Penosa y trist¨ªsima tarde de rejoneo
Un espect¨¢culo penoso, muy triste e impropio del prestigio que un d¨ªa tuvo la Maestranza
A Diego Ventura le regalaron su d¨¦cima Puerta del Pr¨ªncipe por una faena irregular, muy alejada de otras tardes de gloria protagonizadas por este caballero en esta misma plaza. Andr¨¦s Romero tambi¨¦n pase¨® el obsequio inmerecido de las dos orejas del sexto de la tarde. El p¨²blico, bullanguero, triunfalista y pueblerino, y los toros, tristones, amuermados, con cara de pena¡ En fin, un espect¨¢culo penoso, muy triste e impropio del prestigio que un d¨ªa tuvo la Maestranza.
Esto se acaba. Como alguien ¡ªautoridad, toreros, rejoneadores, empresarios, ganaderos y taurinos sin graduaci¨®n¡ª no ponga remedio, el espect¨¢culo taurino morir¨¢ m¨¢s pronto que tarde por su propia inanici¨®n y sin ayuda de opositores. Festejos como este, celebrado en plena Feria de Abril, ponen de manifiesto que un c¨¢ncer con serias aspiraciones de ser mortal se mueve a sus anchas por los entresijos de la fiesta.
BOH?RQUEZ / FERNANDES, VENTURA, ROMERO
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, discretos de presentaci¨®n, mansurrones y descastados.
Rui Fernandes: pinchazo y bajonazo (palmas); rej¨®n ca¨ªdo (oreja).
Diego Ventura: rej¨®n trasero y ca¨ªdo (oreja); rej¨®n en lo alto (dos orejas). Sali¨® a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe.
Andr¨¦s Romero: rej¨®n trasero y atravesado y dos descabellos (silencio); rej¨®n trasero (dos orejas).
Plaza de la Maestranza, 19 de abril. Quinta corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
El espect¨¢culo de rejoneo interesa cada vez menos. Prueba de ello es que una de las grandes figuras del momento actual como es Ventura no fue capaz de llenar la plaza. Pero es m¨¢s: el desarrollo en s¨ª del festejo carece de ritmo e inter¨¦s; el encuentro entre el caballero y el toro es desigual, porque se enfrentan caballos poderosos, bien domados y alegres con toros amorfos, descastados y tristes. No existe la lidia, sino un juego irrespetuoso con el toro, aut¨¦ntico convidado de piedra, en un espect¨¢culo reducido a los n¨²meros circenses del caballero. Da igual clavar al estribo que a la grupa; no importa hacerlo en lo alto o en los costillares, pasar en falso o acertar a la primera, porque lo importante es galopar y galopar, y acertar con el rej¨®n de muerte, aunque la suerte final se haya convertido en una caricatura.
Adem¨¢s, el rejoneo se est¨¢ quedando obsoleto. Todo suena a visto, como esa antiguada coreograf¨ªa que los caballeros realizan tras el pase¨ªllo, unos pasos insulsos e incoloros que repiten tarde tras tarde, como esa forma de enga?ar al toro siempre con ventajas, como esa imprecisi¨®n a la hora de colocar rejones y banderillas.
Ventura es un rejoneador que est¨¢ bien hasta en las tardes grises. Su cuadra es espectacular y eso se nota. Ayer no levant¨® pasiones ante su primero, en una actuaci¨®n muy difusa, con pasadas en falso y muchos tropiezos de los caballos con el toro. Mejor¨® ante el quinto, en el que emocion¨® de verdad cuando a lomos de Sue?o cit¨® a media distancia, el animal cabalg¨® hacia atr¨¢s con el toro ya arrancado, al que quebr¨® espectacularmente en el encuentro y qued¨® una banderilla en todo lo alto. Extraordinario, sin duda. Pero no hubo faena redonda, sino, otra vez, pasadas en falso, un tropiezo con el caballo Ma?o que pudo acabar en drama e imprecisi¨®n con las banderillas cortas. Le concedieron inmerecidamente las dos orejas y se lo llevaron a hombros por la Puerta del Pr¨ªncipe. Seguro que ¨¦l, mejor que nadie, sabe que es un premio devaluado.
Andr¨¦s Romero sabe que la espectacularidad es una de las bases actuales del rejoneo, y procura imprimir dinamismo y jolgorio a sus actuaciones. No pudo brillar ante su primero, muy parado, pero sali¨® en el sexto como si la pradera fuera suya y dispuesto a epatar con cabalgadas al mism¨ªsimo S¨¦ptimo de Caballer¨ªa. Le sobra ilusi¨®n y le falta reposo y precisi¨®n. Es tremendista, se deja tropezar los caballos y jalea que es un primor. Divirti¨® al pueblerino p¨²blico y le obsequiaron, sin m¨¦rito alguno, con las dos orejas. Pues muy bien.
Y el portugu¨¦s Fernandes se esforz¨® ante su segundo porque, de entrada, se mostr¨® cansino y aburrido. Templ¨® bien ante el cuarto y quebr¨® con soltura, se dej¨® llegar el toro muy cerca de las cabalgaduras y sali¨® airoso de los encuentros. Vamos, que no estuvo mal.
Al final, dos triunfadores muy devaluados y en el ambiente una sensaci¨®n de tristeza muy grande. ?Qui¨¦n te ha visto y qui¨¦n te ve, Maestranza!
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