. Las obras m¨¢s destacadas de Boulez est¨¢n ligadas a la poes¨ªa. Es el caso del ciclo sobre Mallarm¨¦ recogido en Pli selon pli. Pero antes, a inicios de los cincuenta, Boulez asombra al mundo con Le marteau sans ma?tre, sobre poes¨ªas de Ren¨¦ Char, obra extraordinaria que a?ade altas dosis de sensualidad al ¨¢rido rigor del serialismo y que Stravinski calificar¨ªa como la m¨¢s notable de la nueva generaci¨®n.
Mientras lucha contra todo, el m¨²sico encuentra aliados y entra en la compa?¨ªa teatral del c¨¦lebre actor Jean-Louis Barrault como director musical. Se gana la vida, se relaciona con la intelectualidad existencialista, como el escritor Jean Genet, con quien quiso hacer una ¨®pera, y a lo largo de 10 a?os adquiere seguridad y apoyos para lanzarse a un proyecto trascendental: la creaci¨®n de una temporada de conciertos genuinamente de vanguardia, sin concesiones, conocida como Le Domaine Musical.
En ese fermento, que le ocupa desde mediados de los cincuenta hasta los sesenta, Boulez se hace. Estrena sus obras, las de sus colegas y las de los grandes maestros de la modernidad desplazados por el conformismo de la sociedad l¨¢nguida de antes de la guerra: los hist¨®ricos de la Escuela de Viena (Sch?nberg, Alban Berg y Anton Webern), el franc¨¦s emigrado a EE?UU Edgar Var¨¨se y el Stravinski de los a?os cincuenta, que se convierte al serialismo y hace viajes desde EE?UU, donde reside y es ya ciudadano, para conocer y promocionar al joven valor.
En Le Domaine Musical, Boulez toma la decisi¨®n de dirigir y, por supuesto, de convertirse en gestor. Todo ello, seg¨²n sus declaraciones, forzado por la necesidad.
Pero la sorpresa es que el director ocasional se convierte pronto en una figura internacional de tal renombre que desplaza su reputaci¨®n como joven compositor de vanguardia. En poco m¨¢s de una d¨¦cada ser¨¢ lanzado al estrellato de las mejores formaciones del mundo: en 1971 es nombrado director principal de la Orquesta Sinf¨®nica de la BBC, donde sucede a Colin Davis, y en el mismo a?o es nombrado director musical de la Filarm¨®nica de Nueva York, donde sustituye al mito Leonard Bernstein. Como director, Boulez es incontestable en la Escuela de Viena, su integral de Webern no ha sido superada y sus dos lecturas de las ¨®peras de Berg han marcado referencia. Pero tambi¨¦n su Mahler, su Wagner, su Ravel o su Bartok a¨²n son imprescindibles.
Pero antes, a mediados de los sesenta, Boulez protagoniza un esc¨¢ndalo de Estado. Es llamado por el ministro de Cultura Andr¨¦ Malraux para aportar soluciones a una reforma de la m¨²sica. A la hora de la decisi¨®n, Malraux nombra director de m¨²sica de su Ministerio a Marcel Landovski, un m¨²sico de rasgos conservadores y un compositor considerado por Boulez como mediocre. Ante la traici¨®n, Boulez anuncia que deja el pa¨ªs, algo que puede hacer con la aureola de triunfador; las mejores orquestas se lo rifan.
La operaci¨®n retorno del hijo pr¨®digo necesit¨® la intervenci¨®n de todo un presidente de la Rep¨²blica, cuando Georges Pompidou anuncia la construcci¨®n de un centro de las artes contempor¨¢neas en el coraz¨®n de Par¨ªs que llevar¨¢ su nombre. Para la parte musical del futuro Pompidou, Boulez acepta la creaci¨®n y direcci¨®n del Institut de Recherche et Coordination Acoustique/Musique (IRCAM). Boulez pide y consigue la creaci¨®n de una orquesta volcada al repertorio contempor¨¢neo sin miedo a los riesgos m¨¢s extremos en materia de escritura musical: el Ensemble Intercontemporain de Par¨ªs.
A partir de su triunfo institucional, Boulez no va a cejar en modificar el ¨¢mbito musical franc¨¦s. En los ochenta, ser¨¢ el presidente Mitterrand quien escuche sus peticiones para crear la nueva ¨®pera, la popular y democr¨¢tica Op¨¦ra de la Bastille.
Pero a¨²n faltaba algo m¨¢s, un centro programador que pusiera la contemporaneidad en un rango capaz de competir con las instituciones m¨¢s altas. Va a ser la Cit¨¦ de la Musique, construida en el Parque de la Villette de Par¨ªs. La Cit¨¦ era, y es, un complejo que contiene el Conservatorio Superior de M¨²sica, un auditorio de tama?o medio (800 plazas), sede del Ensemble Intercontemporain y con capacidad modular para acoger disposiciones musicales no convencionales, as¨ª como el Museo de la M¨²sica, un centro de documentaci¨®n y diversos espacios en los que no faltan apartamentos para estudiantes de m¨²sica. Parec¨ªa un sue?o, pero la construcci¨®n asignada al arquitecto Christian de Portzamparc hab¨ªa tenido que renunciar a un gran auditorio por los inevitables conflictos presupuestarios.
En 1994 se inaugura la Cit¨¦. Por esas fechas entrevist¨¦ a Boulez y le coment¨¦ que cierta prensa francesa defin¨ªa el proyecto como monstruoso; su respuesta fue tan sorprendente como t¨ªpica de su car¨¢cter: ¡°Este proyecto a¨²n no es suficientemente monstruoso¡±.
Lo cierto es que el gran auditorio hab¨ªa quedado ¡°aparcado¡±, nunca mejor dicho, y su espacio, ocupado por un aparcamiento; han tenido que pasar casi dos d¨¦cadas para que el monstruo con el que so?aba Boulez adquiriera su cabeza principal. Y as¨ª, el pasado mes de enero abr¨ªa sus puertas ese gran auditorio, firmado por el arquitecto Jean Nouvel, aunque con las inevitables trifulcas (Nouvel ha denunciado a las autoridades por el mal uso de su proyecto).
Ahora s¨ª que el monstruo bouleziano ha cumplido sus expectativas. La antigua Cit¨¦ se llama ahora Philharmonie Paris y, como no pod¨ªa ser de otro modo, est¨¢ celebrando los 90 a?os del m¨²sico m¨¢s poderoso del siglo XX. Conciertos, conferencias y una exposici¨®n que, por cierto, convive con otra dedicada a David Bowie como muestra de la transversalidad de la nueva joya concert¨ªstica. De momento, el maestro, el gigante, ha llegado vivo a su apoteosis definitiva, y amigos como Daniel Barenboim, Martha Argerich, Maurizio Pollini, Peter E?tv?s y su fiel Intercontemporain rinden homenaje a quien es, quiz¨¢, el m¨²sico vivo m¨¢s importante del siglo XX.
Jorge Fern¨¢ndez Guerra es compositor y escritor.
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