A comer
Si ense?ar a comer en Espa?a es posible, a¨²n queda esperanza de que alg¨²n d¨ªa las teles den la misma relevancia a ense?ar otras cosas tan esenciales
LaSexta es una cadena que sabe exprimir. No solo porque cada ma?ana presente tres horas de historias criminales o por la tarde obligue a Mamen Mendiz¨¢bal a otras casi tres horas de actualidad rabiosa pase o no pase nada rabioso, sino que Antonio Garc¨ªa Ferreras suele extender su tertulia de Al rojo vivo sobre el noticiario que le sigue, sin soltar la presa de una novedad de ¨²ltima hora. Cualquier d¨ªa despedir¨¢ la tertulia de sobremesa llegada ya la noche. La noche del s¨¢bado tambi¨¦n adquiere tintes maratonianos, pero ah¨ª conforma un estilo televisivo m¨¢s com¨²n a otras cadenas y que proviene de la radio con sus largos contenedores. Pero dado el grado de obsesi¨®n televisiva con los programas de cocina no pod¨ªa dejar de exprimir a su gran baza, Alberto Chicote.
De esta manera hemos podido ver dos entregas en las que Chicote viaja por el mundo analizando el precio de los alimentos. Un recorrido ¨¢gil y directo que sirve para informar de algunas de las variantes que condicionan el precio de los productos en la bolsa de la compra. Los programas han coincidido con el regreso de Chicote a sus pesadillas en las cocinas de restaurantes con serios problemas de supervivencia. Y ah¨ª es donde brilla el talento del cocinero para la r¨¦plica directa, la confesi¨®n a c¨¢mara, el lenguaje gestual y su arrebatada entrada en las cocinas chuscas. Como en toda ficci¨®n realista, el montaje resulta imprescindible para generar tensiones y momentos memorables, pero sin un buen conductor no lucir¨ªa el personal inimaginable que uno puede cruzarse por esos mundos.
Chicote atraviesa con paso firme las cocinas m¨¢s negras de Espa?a. Se enfrenta con las ensaladillas ¨¢cidas, las croquetas de engrudo, los arroces pasados y el pescado harinoso. Ofrece una redenci¨®n algo dudosa, pero condiciona la actitud de muchos espa?oles cuando llegan a ese tipo de restaurantes, que desear¨ªan tener el carisma de Chicote para empujar la puerta de la cocina y comenzar a cantar verdades inc¨®modas. Si ense?ar a comer en Espa?a es posible, y en ello han tenido mucho que ver cocineros medi¨¢ticos en la estela de Argui?ano, a¨²n queda esperanza de que alg¨²n d¨ªa las teles den la misma relevancia a ense?ar otras cosas tan esenciales.
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