Ribalta frente a la Alhambra y Carlos V
El artista registra el entramado del monumento y con m¨¢s rigor a¨²n testimonia el del flamenco en 'Laocoonte salvaje'
Al acercarse a la Alhambra, sin la premura del turista, las silenciosas torres que la rodean prometen, preserv¨¢ndolo, un mundo aparte. Si se llega en las primeras horas de la ma?ana, es f¨¢cil encontrar trabajadores que ordenan el bosque ¡ªaparentemente espont¨¢neo¡ª que rodea el recinto. El interior reitera esa dualidad: patios, salas, pasadizos y jardines muestran su atractivo junto a discretos vigilantes, ansiosos gu¨ªas, cuidadosos jardineros o bi¨®logos y restauradores expertos. Juntos producen el monumento con labores m¨¢s ocultas: administrativos, publicistas, archiveros e investigadores.
Jorge Ribalta (Barcelona, 1963) fotograf¨ªa en Scrambling esas dos vertientes. No desde?a silenciosos muros ni paisajes secretos, como el del circuito del agua, pero los une al trabajo que fabrica cada d¨ªa el monumento. Les a?ade el valor identitario: lenta sedimentaci¨®n que rastrea en la foto de Clifford de la Torre del Vino, en las visitas de quienes desde diversas culturas hacen suya la Alhambra, en los estudiantes que la dibujan o en la m¨¢quina que imprime a la carta sus im¨¢genes can¨®nicas.
Ribalta registra el entramado del monumento y con m¨¢s rigor a¨²n testimonia el del flamenco en Laocoonte salvaje: renuncia al instante del gesto (que cazaron Steichen, Ray o Brassa?) para buscar los nodos que lo ahorman: pe?as y bibliotecas, tablaos y escuelas de baile, tabernas y artesanos de la guitarra, sean de Jerez, Madrid, Lebrija, Granada o Barcelona. Pero la mirada del documentalista no es fr¨ªa. Lo sugieren escenarios vac¨ªos, el aire t¨ªmido y atento de una aspirante a bailaora, los retablos de fotos de alguna taberna o unos zapatos de baile perdidos en una pe?a.
Esta vertiente po¨¦tica se intensifica en la serie m¨¢s reciente, Imperio (o K. D.), centrada en la abdicaci¨®n, retiro y muerte de Carlos V. Ribalta es aqu¨ª sobre todo historiador (ya lo fue en El movimiento de la fotograf¨ªa obrera), pero articula sus im¨¢genes a la manera de un drama: tres actos divididos en diversas escenas. En el primero atraviesa el robledo de Cuacos para llegar al estanque y al palacio de Yuste, donde evoca lecturas y sue?os (La Gloria, de Tiziano) del monarca. El segundo va de Cuacos (cementerio de los alemanes de la Legi¨®n C¨®ndor) a Bruselas: al lugar donde Carlos V ley¨® su discurso de abdicaci¨®n a?ade el Ommegang, una comitiva que al parecer recuerda el encuentro entre Felipe II y su padre en aquella ciudad. Despu¨¦s las fotos suscitan una suerte de flash-back del emperador (recuerdos de campa?as fijados en los relieves del palacio de Carlos V en Granada, armaduras, lugares de la firma de precarias paces) en contraste con la instrumentalizaci¨®n de su figura, por marcas comerciales (piment¨®n cacere?o, cerveza belga, co?ac de Jerez) o por las fantas¨ªas imperiales del fascismo espa?ol. La serie obliga al repaso: una imagen puede despertar relaciones que remiten a otra anterior y coloca al espectador en la tesitura del lector que vuelve las p¨¢ginas temiendo perder algo del mundo que teje la obra. La demora es f¨¦rtil: recompone itinerarios que en niveles muy diversos suscitan las im¨¢genes.
Monumento m¨¢quina. Jorge Ribalta. Comisariada por Yolanda Romero G¨®mez. Centro Jos¨¦ Guerrero. Granada. Hasta el 15 de abril. Fundaci¨®n Helga de Alvear. C¨¢ceres. Desde el 25 de abril.
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