El Prado gana en sus pasillos
Los visitantes de las salas con las obras por las que el museo pelea con Patrimonio Nacional muestran desconocer la disputa y optan por no mover los cuadros
En sus planes, nunca falla el Prado. Cada vez que Salvadora Ramos y Miguel Haro acuden a Madrid desde Murcia pisan la pinacoteca. Lo que, a sus 74 y 68 a?os, significa ya ¡°varias decenas¡± de visitas. En su recorrido siempre cabe El jard¨ªn de las delicias, una pasi¨®n que cultivan desde la juventud. ¡°Si nos lo quitan, nos quitan mucho¡±, afirma ella. Su temor es legitimado por la pelea entre el Prado y Patrimonio Nacional, propietario de la obra de El Bosco y que la quiere de vuelta para su Museo de las Colecciones Reales, que abrir¨¢ en 2016. ¡°?Para qu¨¦ vamos a dispersar los cuadros? Me parece un juego pol¨ªtico¡±, comenta ¨¦l ante El Descendimiento, de Roger van der Weyden, otra de las piezas de la discordia.
La obra maestra del holand¨¦s lleva una placa en su marco que recuerda su due?o: ¡°Patrimonio Nacional¡±. As¨ª lo se?ala Juan Antonio S¨¢nchez, restaurador como su amigo Jos¨¦ Luis Romero. Ambos reciben con sorpresa la pregunta sobre el conflicto, del que cuentan que estaban hablando entre ellos. ¡°La reclamaci¨®n de Patrimonio es impecable desde el punto de vista legal. El problema es que Zugaza [director del Prado] no puede negar tajantemente la obra a su propietario¡±, resume S¨¢nchez. Ambos consideran que la clave de la disputa es El jard¨ªn de las delicias: ¡°Patrimonio tiene una colecci¨®n maravillosa para su nuevo museo pero falta una s¨²per obra. Tapices y carruajes son interesantes pero no atraen al p¨²blico¡±. Y los dos sostienen que la soluci¨®n pasa por una negociaci¨®n pol¨ªtica.
Eduardo Boix Lillo es otro con una opini¨®n formada sobre el asunto. En la sala contigua a la que acoge las maravillas del Bosco (La mesa de los siete pecados capitales tambi¨¦n es reclamada por Patrimonio), este hombre de 68 a?os sentencia: ¡°Se le hace m¨¢s da?o al Prado del beneficio para el nuevo museo, que no se centra en la pintura. La pelea se debe a un funcionario celoso de sus funciones¡±.
Una encuesta a pie de cuadros a una treintena de visitantes sugiere alguna tendencia m¨¢s. Los extranjeros, la mayor¨ªa, se reparten entre ¡°da igual mientras se expongan¡± y ¡°mejor m¨¢s obras en el Prado¡±. Y, de los espa?oles, casi todos ignoran tanto el conflicto como la apertura de un museo de Patrimonio. Sus preocupaciones, una vez escuchado el resumen de la pelea, tienen que ver con que las obras sigan al alcance del p¨²blico, en un museo o en otro, y con los posibles riesgos y costes del traslado. Muchos tachan la disputa de ¡°politiqueo¡±. ¡°Hay demasiados conflictos por orgullo entre ministros o funcionarios¡±, resume Luc¨ªa Rubio, de 22 a?os. A sus espaldas el Cristo de Van der Weyden aguarda para saber si le espera un nuevo calvario: la mudanza.
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