La eterna franqueza po¨¦tica de Le¨®n Felipe
¡®Castillo interior¡¯ re¨²ne textos in¨¦ditos del autor espa?ol exiliado en M¨¦xico
Fue un poeta, para el estudioso Gonzalo Santonja, ¡°por encima de las circunstancias¡±. Franco, desgarrado, inc¨®modo entre los dogmas, generoso en la mano tendida hacia quienes recalaron tras ¨¦l en el exilio mexicano. Enemigo de los ant¨®logos, desconfiado con los editores, incre¨ªblemente humilde para reconocer la val¨ªa de sus disc¨ªpulos, como hizo en el caso de Juan Larrea.
Desde?oso con los santones se mostr¨® Le¨®n Felipe (T¨¢bara, Zamora, 1884-M¨¦xico DF, 1968), valiente, oscuro, tremendamente contempor¨¢neo de cualquier ¨¦poca ¡ªes decir, eterno, ajeno a modas¡ª, curioso, sediento¡ Un faro que tendi¨® puentes, seg¨²n le reconoc¨ªa Octavio Paz, que busc¨® la luz en la oscura traves¨ªa de una vida marcada por el infortunio y que Santonja y Javier Exp¨®sito reivindican ahora en este Castillo interior de ecos teresianos, editado dentro de la colecci¨®n Cuadernos de Obra Fundamental (Fundaci¨®n Banco Santander).
Discursos, correspondencia in¨¦dita, componen un fresco de lo que es, seg¨²n ambos, ¡°el obrador de Le¨®n Felipe¡±. Un creador ¡°ad¨¢nico, prometeico¡±, comenta Exp¨®sito, director de la colecci¨®n, que est¨¢ alumbrando algunos de los secretos m¨¢s enjundiosos de la literatura espa?ola. Abierto de par en par, en estos documentos ¨²nicos, salidos del Archivo Hist¨®rico Provincial de Zamora y de la Residencia de Estudiantes, se nos desvelan aspectos y miradas sorprendentes de Felipe, plasmadas con la franqueza y la profundidad que le convirtieron en una figura poco dada a los algodones y las buenas palabras, salvo sentidas excepciones. Para prueba, lo que sigue.
Los ant¨®logos: ¡°He sabido que van a publicar ustedes una Antolog¨ªa Hispanoamericana con un criterio pol¨ªtico m¨¢s que po¨¦tico donde, movidos por preferencias y odios personales, aparecen los que son deseables para ustedes. Como yo soy un indeseable en otras latitudes, seg¨²n su criterio, supongo que tambi¨¦n en este de la poes¨ªa, lo ser¨¦. Pero, por si no fuese as¨ª, les escribo para manifestarles que no es ¡®deseable¡¯ para m¨ª, aparecer en esta Antolog¨ªa¡±. (Carta a la editorial S¨¦neca, 1941).
Luis Bu?uel: ¡°Necesita torturar, humillar y matar a mucha gente. No entiende ni cree en la inmortalidad del s¨ªmbolo. Es un bruto s¨¢dico aragon¨¦s con un surrealismo trasnochado que aqu¨ª ahora suena muy bien con la nueva m¨²sica de Sartre. Nuestra amistad se ha enfriado. Esta noche le dan una cena a la que creo no asistir¨¦¡±. (Carta a Juan Larrea, mayo de 1951).
Camilo Jos¨¦ Cela: ¡°Es usted muy bueno. Adem¨¢s de ser un gran escritor, es usted una gran persona. Todos me lo dicen. Me gustar¨ªa ser joven para ofrecerle a usted una amistad verdadera. As¨ª como ando ahora no soy m¨¢s que un pu?ado de huesos viejos y sin destino¡±. (Carta a Cela, abril, 1959)
Octavio Paz: ¡°Voy a decirte una cosa: acaba de salir un libro de Octavio Paz: El arco y la lira. Es un gran libro del que se va a hablar y polemizar. Est¨¢ escrito en un estilo brillante y po¨¦tico, pero no hace m¨¢s que jugar con ideas que t¨² ya has dejado atr¨¢s y que a m¨ª me son tan familiares por hab¨¦rtelas o¨ªdo tanto. Si Octavio no fuese tan vanidoso y ego¨ªsta y no se hubiese puesto ya la corona de rey¡ Le estorban todos. Y no ser¨¢ posible trabajar ni avanzar junto a ¨¦l. M¨¢s ninguno ha llegado donde t¨². Nadie ha abierto las puertas que t¨² has abierto¡±. (Carta a Juan Larrea, abril de 1956).
Gonzalo Losada y Guillermo de la Torre: ¡°Estoy muy enfadado con vosotros. Me hab¨¦is hecho una jugarreta: Cuando hace seis a?os estaba enfermo y loco de una enfermedad que los m¨¦dicos no supieron nunca c¨®mo se llamaba y tuvieron que mandarme al infierno porque en ning¨²n sanatorio me admit¨ªan, publicasteis mis obras completas. Yo le dije a Gonzalo que no se publicaran¡ Pero la cosa no para ah¨ª. Hicisteis un libro grande. Con una ¡®preciosa encuadernaci¨®n¡¯ (el papel no es muy bueno y las erratas innumerables). ?Y qu¨¦ precio le hab¨¦is puesto! Con el valor de un solo ejemplar pod¨¦is pagarme los funerales. Pero esto no me importa. Lo que me tiene muy enfurecido y por lo que os escribo esta carta es por otra cosa. Por esto. Al libro, con su ¡®preciosa encuadernaci¨®n¡¯, le pusisteis una camisa de celuloide, m¨¢s fuerte que una camisa de fuerza y la metisteis (me metisteis) en una caja de cart¨®n dura y gris con una cerradura japonesa: un perfecto catafalco. As¨ª me quisisteis enterrar. Pero no estoy muerto¡±. (Carta a Gonzalo Losada y Guillermo de la Torre, editores, junio de 1965).
Juan Larrea. ¡°Creo que tengo cuerda para unos meses m¨¢s y no quiero irme sin verte y abrazarte. Despu¨¦s de todo, t¨² eres el ¨²nico ser en el mundo con quien yo puedo consolarme. Quiero o¨ªrte y que t¨² me cuentes de viva voz todo lo que has descubierto. Puedo ir a C¨®rdoba [Argentina]. A Espa?a no quiero ir. No quiero m¨¢s que hablar contigo. Y verte. Y o¨ªrte, sobre todo. Nada m¨¢s esto quiero. (?ltima carta a Juan Larrea recogida en el volumen y fechada en enero de 1967).
El poeta muri¨® el 18 de septiembre de 1968 en la capital mexicana.
Poes¨ªa relegada por la pol¨ªtica
Le¨®n Felipe es una de las voces po¨¦ticas m¨¢s relevantes del siglo XX espa?ol. Su poes¨ªa, sin embargo, permaneci¨® relegada durante la dictadura.
Estudi¨® Farmacia forzado por su entorno familiar, pero dedic¨® su vida a la literatura. Profesor y traductor de Walt Whitman, en los a?os veinte public¨® Versos y oraciones del caminante.
Intelectual comprometido con la Rep¨²blica, se vio obligado a partir hacia el exilio en 1937. Dos a?os despu¨¦s public¨® Espa?ol del ¨¦xodo y del llanto, uno de sus libros m¨¢s conocidos.
Durante sus a?os en M¨¦xico y otros pa¨ªses de Am¨¦rica, Le¨®n Felipe escribi¨® obras como Antolog¨ªa rota (1947), Llamadme publicano(1950) o El ciervo (1958).
Babelia
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