Las orejeras del ¡®indie¡¯
Uno lee Peque?o circo (Contra), de Nando Cruz, con horror y fascinaci¨®n, sensaciones que derivan de los sucesivos choques de trenes con la realidad. Esta monumental historia coral de los inicios del indie detalla c¨®mo los tratos con las grandes compa?¨ªas terminaron desastrosamente: los retratos de RCA, Polygram y DRO (m¨¢s su pariente, La F¨¢brica Magn¨¦tica) son devastadores.
Cierto que abundaban los diletantes, los benditos que no quer¨ªan hacer carrera (o eso dicen ahora). Pero los artistas que sobrevivieron son los que tomaron precauciones. Hay lecciones en Los Planetas pidiendo a Luis Calvo, de Elefant, que su relaci¨®n se rigiera por un contrato o en Antonio Luque, alias Se?or Chinarro, evaluando los pros y los contras antes de optar por la diminuta Mushroom Pillow sobre la oferta dorada de Universal.
Frente a la actividad heroica de tantos sellos peque?os, un feo manch¨®n: la renuencia a pagar royalties. Las cantidades pod¨ªan ser ¨ªnfimas pero saltaba el macho alfa: lo hago porque quiero. Pioneros tan encomiables como I?igo Munster pod¨ªan ejercer la censura (eliminar una bandera rojigualda en una portada) o tener arrebatos caciquiles (el enfrentamiento de Carlos Subterfuge con Mondo Brutto).
Inevitablemente, en la escena se colaron matones de barrio, expertos en la tentaci¨®n y ¨Csi no funcionaba¨C la amenaza, como Miguel Deg¨¢s o Gabi Ruiz. Con escasas excepciones, el artista indie era presa f¨¢cil. Mit¨®mano, repet¨ªa errores una y otra vez: es un cl¨¢sico el contratar a legendarios m¨²sicos extranjeros para que produjeran sus discos, aunque los resultados rara vez lo justificaran.
?Nadie lo detectaba? En general, no exist¨ªa la cr¨ªtica en el universo indie. El principal locutor, Julio Ruiz, alardea de ¡°nunca poner a parir a nadie¡±; su planteamiento period¨ªstico era ¡°paternal y cari?oso¡±. V¨ªctor Lenore confirma que en la revista Spiral hab¨ªa ¡°orden de no meterse con nadie¡±.
Lo fascinante de Peque?o circo es la panor¨¢mica del microclima indie. El contexto est¨¢ ausente. No hablo del fondo pol¨ªtico-social: me refiero a cualquier m¨²sica que pudiera sonar fuera del circuito. La acci¨®n transcurre en los noventa, cuando muchos viv¨ªamos el Momento No Estamos Solos En El Universo. Con el auge de ¨C?perd¨®n!¨C la world music, no solo descubr¨ªamos que en todos los continentes se hac¨ªan sonidos apasionantes: tuvimos la oportunidad de ver en acci¨®n a muchas de sus figuras.
Nada de eso se filtr¨® al mundillo indie. Un inciso: ?eso evit¨® disgustos! Como comprobar¨ªa Dover, el dejarse influenciar por la m¨²sica africana es un pecado a¨²n mayor que facturar dance music. Y ni hablar de basarse en tradiciones aut¨®ctonas: solo los intocables Planetas han superado ese tab¨², por la v¨ªa de hacer irreconocible la inspiraci¨®n flamenca original.
Apabulla la capacidad del movimiento para prescindir del entorno. Aparentemente, la tropa del sonido Malasa?a no se enter¨® de la alternativa que encarnaban unos vecinos del barrio llamados Los Rodr¨ªguez. Se presum¨ªa de saber todo sobre Sonic Youth o Sarah Records pero, esencialmente, se ignoraba a los grupos que triunfaban en espa?ol, aunque pudieran servir como modelo profesional. As¨ª, no hay ni una menci¨®n al grupo indie hispano con obra m¨¢s proteica¡y grandes masas detr¨¢s: los mexicanos Caf¨¦ Tacuba.
Parafraseando a Ginsberg: las mejores mentes de aquella generaci¨®n prefirieron llevar orejeras. Algunos quieren ahora surfear sobre las olas de indignaci¨®n pol¨ªtica que comenzaron el 15-M pero, caramba, su movimiento era tan elitista como el del bebop frente al p¨²blico del swing. Y sospecho que muchos no han renunciado a su visi¨®n de t¨²nel.
Las ¨²ltimas p¨¢ginas de Peque?o circo dejan un sabor amargo. J, de Planetas, suelta algo que sin duda alucinar¨¢ a Podemos: que la m¨²sica indie ¡°ha hecho a la gente m¨¢s cr¨ªtica y con m¨¢s capacidad de rebelarse o negarse a entrar en el juego perverso del mundo¡±. El ep¨ªlogo supera todo lo imaginable. En pleno rollo mesi¨¢nico, como dec¨ªa uno de sus t¨ªtulos, J intenta adelantarse al fin del mundo de las profec¨ªas mayas ¨Cel 21 de diciembre de 2012¨C y montar un concierto de Planetas en el Pico de la Veleta, en Sierra Nevada. Al final, habla el dinero: cambian la utop¨ªa por dos revival shows para Primavera Sound.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.