El inventor de Kindle lee en papel
Las experiencias interactivas se presentan como alternativa a los ebooks
Erik Schmitt fue uno de los primeros dise?adores del Kindle con el que Amazon revolucion¨® la industria de los libros en 2007. Schmitt ama los libros de papel. Los describe como ¡°una experiencia est¨¦tica¡± que nunca alcanzar¨¢ ning¨²n dispositivo electr¨®nico. Habla emocionado sobre la sensaci¨®n de sujetar el libro en las manos, buscar entre las p¨¢ginas o recordar el momento de su vida en el que lo ley¨® s¨®lo con ver la cubierta.
Son apenas un pu?ado de argumentos con los que los amantes del papel defienden su resistencia a adquirir libros electr¨®nicos. Los partidarios de la versi¨®n digital, sin embargo, apuntan a las cualidades insuperables de su conexi¨®n a Internet, la incorporaci¨®n de diccionarios o su movilidad. Y desde que Amazon sacudi¨® las estructuras de la industria editorial, las ventas de unos y otros ejemplares han servido de baremo para dilucidar qu¨¦ prefieren los lectores.
Estudios recientes muestran que en 2014, la venta de ejemplares impresos super¨® a la de los electr¨®nicos. En EE UU un informe del Centro Pew Research apunta a los h¨¢bitos de los lectores m¨¢s j¨®venes: un 73% de los adultos entre 18 y 29 a?os, sigue leyendo ejemplares impresos, frente a un 37% que opta por los electr¨®nicos. Naomi Baron, profesora de American University e investigadora de los h¨¢bitos de lectura entre universitarios, afirma en su estudio ¡®Words Onscreen¡¯ que un 90% de los j¨®venes asegura distraerse m¨¢s si lee en un dispositivo digital.
En esta interacci¨®n, el Instituto del Futuro del Libro dice haber encontrado una de las promesas para incorporar a las nuevas generaciones a la lectura digital. Su responsable, Bob Stein, considera ¡°est¨²pido¡± querer sentenciar ahora que a los j¨®venes no les gustan los ebooks y que adem¨¢s supone una interpretaci¨®n incorrecta de las tendencias. Los menores de 24 a?os son los que m¨¢s usan Internet, pero tambi¨¦n son los que poseen menos tabletas. ¡°Tampoco hay editoriales que hayan logrado hacer buenos libros de texto electr¨®nicos¡±, a?ade Stein. ¡°La oferta no es lo suficientemente buena para que los estudiantes puedan adoptar este cambio¡±.
La organizaci¨®n, que estudia las consecuencias del cambio de la lectura desde una p¨¢gina a una pantalla, experimenta con la plataforma Social Reader, concebida como ¡°lectura social¡± a trav¨¦s de notas, comentarios y formas de destacar el contenido que se pueden compartir con otros lectores. Su teor¨ªa es que la inclusi¨®n de elementos sociales ayudar¨¢ a convencer a lectores m¨¢s j¨®venes.
Es algo que llevamos consumiendo desde el siglo XV y debemos pensar por qu¨¦¡±
La profesora Sol Gait¨¢n es una de las pioneras en este ¨¢mbito. En un instituto de Nueva York ha trabajado los ¨²ltimos tres a?os para leer con varios estudiantes El Quijote de Miguel de Cervantes en la plataforma Social Reader, donde escribieron m¨¢s de 5.000 comentarios. ¡°Siempre he cre¨ªdo en esto¡±, dice. Sus alumnos han anotado los trabajos de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, Federico Garc¨ªa Lorca o Roberto Bola?o.
A pesar del funcionamiento de esta iniciativa, Gait¨¢n reconoce que su reto est¨¢ en los alumnos m¨¢s j¨®venes: ¡°Viven pegados a las pantallas, pero pelean contra algo que coincide con su manera de comunicarse¡±, afirma la profesora. El principal obst¨¢culo, parad¨®jicamente, es el mismo ¨¦xito de la tecnolog¨ªa. ¡°Cuanto m¨¢s informados estamos, el conocimiento tambi¨¦n es m¨¢s superficial¡±.
Los expertos consultados coinciden en que la situaci¨®n actual de preferencia por uno y otro formato no se debe tanto a si el ebook llegar¨¢ a superar al impreso o no, sino al desarrollo tecnol¨®gico del que dependen, ya que fueron inventados hace apenas ocho a?os. El libro electr¨®nico ¡°no tiene vida, es fr¨ªo,¡± dice Schmitt, ahora profesor de dise?o en la California College of the Arts, y ¡°nunca se acercar¨¢¡± a la calidad ¡°incomparable¡± del ejemplar impreso.
Kindle ya incorpora una opci¨®n para ver cu¨¢ntos lectores han subrayado un mismo fragmento. Es tambi¨¦n una de las claves del Social Reader que emple¨® Gait¨¢n. El libro electr¨®nico supera al de papel, defiende, porque a trav¨¦s de diccionarios y enlaces digitales ¡°abre horizontes al lector¡±. En el caso del libro social, va m¨¢s all¨¢ porque ¡°conecta a distancia el texto¡± de una manera que no se puede hacer en papel. ¡°No son equivalentes¡±, concluye.
La oferta no es lo suficientemente buena para que los estudiantes puedan adoptar este cambio¡±
Lo que ya se conoce como ¡°lectura social¡± le permiti¨® ¡°continuar la conversaci¨®n¡± con sus alumnos m¨¢s all¨¢ del aula. Gait¨¢n asegura que con plataformas m¨®viles se puede comentar, ver lo que otras personas han subrayado, ¡°como si te prestaran su libro, o escribir en los m¨¢rgenes¡±. ¡°La labor privada de la lectura se vuelve social, el pensamiento del otro te puede inspirar, es una forma de comunicaci¨®n abierta¡±.
Schmitt pone en duda que esto sirva como veh¨ªculo para generar conocimiento: ¡°Incluso si un mill¨®n de personas comentan un mismo libro y tenemos acceso a esas intervenciones, ?cu¨¢l es su exclusividad? ?C¨®mo las clasificamos?¡± Cuando Amazon empez¨® a trabajar en el primer dispositivo para leer libros electr¨®nicos, su equipo reflexion¨® sobre el impacto que pod¨ªa tener el invento. ¡°Es algo que llevamos consumiendo desde el siglo XV y debemos pensar por qu¨¦¡±.
Seis siglos despu¨¦s, la confluencia de esta tecnolog¨ªa y el cambio de h¨¢bitos de los lectores garantiza el futuro de los soportes electr¨®nicos. Pero los expertos llaman a la cautela a la hora de hacer predicciones sobre un invento que ni siquiera ha cumplido 10 a?os y que podr¨ªa cambiar de un d¨ªa para otro si surge un nuevo desarrollo tecnol¨®gico que altere su naturaleza.
¡°Quienes simplemente quieren leer un libro y no se preocupan de cu¨¢ntas herramientas tiene el dispositivo, est¨¢n contentos. El resto est¨¢ esperando a que mejore la tecnolog¨ªa¡±, dice Stein. No le preocupa que los ebooks sean, en comparaci¨®n con el resto, un invento en su fase primitiva. ¡°Los libros impresos tardaron 40 a?os en incluir los n¨²meros de p¨¢gina¡±.
'The Pages Project'
Cuando Schmitt habla de su pasi¨®n por los libros impresos cualquiera puede preguntarse c¨®mo encaj¨® en el equipo que invent¨® el Kindle. "Fue totalmente aleatorio. Es ir¨®nico que un amante de los libros acabe dise?ando su versi¨®n electr¨®nica, pero no creo que hiciera nada inmoral", dice Schmitt. El dise?ador admite que reflexion¨® "mucho" sobre esto y sobre el impacto de su trabajo. "Cuando la gente empieza a decir que el formato impreso puede morir, te das cuenta del poder que tiene esto".
Para impedir la p¨¦rdida de informaci¨®n que guardamos en los m¨¢rgenes de los libros, Schmitt ha creado The Pages Project, un cat¨¢logo de comentarios en los m¨¢rgenes de los libros. El dise?ador hered¨® de su abuelo una importante biblioteca de obras en lat¨ªn y alem¨¢n que escond¨ªan numerosas anotaciones en los m¨¢rgenes, ideas y traducciones o interpretaciones de t¨¦rminos que le abrieron "una ventana a su pensamiento". Schmitt habla de la "profunda experiencia de aprendizaje sobre lo que las frases significaban para su abuelo".
El dise?ador duda que los comentarios que se pueden compartir con libros de Kindle sirva para crear informaci¨®n y asegura que el conocimiento que pueda surgir de ah¨ª est¨¢ perdido. "El volumen de datos es tan alto en comparaci¨®n con el formato impreso, que es imposible catalogarlo". El dise?ador lo compara con la transici¨®n que hemos hecho con otros sistemas de almacenamiento y que tambi¨¦n han derivado en grandes p¨¦rdidas de informaci¨®n, como ocurri¨® con los discos duros antiguos.
De momento, prefiere seguir digitalizando las notas que un d¨ªa hicimos sobre papel. ¡°No hay nada como la anotaci¨®n de una persona en un margen, en un libro impreso, que lleva toda tu atenci¨®n al tacto de esa p¨¢gina de una manera en que el libro electr¨®nico no puede. La tecnolog¨ªa evolucionar¨¢, pero nunca podr¨¢ tener la misma belleza ni evocar la misma sensaci¨®n¡±.
Babelia
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