Nadie elige d¨®nde nace

Se llama Carolina Rom¨¢n, es una actriz como una catedral (rom¨¢nica) y escribe sobre lo que duele. Si la vieron en En construcci¨®n, ya saben a qu¨¦ atenerse. Si no la vieron, tienen por delante un descubrimiento precioso. Adentro, tercera obra que estrena como autora (dice Unamuno en su ensayito hom¨®nimo, que adentro y no arriba ni adelante deber¨ªa ser la divisa de los inquietos), es un ejercicio de espeleolog¨ªa por las simas que esconde la convivencia entre miembros de una familia cerrada sobre s¨ª misma. Con pericia de conocedora, Rom¨¢n nos introduce en un laberinto dom¨¦stico en el que, una vez recorrido, encontramos, en lugar de minotauro, un chivo expiatorio.

La autora, argentina nieta de danesa y de guaran¨ª con ancestros zambos (hijos de amerindia y negro), recrea un universo opresivo que, en la puesta en escena de Trist¨¢n Ulloa y en la interpretaci¨®n hiperreal de los actores, recuerda al universo que pon¨ªa en pie Andrzej Wajda en su soberbio Crimen y castigo antes que a los que recrean con distancia cr¨ªtica los j¨®venes dramaturgos europeos actuales, aunque, como estos, Rom¨¢n renuncie a usar los di¨¢logos para pasar informaci¨®n. En Adentro todo se explica por la acci¨®n, a su debido tiempo. Entretanto, el p¨²blico es llamado a equ¨ªvoco; por ejemplo, en la primera escena entre Dina y El Negro, que se desarrolla sin que imaginemos siquiera el parentesco que hay entre ellos, y (tal y como la monta Ulloa) sin que tengamos tampoco idea de donde sucede, lo cual sirve para que m¨¢s adelante descubramos con sorpresa que el joven se encuentra preso.

Las interpretaciones son superlativas, empezando por las de Araceli Dvoskin, en el papel de madre que no quiere enterarse de lo que su hijo hace ante sus narices; Nelson Dante, cuyo afilado personaje esconde cierta ternura, all¨¢ al fondo, y Noelia Noto, actriz que dibuja con exactitud cada pliegue del car¨¢cter de Male, escapista emocional y a su vez v¨¢lvula de escape para Dina, la coprotagonista, joven tiern¨ªsima pero fuerte, de una dulzura entreverada de pena amarga, reencarnada felizmente en el donoso cuerpo chico de la Rom¨¢n.