Barcel¨® dibuja, su madre borda
Muestran en el museo textil de Sankt Gallen una colecci¨®n de seis telas a ganchillo
?l dibuja sobre telas de lino y algod¨®n de uso dom¨¦stico y ella, puntazo a puntazo con su ganchillo, recorre l¨ªneas, descubre figuras, las ilumina y da volumen. As¨ª nacen unos singulares barcel¨®. Son tejidos artesanos, interpretados de primera mano por quien mejor conoce a Miquel Barcel¨® (Felanitx, 1957), su madre Francisca Artigues (Felanitx, 1926). Ambos presentan desde este s¨¢bado hasta el 15 de noviembre en el hist¨®rico museo textil de Sankt Gallen, en Suiza, una colecci¨®n de seis piezas bordadas a mano.
¡°Obras textiles de Francisca Artigues sobre dibujos de su hijo Miquel Barcel¨®¡±, reza el cat¨¢logo de 24 hojas a modo de plano-gu¨ªa desplegable, que ilustra un breve texto del artista. ¡®Vivarum¡¯ (vivero) es la referencia de la muestra y alude a la obra de mayor tama?o (244 por 444 cms). Re¨²ne cientos de im¨¢genes de la fauna y la flora, con especies en situaciones irreales, una tijera perfilada, animales fant¨¢sticos, un hacha o un mono que cabalga de pie.
El mantel-tapiz es un documental de hilos, colorista, con multitud de plantas y hojas, la debilidad materna. Francisca Artigues trabaja a la luz natural, al lado del jard¨ªn de su casa antigua. Esta tela es la primera pieza que se conoci¨®, en 2013, en el pueblo de los coautores, en una exhibici¨®n para vecinos y amigos. Agust¨ª Torres realiz¨® un v¨ªdeo sobre c¨®mo trabaja sus tejidos la artesana, que marc¨® con su m¨²sica, Quim Barcel¨®, hijo y nieto de los dos protagonistas en Suiza.
En la frontera de los 88 a?os, menuda, vitalista, expresiva y de pulso firme, recibe un gui?o c¨®mplice del artista. Ella se inici¨® como pintora aficionada de caballete y cuando el hijo comenz¨® a expresarse como pintor lo dej¨®. ¡°Un d¨ªa me pas¨® su caja de pinturas¡±, recuerda Barcel¨®. ¡°No quiso pintar nunca m¨¢s¡±. Su pretexto fue que era suficiente que pintase ¨¦l. ¡°Extra?o argumento, ciertamente¡±, rese?a en su texto en franc¨¦s, catal¨¢n y alem¨¢n. Miquel Barcel¨® recuerda a su abuela paterna, Margalida Gelabert ¡ªanfitriona de artistas en su hotel pionero¡ª que vivi¨® casi un siglo y que cada noche bord¨® letras, figuras y puntillas para los nietos.
El ajuar del t¨¢ndem Barcel¨®-Artigues [esa fue la primera signatura del artista adolescente] abarca manteler¨ªas, cubrecamas, cortinas, manteles diversos, fundas de almohadas. Los cefal¨®podos, pulpos, calamares y sepias ¡ªla fauna marina en general¡ª conforman una de las iconograf¨ªas preferidas del autor. Buceador que juega con pulpos ha sido esta primavera pescador tradicional de sepias en su ¨¦poca de cortejo en aguas calmas y claras de Portocolom. Las pesc¨®, reserv¨® algunas en su vivero para pintarlas y otras las guis¨® en ensalada con especias y vegetales casi crudos.
Varias emisiones de tinta de calamar o sepia quedaron selladas en hilo, bordadas como llamaradas. En su ¨²ltimo tejido Miquel y Francisca han acudido a im¨¢genes tambi¨¦n potentes. Un gallo con la cresta encendida aparece entre hojas de ¨¢rboles y platas de jard¨ªn. Un pescado mediterr¨¢neo blindado de escamas doradas es vecino de una morena azul y moteada. Peque?os insectos bailan al lado de una mancha de pintura donde se insin¨²a un rumiante, con un ojo casi humano. Al lado, una cabeza de macho cabr¨ªo con su barba. Es el imaginario cl¨¢sico. Fauna y flora, detalles del universo Barcel¨®.
Los bordados nacen sobre de ropa de fil ¡ªlino¡ª marcados por puntazos de ganchillo (punt mallorqu¨ª) atrapados en un peque?o tambor. Expresan el poso de las miradas de su creador en el mundo submarino y selv¨¢tico. El pintor es un explorador, observa el fondo del mar, recorre desiertos en ?frica y camina por alturas cerca del Himalaya. Vive en sus talleres donde surgen trazos y gestos que evocan sus lecturas, m¨²sicas, mitolog¨ªas y observaciones, juegos de contradicciones entre la naturaleza y su memoria.
Un bordado de vanguardia, recuerda el mapa de Mallorca ladeado, a vista de sat¨¦lite. La isla es un agujero en blanco, un hueco, donde la costa la marcan piernas y cuerpos de calamares y pulpos y peces. Se ve otro gallo de corral y un cabracho rojo como un rescoldo. Barcel¨® y su madre sellan en esta pieza su complicidad. En la vac¨ªa geograf¨ªa insular, una pierna de pulpo penetra en Mallorca, entra en Portocolom y hace un bucle, al lado, sobre su pueblo, Felanitx, siempre el centro de su mundo. Mallorca rasgada, rica y empobrecida por el turismo, cree el artista. La isla tiene ¡°una llaga abierta que supura¡±, le dijo Miquel Barcel¨® a ?ngels Barcel¨®, una noche en Hora 25.
¡°Ahora acabo los pelos a este gusanos de seda¡±, observa la bordadora. Indica una figura precisa, casi realista. Al lado, pugnan fieras y plantas a¨²n en las sombras de las rayas y las floraciones de pintura. La madre tardar¨¢ en concluir. Barcel¨® indica: ¡°es tranquilizador que cada segundo de su vida y de la m¨ªa es un punto que nace de un hilo amarillo o morado que sigue una l¨ªnea de otros puntos¡¡±
La semana pr¨®xima, el 25 de abril, Miquel Barcel¨® se estrena con una propuesta de pinturas recientes, L¡¯inass¨¨chement, en su nueva galer¨ªa de Par¨ªs, Thaddeus Ropac, que se podr¨¢ ver hasta el 31 de mayo. El programa de intervenciones y muestras que marca su agenda es intenso. Entre Mallorca y Par¨ªs concluye diferentes proyectos con cer¨¢mica, grandes telas, esculturas. Tambi¨¦n trabaja una serie de grabados xilogr¨¢ficos sobre madera.
En las ¨²ltimas semanas termin¨® y fundi¨® en el Pa¨ªs Vasco ¡ªcon jornadas de quince horas¡ª una colecci¨®n de im¨¢genes para ubicar en un espacio de Francia. Tiene listos unos carboncillos enormes para trabajar en un cuadro-mural de doce metros con dos animales marinos preferidos. Tiene avanzadas sus intervenciones en Brasil y, en el plazo de un a?o, ocupar¨¢ una buena parte del Museo Picasso de Par¨ªs. Trabajar¨¢ en una s¨ªntesis de diferentes etapas de su trayectoria y mostrar¨¢ sus ¨²ltimas obras.
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